Los campamentos de verano, en la cuerda floja

Para los adolescentes son sinónimo de vacaciones y verano. Los campamentos baten año tras año sus récords de inscripción y sus participantes los esperan como agua de mayo. En 2019 acudieron a las diversas colonias estivales hasta 26.700 chavales, pero este año todo pende de un hilo.

“En estos momentos tenemos todos los escenarios encima de la mesa. El que se puedan celebrar o no los campamentos de verano dependerá mucho de lo que cómo evolucione la situación de la pandemia en los próximos días y de cómo se diseñe la ‘nueva normalidad’ a la que estamos abocados”. Son palabras de Adrián Gimeno, director gerente del Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ), que confía en que sea cuestión de “pocas semanas” tener más claras las directrices sobre si pueden celebrarse los campamentos y en qué condiciones. “Habría requisitos y condicionantes sanitarios y tampoco es lo mismo pernoctar en un edificio (albergues o cabaña con literas) que hacerlo en una tienda de campaña”, explica, al tiempo que dice ser consciente de que el Ministerio de Industria está ultimando las indicaciones que debe seguir el sector turístico.

Miguel Santos, responsable de actividades de ocio y educativas de YMCA, explica que ellos están trabajando “con la intención de continuar adelante con todo lo planificado”. Aunque puede haber cambios normativos de un día para otro, considera Santos que, según los actuales planes de desescalada, las colonias de verano se van a poder realizar. “A finales de junio entraríamos en lo que llaman la ‘nueva normalidad’ y entonces ya se permitirían las reuniones de más de diez personas y se podría viajar entre provincias”, argumenta. Si no hay más contratiempos, para entonces ya podrían juntarse grupos de niños (sin las restricciones de aforos) y hacer los juegos, excursiones y convivencias propias de estos campamentos.

“De entre los residenciales, esto es, los que implican dormir fuera de casa, el campamento más tempranero empieza el 29 de junio, con lo que llegaríamos a tiempo”, explican desde  YMCA, a la vez que destacan la importancia de las actividades socializadoras y el bienestar físico y psicológico de los chavales.

Las inscripciones llevan abiertas desde el pasado mes de diciembre y hay colonias cuyas plazas (y las hay de medio millar de solicitudes) están al completo. En caso de que no pudieran celebrarse, se llevaría a cabo una política de devoluciones, pero ni los organizadores ni muchos padres quieren de momento pensar en esa posibilidad.

El año pasado los campamentos de verano aragoneses volvieron a batir récords: hubo 422 actividades y más de 26.700 participantes. Si se suman los monitores y el personal de apoyo, las colonias y las acampadas movilizan a más de 33.000 personas. Las comarcas con más actividad son la Jacetania (95) y el Sobrarbe (90), seguidas a más distancia por la Ribagorza (48) y el Alto Gállego (35). Según la estadística del IAJ, la duración media de los campamentos se sitúa “entre los 7 y los 10 días” y que lo más habitual es que los grupos estén formado por “entre 25 y 50 menores”. La legislación de la DGA que entró en vigor hace dos temporadas obliga que haya al menos un monitor por cada diez chavales, así como planes de evacuación y responsables de seguridad.

“La prioridad es la seguridad. Si pueden hacerse será sin poner a nadie en riesgo”

“Llevábamos tres años seguidos al alza. Es una actividad muy popular y reclamada también por vecinos de otras Comunidades Autónomas”, explican desde el IAJ. “Aragón es una zona propicia porque tiene una gran variedad de territorio y muchos espacios donde hacer también deporte de aventura”, argumenta Gimeno, que insiste en que la decisión final tendrá que ser consensuada a nivel estatal, autonómico y municipal. “La prioridad ahora es la seguridad, ojalá sea posible hacerlos, pero sin poner a nadie en riesgo”, remarca.

Otras provincias españolas se encuentran exactamente con las mismas cuitas e idéntica incertidumbre. Aún a la espera de una decisión estatal, analizan los protocolos sanitarios más rígidos (más allá de lavarse las manos continuamente) y los espacios más abiertos para poder hacer actividad física. En las ciudades barajan la posibilidad de poner a disposición los patios y jardines de las escuelas para hacer una suerte de colonias urbanas.

El Ayuntamiento de Zaragoza se encuentra igualmente a la espera de ver si puede abrir ludotecas, lanzar un programa de actividades de ocio para la juventud e, incluso, la campaña de abonos de la temporada de verano se mantiene en un compás de espera. De hecho, el Consistorio ya asume que las piscinas no podrán abrir cuando estaba previsto (el 9 de junio) y que habrá q