Macron y Scholz elevan su compromiso contra Putin: «La hora de la diplomacia no ha llegado»

El presidente francés, que llamaba el año pasado a «no humillar« al mandatario ruso confiando en una negociación, llama ahora desde la Conferencia de Seguridad de Múnich a derrotarlo

Después de un año de guerra, los discursos se han vuelto más beligerantes en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Macron llamaba el año pasado a «no humillar a Putin», confiando todavía en una negociación, pero en esta edición el presidente francés ha llamado a «derrotar a Putin» y ha reconocido que «la hora de la diplomacia todavía no ha llegado». Incluso Alemania parece haber comenzado a superar sus traumas y estar adoptando un papel de liderazgo desconocido hasta el momento.

Después de largos meses en los que Berlín ha lastrado los envíos de armamento pesado a Ucrania, el canciller Olaf Scholz negocia en los apartes de la Conferencia la formación de un batallón completo de Leopard 2A6, procedentes de estados aliados de Ucrania. «Es importante que Putin se dé cuenta lo antes posible de que no puede lograr sus ambiciones imperiales y esto también significa que todos aquellos que quieren entregar tanques de batalla realmente lo hagan«, ha apremiado el canciller alemán a los socios europeos, presumiendo ahora de figurar en cabeza de las entregas de tanques.

Todos son conscientes en Múnich de que la guerra va para largo, de que la clave está en la unidad, resistencia y continuidad del apoyo internacional a Kiev, y reina la unanimidad sobre la necesidad de mantener ese apoyo. Pero Zelenski, en su discurso inaugural, ha ido más allá y ha pedido cuanto antes aviones e combate, de los que ni Scholz ni Macron quieren hablar todavía.

En todos los discursos se alude al hecho de que queda mucha guerra por delante, del que puede deducirse la necesidad de espaciar las entregas de armas para mantener el apoyo sostenido. Todos los oradores corrigen el cálculo de Putin, de que Rusia resistirá más que Ucrania y Occidente. Todos entienden que de lo que se trata es de cuál de las partes podrá seguir suministrando armas y hombres al frente durante más tiempo y de mayor calidad. Es una prueba de resistencia.

«Los jefes de Estado y de gobierno de ambos lados del Atlántico saben lo que se necesita para hacer retroceder a Putin en Ucrania y frenar el imperialismo ruso en el futuro: mayor gasto en defensa, aumento de la producción de armas, más cooperación en desarrollo de armas», apunta Bethold Kohler, editor de Frankfurter Allgemeine. Pero es solamente Macron es el que está dando un paso más allá y exponiendo en Múnich que los europeos también deberían desempeñar un papel activo para tratar de volver a los acuerdos de control de armas con Moscú. «Occidente debe prepararse para el hecho de que Putin preferiría seguir amenazando con sus armas nucleares, incluidas aquellas que Helmut Schmidt reconoció hace medio siglo como el mayor peligro para Europa, los misiles de medio alcance», añade Kohler. «Berlín debe finalmente aceptar su reiterada oferta y hablar con París sobre cómo la seguridad de Alemania también podría incrementarse a través del efecto disuasorio de las armas nucleares. El Helmut Schmidt del siglo XXI no se llama Olaf Scholz, sino Emmanuel Macron».

Más responsabilidad internacional

En Alemania también circula este discurso, incluso entre los viejos socialdemócratas. A la Conferencia de Seguridad de Múnich asiste Joachim Gauck, que en su día llamó al país desde la Presidencia Federal a asumir más responsabilidad internacional y a dejar de glorificar lo que denominó como la «cultura de la moderación», que asoció con la «filosofía de mantenerse al margen». En la edición de la Conferencia de 2014, animó a los alemanes a tener confianza en su democracia y en sus fuerzas armadas, a no entender la responsabilidad principalmente como «pagar más». Hoy el discurso de Scholz le ha parecido «monumental» y dice que «después de esas palabras cabe esperar que sigan los hechos, aunque en este punto reconozco que lucho con mi confianza». Gauck reconoce que su generación a menudo sigue atrapada en «viejas mentalidades». «Todavía hay la vieja tendencia a trazar líneas rojas», lamenta, y critica los llamamientos a una solución negociada rápida que pululan estos días por Alemania: «Si Putin tiene ya tales problemas con un solo país pequeño y no perteneciente a la OTAN, lo pensará cuatro o cinco veces antes de seguir persiguiendo sus sueños imperialistas».

El Davos de la Defensa, como se conoce popularmente a la Conferencia de Seguridad de Múnich, aborda este debate sobre las líneas rojas desde la convicción de que Ucrania es solo el principio. «No solo Ucrania está amenazada, sino todo el continente», ha recordado Zelenski, «no solo el Dnieper está en peligro, sino también el Támesis y el Spree», ha citado la lista de los ríos que pasan por las grandes capitales de Europa. Y desde esta premisa ha llamado a los representantes de 150 gobiernos que han acudido a Múnich a no mirar esta guerra como el enfrentamiento bíblico entre David y Goliat, que «no hace justicia ni a la escala de la guerra, ni a la amenaza que supone para todos los presentes».