Cultura y educación V: Educar a personas II

Estimular las ganas de querer aprender de los chavales, de querer saber, es lo primero y principal; porque se va a la escuela, al colegio, al instituto, la universidad a ampliar los conocimientos, a formarse, ya que son Centros de aprendizaje y de educación.

Aprender es alimentar el pensamiento, el valioso pensamiento de la persona que crece con una valiosa información. Para ello, abrir el pensamiento y buscar en las clases, en el estudio, en las conversaciones con padres, profesores, amigos, en libros, internet… más información y relacionarlo con lo que ya sabemos es ampliar nuestros conocimientos y en consecuencia nuestra capacidad de pensar inteligentemente.

En todo caso hemos de proporcionar información de calidad y para ello hay que descubrirla, valorarla y agradecerla. Preparar el contenido de lo que se ha de saber para pensar mejor, es obligación de profesores, padres y educadores y eso, exige pensar y elegir los contenidos adecuados a la edad, conocimientos y personalidad de cada uno. Ya que la información ha de ser valiosa para el informado, que es quien se beneficia, en consecuencia, hay que enseñarle también a ser consciente de que debe agradecerla. Hoy los chavales corren el riesgo de creer que todo la información que reciben es poco importante y de escasa utilidad. No son conscientes de que los conocimientos que se les quiere transmitir son el resultado del esfuerzo y del trabajo de muchas personas a lo largo de los tiempos y, que por ser tan valioso es impagable.

Por otra parte, si no reconocen agradecidos la dedicación de padres, profesores y educadores tampoco se sentirán impelidos a esforzarse en aprender. Y es que en una sociedad, donde se justifica con el dinero el esfuerzo y la dedicación de los que tratan de ayudarnos y, no se ve el amor como motivador de la realización del mejor servicio, todo pierde su autentico sentido.

De todas formas, hemos de ser conscientes de que también hay información muy poco valiosa, que por lo tanto lo que consigue es hacer perder el tiempo y por último, existe también información falsa, reductora que degrada y confunde; es incompatible con el pensamiento porque se dirige, en su falsedad, a los sentimientos y hoy está influyendo en amplios sectores de la población.

El ser humano es un ser que piensa y actúa. Por eso, el informarse es cuestión previa a tomar decisiones pero no basta con decidir de cualquier manera, hay que aprender a decidir. Ello requiere, en primer lugar, saber que se quiere, preguntarse ¿qué quiero de verdad? Y luego, comprobar que lo que se quiere hacer coincide con lo que se debe hacer. Eso es fundamental, por lo que ha de tenerse muy claro el por qué han de coincidir. Si es por vía de elección, planteándose las alternativas que hay, las ventajas e inconvenientes de cada opción respecto a lo que se quiere y debe.

Si es por vía de aceptación –porque sólo hay una alternativa- pensar que motivos hay para aceptar libremente aquella opción única. Por ejemplo: tenemos que trabajar, que servir a los demás porque es nuestra obligación como ciudadanos, como hijos etc.… Y luego, hemos de obrar, como realización de lo decidido. Ello significa organizarse y estar preparados para vencer entre otras cosas, la ignorancia, la cobardía, la pereza. (Continuara).