Cada una de estas no son eslóganes ni fórmulas devocionales, sino claves de lectura que interpelan directamente al mundo contemporáneo
En los primeros días del pontificado de León XIV, tres palabras han emergido con fuerza y claridad, dando forma al camino que el nuevo Papa parece querer trazar para la Iglesia y el mundo. Paz, unidad y misión no solo han sido términos mencionados en los primeros cinco días de pontificado, sino que son los pilares de su mensaje y su visión para el futuro de la Iglesia católica. Cada una de ellas, lejos de ser simplemente vacíos ideales, invitan a una reflexión sobre el mundo contemporáneo, la humanidad y el papel de la Iglesia en este tiempo de transformación.
Paz: un don divino que llama a la acción
Quizás la más impactante de las tres palabras fue la que León XIV usó al saludar al mundo en su primer discurso como Papa. Con una frase que resonó en el corazón de los cristianos de todo el planeta, el Pontífice recordó el saludo de Cristo resucitado: «La paz esté con todos vosotros». Un mensaje entendido no solo en un plano horizontal entre los pueblos, sino fundamentalmente en un nivel vertical entre Dios y la humanidad, la base sobre la cual se cimentan todos los esfuerzos por lograr los otros dos conceptos en los que el Pontífice ha insistido claramente: la unidad y la misión.
Lo notable en su mensaje es que León XIV no habla de la paz como un concepto abstracto, sino que la encarna en la certeza de la victoria de Dios sobre el mal: «Dios nos quiere, os quiere tanto a todos y el mal no prevalecerá». Así, la paz no solo se presenta como un deseo de armonía, sino como un recordatorio de la paz que Cristo resucitado, la del Buen Pastor, que ha dado la vida por el rebaño.
Se trata de una paz activa, «desarmada y desarmante, humilde y perseverante». En su audiencia con los periodistas este lunes, el Papa reiteró este enfoque: «La paz comienza con cada uno de nosotros: con la forma en que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás». En este sentido, la paz no es solo un mensaje para el mundo, sino un compromiso personal y colectivo, donde cada palabra y cada acción tienen un impacto en el mundo.
Unidad: una disposición a caminar en el complejo presente
León XIV ha dejado claro que su visión de la unidad no se reduce a un ideal espiritual, sino que atraviesa la estructura misma de la Iglesia y su papel en el mundo. El lema que ha escogido como guía de su pontificado —In Illo uno unum («En Aquel que es Uno, somos uno»)— no es decorativo. Toma cuerpo en una afirmación de san Agustín que resume bien su intención: «aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno». Con esta elección, el nuevo Papa no solo se remite a su tradición agustiniana, sino que explica un mensaje teológico y pastoral: no hay unidad sin referencia a Cristo, ni sin una comunidad reconciliada.
En una entrevista concedida en 2023, el entonces cardenal Prevost ya adelantaba el eje que ahora articula su pontificado: «Como se desprende de mi lema episcopal, la unidad y la comunión forman parte del carisma de la Orden de san Agustín y también de mi forma de actuar y pensar». Más que una consigna, la unidad es una convicción operativa. «Creo que es fundamental promover la comunión en la Iglesia», añadía.
Y esa misma exigencia que plantea no es evasión ni repliegue, sino implicación en la historia. Lo expresó con firmeza al señalar, en la misma audiencia con los periodistas, que «la Iglesia debe aceptar el reto del tiempo y, del mismo modo, no puede haber comunicación y periodismo fuera del tiempo y de la historia». En otras palabras, la unidad que propone no es una consigna ‘autoprotectora’, sino una disposición a caminar juntos en la complejidad del presente, una idea que quedó resumida cuando citó a su maestro san Agustín: «Vivamos bien y los tiempos serán buenos. Nosotros somos los tiempos».
La misión: tarea urgente
Si la paz y la unidad han marcado los inicios del Papa León XIV, la misión se perfila como la tarea urgente que corona su visión del mundo y de la Iglesia. No es un término genérico repetido por inercia. Desde su primera homilía como Pontífice dejó claro que «la misión es urgente», especialmente en un contexto cultural que margina la fe o la ridiculiza.
«Hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se retiene un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes», aseveró en su primera homilía. El Papa alertó sobre las nuevas seguridades que ofrecen un sentido ilusorio de estabilidad: «la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer», a las que definió como «refugios vacíos». Y en esos escenarios, advirtió, no solo se silencia el mensaje del Evangelio, sino que se desprecia a quienes aún lo viven con coherencia: «se les soporta y compadece», dijo con franqueza.
Dulce padre en nuestra orfandad: León XIV
FR. Jesús Sanz Montes
Por eso, insistió, la misión no puede aplazarse ni diluirse. Para León XIV, solo el anuncio del Evangelio puede devolver sentido a un mundo fragmentado por «la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona […] la crisis de la familia y tantas heridas más». León XIV está trazando una senda que no pasa por el repliegue ni por el idealismo ingenuo, sino por una implicación seria y serena en la historia. Una Iglesia presente, que sabe escuchar, responder y ofrecer sentido allí donde parece haberse perdido.