Emmanuel Macron gana las elecciones y es reelegido presidente de Francia

Francia eligió continuidad y Europa respira. El presidente Macron renueva mandato con un 58% de los votos según las proyecciones. Los sondeos se confirmaron y finalmente la ultraderecha de Le Pen, que quedó con algo más del 41% no dio el tan temido terremoto político para la Unión Europea. Y todo ello en una jornada en la que la abstención fue considerable, un 28% , pero quizás no tan grande como se temió en algunos momentos de la campaña. Se trata de dos puntos y medio más que en 2017 cuando, en el mismo duelo entre Macron y Le Pen, el presidente se hizo con el 66% de los votos. Esta vez Macron volvió a ganar a la líder del Reagrupamiento Nacional, pero con un margen mucho más estrecho que hace cinco años. Los resultados muestran que el frente republicano o el llamado cordón sanitario a la extrema derecha volvió a funcionar en Francia, pero de forma menos robusta.

Entrada la tarde la alegría de los seguidores de Macron se trasladaba a los pies de la torre Eiffel, lugar elegido para la celebración y que ha estado durante toda la tarde noche vigilado y perimetrado por un amplio dispositivo de seguridad. El presidente Macron se trasladaba allí para dar su discurso de la victoria.

La jornada arrancó con los dos candidatos, Macron y Le Pen, votando en el mismo departamento del norte del país y entrada la tarde, ambos acudieron a París para seguir con sus equipos de campaña la tarde noche electoral que finalizó con la victoria del presidente, que renueva así mandato hasta 2027.

Tras conocerse estos resultados, había convocadas manifestaciones en varias ciudades del país para protestar contra la elección presidencial organizadas por grupos de la izquierda radical.

Estos resultados se producen después de que Francia haya vivido la campaña electoral más anómala de su historia marcada por la guerra de Ucrania. A nivel mediático la invasión de Putin opacó el arranque de la campaña y obligó a los partidos políticos a remodelar sus programas electorales. El poder adquisitivo pasó a ser la primera preocupación de los franceses con la inflación y la crisis energética derivadas de la guerra. También marcó la campaña la relación de varios de los candidatos en liza, entre ellos la propia Le Pen, con el presidente ruso Vladimir Putin, que la ultraderechista intentó esquivar estratégicamente con más o menos atino.

El presidente Macron (Amiens, 44 años), que hace cinco años conquistó el palacio del Elíseo con la voluntad de revolucionar Francia y trastocar la alternancia de los partidos tradicionales, se ha convertido en el garante del sistema y de la estabilidad: su primer caladero electoral son los jubilados y las personas con mayores ingresos y nivel educativo. Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 53 años), en su tercer intento de ganar la presidencia, había suavizado su imagen considerablemente y limado los ángulos más antipáticos del proyecto. Pero este es el mismo en lo esencial: la garantía de un cambio drástico para el país y para su posición en el mundo.

La victoria de Macron representa su ingreso en el exclusivo club de presidentes que han sido reelegidos bajo la V República. Los miembros del club son el general Charles de Gaulle, François Mitterrand y Jacques Chirac. Desde que el mandato presidencial se abrevió de siete a cinco años en 2002, ningún presidente ha sido reelegido. Nicolas Sarkozy perdió ante François Hollande en 2012; en 2017 Hollande renunció a presentarse a la reelección. Con un nuevo mandato de cinco años, el actual presidente podría dejar su huella: no sería un paréntesis en la historia.

Macron ha insistido en esta campaña en que quería inventar un “método nuevo” para gobernar: menos vertical que en los últimos años; más deliberativo. Los grandes debates ciudadanos, como el que el presidente organizó para atajar la revuelta de los chalecos amarillos, podrían servir de modelo. También se ha comprometido a colocar la ecología en el centro de su gestión.

Pero sin duda, el gran reto del próximo quinquenio será el de reconciliar a las dos Francias. Habrá que gestionar una victoria agridulce que no apagará el malestar difuso que reina en parte de la sociedad. Hay en Francia millones de votantes de extrema derecha y unos millones más de izquierdas o abstencionistas contrarios al sistema o que directamente han desconectado. En este país fracturado, el voto está segmentado por clases sociales, niveles de ingreso y educación y territorios.