La cúpula europea se traslada a Kiev y anuncia nuevas sanciones: «Rusia pagará por la guerra»

Zelenski aseguró que desea entrar en la UE en formato «fast track», es decir, por la vía rápida

Josep Borrell, máximo responsable de la diplomacia europea, salió este jueves desde Bruselas bromeando sobre si iba a volver vivo o muerto. La realidad es que los líderes de la UE se han sentido mucho más intimidados por los misiles rusos que en anteriores ocasiones. En la última, un proyectil ruso cayó cerca del tren en el que viajaba Borrell. Los funcionarios de la UE lo tomaron como un aviso de Moscú.

En ese contexto de incertidumbre llega esta cumbre histórica en la que la presidenta de la comisión Ursula von der Leyen, en su cuarto viaje a Ucrania, se ha traído a todos sus comisarios a Kiev para reunirse con los ministros ucranianos, en un claro mensaje de apoyo y unidad en plena invasión rusa. La reunión, al margen de la agenda, busca conseguir una foto de familia llena de banderas estrelladas junto al color azul cielo y amarillo girasol de la enseña ucraniana. Son los mismos colores que decoran la plaza Maidán y la cercana sala de convenciones en la que se celebra el encuentro, blindada por policías y militares armados.

Durante la mañana han ido filtrándose algunas conclusiones de la reunión: la primera es que la UE se compromete a doblar el número de soldados entrenados en los países miembro. De 15.000 se pasará a 30.000, muchos de ellos tripulantes de carros de combate. Unidos a los que ya se forman en Reino Unido y EEUU, la cantidad de militares adiestrados en Occidente superará los 100.000 en los próximos meses. «Los aliados de Ucrania tienen razón al aumentar su asistencia militar. El objetivo es que Ucrania se imponga a su agresor. Pero no podemos desear ese fin sin dar a Ucrania los medios para lograrlo», ha dicho Josep Borrell.

En la reunión de hoy, los comisarios europeos se han visto con los ministros del Gobierno Zelenski, mientras que el presidente ucraniano ha recibido a Von der Leyen, tan apreciada en la capital ucraniana como el ex premier británico Boris Johnson, una rockstar en Ucrania. Sobre la mesa no hay mucho más que hablar sobre armas, ya que las decisiones sobre la entrega masiva de tanques ya están tomadas. Tampoco la UE quiere afrontar, de momento, la entrega de aviones de combate F16, y comparten opinión con Joe Biden.

La UE se compromete, en cambio, a tejer una serie de grandes acuerdos comerciales e industriales para ir integrando a Ucrania en la economía comunitaria. Tratados sobre materias primas, energía y manufacturas que tendrán condiciones aduaneras privilegiadas en comparación con terceros países.

Otra de las medidas es ampliar las sanciones energéticas a Rusia, pero sin tocar en ningún caso los componentes de las centrales nucleares. «Introduciremos un límite adicional a los precios de los productos petroleros rusos, y para el 24 de febrero, exactamente un año después del inicio de la invasión, queremos tener en vigor el décimo paquete de sanciones», declaró Von der Leyen durante una rueda de prensa con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Según Von der Leyen, las sanciones existentes «erosionan la economía» rusa, estimando que la imposición de un precio máximo del petróleo ruso costaba a Moscú «unos 160 millones de euros al día». Von der Leyen ha sido clara: «Rusia pagará por la guerra».

Por su parte, Zelenski aseguró que desea entrar en la UE en formato «fast track», es decir, por la vía rápida, «en el plazo de dos años». No será tan sencillo porque, en realidad, en Bruselas opinan que Ucrania está a años luz de poder homologar sus leyes a las europeas en tan poco tiempo. Hay un aspeto que preocupa especialmente: la lucha contra la corrupción. Si la UE se plantea incluir a Kiev en la UE, debe estar preparado para recibir grandes cantidades de dinero que pueda ser auditado, con la corrupción bajo control.

Los últimos movimientos policiales y judiciales del Estado ucraniano, con la detención de redes corruptas de altos funcionarios del Gobierno de Kiev, incluyendo hasta viceministros, son un gesto bien recibido por la UE, pero Zelenski debe aprobar una completa ley anticorrupción y ponerla en marcha para que cale en todas las administraciones, algo muy difícil de hacer en tiempo de paz, pero casi imposible en tiempos de guerra. Ese asunto y no otro es lo que separa a Ucrania de Bruselas.

El comisario europeo de Presupuesto, Johannes Hahn, aseguró que el proceso de adhesión a la Unión Europea «es una maratón, no un sprint», pero subrayó que el «destino» de ese país «está en Europa». «La Comisión apoyará a Ucrania durante todo el proceso de adhesión. Pese a los continuos ataques despiadados del agresor, estamos viendo un gran impulso a las reformas», constató. «Para apoyar el proceso de reforma e incrementar la resiliencia de Kiev, vamos a anunciar un nuevo paquete de apoyo por valor de 400 millones de euros, incluidos 145 millones de euros en asistencia humanitaria y 305 millones de euros en cooperación bilateral», señaló.

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Ucrania está convencida de que Rusia prepara una gran ofensiva y le pone la fecha del 24 de febrero, primer aniversario de la guerra, para su inicio. Ante este posible ataque, Bruselas quiere dejar claro que su mensaje no acaba con esta visita, sino que Ucrania entrará, por derecho propio, en el club europeo a pesar de los intentos de Moscú de volver a someterla bajo su yugo.

Pero no todo han sido aplausos y palmaditas en la espalda a los líderes europeos en Kiev. El polémico parlamentario Guy Verhofstadt denunció la hipocresía de Von der Leyen en un discurso muy duro en la eurocámara: «Sin misiles de largo alcance, con sanciones insuficientesm sin usar los fondos embargados del Banco Central ruso en la reconstrucción de Ucrania y sin posibilidad de ‘fast track’ en la membresía de Ucrania… ¿Para qué ha viajado Von der Leyen a Kiev?».