Desde el Servet a Malawi, 17 años de cooperación sanitaria infantil

«Esta experiencia me va a aportar una forma de aprendizaje a otro nivel, diferente a una rotación en un hospital nacional», afirma María López Cabrejas, residente de enfermería de Pediatría, al hablar de un trabajo totalmente distinto al que realiza en el Miguel Servet. Ella y otras cinco profesionales sanitarias, médicas y enfermeras, van a estar reforzando la unidad de Urgencias Pediátricas del Kamuzu Central Hospital, en Lilongwe, la capital de Malawi, entre el miércoles y el domingo. Allí coincidieron unos días con el equipo que acaba de regresar a Aragón. Emprendieron un viaje de 19 horas hasta llegar al país africano, donde permanecerán dos meses dentro de este programa de cooperación sanitaria infantil: «Sabemos que vamos a tener mucho trabajo y nos vamos a enfrentar a situaciones impactantes y a casos graves, pero hasta que no estemos allí, por mucho que te cuenten, no te lo llegas a imaginar».

Este programa tiene su origen en la solicitud de misioneros españoles, creadores en el siglo XX de hospitales y escuelas en Malawi, que alrededor de 2005 empezaron a pedir apoyos a profesionales del Servicio Aragonés de Salud. Tras los primeros años de toma de contacto, se decidió dar un salto a la colaboración con el sistema sanitario público de Malawi a partir de 2008, explica Carmen Ferrer, presidenta de la Asociación Malawi-Salud, que cuenta con el apoyo del Gobierno de Aragón, de la asociación Wawitai y del Ayuntamiento de Zaragoza. «Se pidió apoyo a sanitarios que voluntariamente quisieran participar en este programa» y se concretó materializar ese apoyo en el gran hospital público de Malawi, el Kamuzu Central Hospital, «enorme por su demanda (unos 7 millones de habitantes) y diminuto por el número de profesionales cualificados, centrándonos sobre todo en el servicio de Pediatría». La realidad obligó a reorientar el programa a la colaboración en la atención directa que los niños necesitaban. Así que diseñamos un proyecto en el que nuestros profesionales transmitirían buenas prácticas, pero desde una labor codo con codo con los profesionales de allí, trabajando, enseñando, y aprendiendo también muchas cosas», recuerda Ferrer.

Carmen Ferrer y María López Cabrejas, en la exposición en el Miguel Servet.
Carmen Ferrer y María López Cabrejas, en la exposición en el Miguel Servet.
Toni Galán

«En 2011, con la crisis económica, la financiación del proyecto, en el peor de los momentos para nosotros pero sobre todo para ellos, se cerró, y los profesionales del Salud decidimos mantener nuestra actividad». En aquel momento se constituyeron en la asociación Malawi-Salud: «Decidimos seguir aportando nuestro granito de arena como profesionales, pero también desde el voluntariado, y continuamos la cooperación con nuestros propios medios».

«Esfuerzo solidario»

Un objetivo que se ha conseguido gracias al «esfuerzo solidario de muchas personas anónimas que han apoyado económicamente y a entidades que han mantenido su apoyo». En la actualidad, la cooperación que nació desde el Hospital Miguel Servet con la sanidad de Malawi «ya no es un proyecto, es un programa consolidado».

Desde el inicio de este proyecto, más de 160 profesionales sanitarios han viajado al país africano: «Mantenemos una presencia de un mínimo de seis profesionales en Malawi en turnos durante ocho meses al año». «Optamos por centrarnos en el colectivo de los mir que pueden realizar actividades que les resultan útiles para su formación fuera de su unidad docente y pudimos organizar equipos con residentes de Pediatría y enfermeros», que «cubren un periodo entre octubre y mayo, el momento de más demanda vinculado a la época de lluvias y por tanto a la malaria». «Llevamos ya 17 años de colaboración y tenemos intención de seguir mientras seamos necesarios, aunque la mortalidad infantil está bajando en África, afortunadamente». «Intentamos transmitir más que técnicas específicas o tratamientos, actitudes proactivas y empáticas respecto a la enfermedad y la muerte. Trabajamos con ellos y transmitimos nuestra experiencia. Pero, a la vez, aprendemos muchas cosas«. Para Carmen Ferrer, «es una experiencia muy interesante e impacta de tal manera que luego se dilata en el tiempo, y la gente que va después sigue apoyando el proyecto». «Siempre decimos -asegura- que este programa tiene una parte de generosidad, pero se obtiene más de lo que se da». Todos estos años de solidaridad se exponen ahora en el Hospital Materno-Infantil.