La UE acorrala a May y le exige una propuesta viable para cerrar el Brexit

Contra las cuerdas. La Unión Europea ha cerrado filas este martes para exigir a la primera ministra británica, Theresa May, que desbloquee cuanto antes la negociación sobre el acuerdo de salida de Reino Unido. Los 27 socios comunitarios, reunidos en Luxemburgo con el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, han advertido a Londres que a partir de ahora pasan a contemplar la posibilidad de una salida sin acuerdo como el escenario más probable. Una amenaza que expone a la UE a peligrosas turbulencias pero que coloca a May ante el riesgo de provocar una catástrofe económica en Reino Unido. En la recta final del Brexit, la primera ministra queda acorralada entre las exigencias europeas y la revuelta latente en su Gobierno si cede terreno ante Bruselas.

«Mañana [miércoles] voy a preguntar a la primera ministra May si tiene propuestas concretas sobre cómo salir del punto muerto de la negociación», señaló el presidente del Consejo de la Unión Europea, Donald Tusk, tras reunirse en Bruselas con Barnier.

El problema que Londres debe resolver, ha precisado Tusk, sigue siendo la garantía de que no surgirá una frontera física entre las dos partes de Irlanda (la europea y la británica) cuando se consume el Brexit. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, también telefoneó el lunes a la primera ministra británica para urgirle a buscar una salida del peligroso parón de las negociaciones.

Ante el riesgo de que May no quiera o no se atreva a mover ficha, por temor al colapso de su Gobierno, la UE ha acelerado los preparativos para el escenario más temido. «Los líderes europeos discutirán en la cumbre de esta semana cómo reforzar nuestros preparativos para un escenario de desacuerdo», ha avisado Tusk.

Las advertencias de la UE llegan a solo 24 horas de la cumbre europea de este miércoles en Bruselas, una cita pensada para hacer balance de la negociación y marcar el camino hacia la recta final. El destino más probable hasta ahora apuntaba a una salida pactada el próximo 29 de marzo con un periodo transitorio de 21 meses para facilitar la adaptación a todas las industrias y actividades económicas afectadas.

Pero las discrepancias surgidas en las últimas horas entre el equipo de Barnier y el Gobierno de May, que estallaron durante una reunión bilateral el pasado domingo, han recalentado la hipótesis de un Brexit brutal, solo deseado por los euroescépticos británicos más furibundos.

El equipo de Barnier, con el negociador jefe al frente, se movilizó nada más terminar la cita del domingo para garantizar que los 27 socios se mantienen unidos ante las sacudidas que se avecinan. El francés se reunió el mismo domingo con los embajadores europeos. Y este lunes ha trasladado su diagnóstico de la situación al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y al consejo de ministros de Asuntos Generales de la UE, reunido en Luxemburgo. Tras la cita con el francés, Tusk aseguró que ya no tiene «motivos para el optimismo».

Fuentes europeas acusan a May de recular en la negociación y de maniobrar una y otra vez para intentar dividir a los 27 países de la UE y arrancar así una futura relación privilegiada con el club comunitario. «Es la misma táctica desde que empezó la negociación en marzo de 2017», lamentan fuentes europeas. «Y en la recta final, vuelve con las mismas», añaden.

El último conflicto gira en torno a la posibilidad de que Reino Unido permanezca de manera temporal en la unión aduanera europea mientras busca una solución definitiva para mantener la libre circulación de personas y bienes entre las dos partes de la isla irlandesa (la República de Irlanda, socio de la UE, e Irlanda del Norte, provincia británica).

Bruselas, en principio, no tiene inconveniente con esa propuesta. Pero desconfía de la diplomacia británica. «Londres quiere aprovechar la excusa de Irlanda para hacerse un traje a la medida y aceptar lo que le interese de la unión aduanera y rechazar el resto«, advierte una fuente europea al tanto de la última hora de la negociación.

La mayoría de los Estados de la UE interpretan, al igual que Barnier, que Reino Unido aprovecha el problema irlandés para intentar incluir el en el acuerdo de salida compromisos sobre el futuro pacto comercial entre Bruselas y Londres, que deberá negociarse durante el período de transición (marzo de 2019 a diciembre de 2020, si no se prolonga).

La estrategia de May se ha estrellado, de momento, contra la unidad sin fisuras de la Unión. Pero en algunas capitales europeas se percibe cierto temblor de piernas a medida que se acerca el abismo de un posible Brexit sin acuerdo. Los países potencialmente más afectados por el Brexit, como Alemania, España u Holanda, han pedido calma y abogan por apurar el margen temporal de negociación con Londres, que puede llegar hasta diciembre. Pero ninguna delegación se ha desmarcado abiertamente de la línea marcada por Barnier, una unidad que parece responder al esfuerzo del propio negociador. «En cada cumbre aparece el fantasma de la división. Y en cada cumbre, el apoyo a Barnier no deja de crecer», resume una fuente diplomática europea ante el inminente pulso entre la UE y Londres.