Guindos salva el escollo de la Eurocámara con una audiencia plácida

Ni encerrona ni emboscada ni ambiente hostil. Luis de Guindos salvó este lunes su escollo más complicado de cara a su elección como próximo vicepresidente del BCE sin demasiados apuros. La audiencia pública ante la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo fue mucho mejor de lo esperado por su equipo y él mismo. Y a pesar de que ECON decidirá mañana su evaluación a puerta cerrada y quizás no sea totalmente positiva, y de que el mes que viene el pleno de la Eurocámara votará sobre él, la parte más dura y que más daño podría hacer a su reputación ha quedado atrás.

De Guindos compareció minutos después de que su futuro jefe, Mario Draghi, saliera de la misma sala. Hizo una intervención de 12 minutos en inglés, francés y español y aunque comenzó nervioso, acelerado, se fue relajando según vio que las preguntas de los eurodiputados eran sólo eso y no ataques, y que los grandes grupos (socialistas y los liberales de Alde) no iban a intentar hacer sangre, al menos en público.

El dictamen del Parlamento Europeo no es vinculante, pero en 2012 los diputados lograron retrasan y enfangar durante meses el nombramiento del luxemburgués Yves Mersch. Esta vez la institución tampoco estaba nada contenta con la elección de Guindos, porque es un ministro en activo y porque el equilibrio de género es un asunto prioritario para ellos, y muchos grupos ya avisaron de que la candidatura del español no era bienvenida. Pero el ‘hearing’ apenas tuvo componente político y se convirtió en un verdadero intercambio técnico sobre política monetaria, las reformas necesarias para la Unión Económica y Monetaria, los activos de tercer nivel de las entidades y otros temas muy concretos. Y ahí De Guindos se mostró mucho más sólido que en otras ocasiones.

En hora y media de examen, apenas tres momentos incómodos. La socialista Pervenche Berès, una de las figuras clave sobre el dictamen contrario que salió de la comisión hace 10 días, arrancó haciendo alusión al «problema de sobres» delPartido Popular, pero tras decir De Guindos que él nunca había sido diputado ni afiliado del PP, pero sí un «orgulloso miembro del Gobierno», la francesa no insistió.

Dos fueron los españoles más críticos. Paloma López, de IU, que usó sus dos minutos para arremeter contra él con frases como «es conocido su servilismo», las «reformas que le han dictado en Bruselas y Fránkfurt» o «Ha sido uno de los ministros de Finanzas más denostados de la Eurozona», pero que no se molestó ni en hacer preguntas e incluso fue llamada al orden por el presidente del comité. Y Ernest Urtasun, de ICV, que le mostró la preocupación de su grupo por los posibles conflictos de intereses y aspectos muy concretos de su gestión, durante sus años en Lehman Brother, por la situación de BMN y Bankia.

Ambos ya habían dejado claro que votarían en contra del español, que cuenta con el respaldo seguro del Partido Popular y prácticamente cerrado de los conservadores británicos. Socialistas y liberales bajaron igualmente el pistón y según fuentes de la cámara y de la propia comisión, tienen intención de abstenerse y de votar a favor respectivamente, si bien con votos individuales en contra.

La «abstención crítica» que anunció Ferraz se vio durante la tarde y el mejor ejemplo fue Jonás Fernández, quien partiendo de un punto de recelo («mi partido y yo creemos que hemos perdido oportunidad de hacerlo mejor como país»), pasó a «preguntarle directamente por Política Monetaria». Incluso el independentista Ramón Tremosa, uno de los más temidos en Madrid, cumplió sin estridencia alguna su papel de coordinador de los liberales (que le habían claramente instado a no convertir la comisión en una campo de batalla de asuntos nacionales), inquiriendo sólo si consideraba que su presencia sin haber dimitido aún «podría dañar la credibilidad del BCE».

Tras la opinión de los diputados faltará sólo la del propio BCE (de marzo) y la decisión formal de los jefes de Estado y de gobierno a finales del próximo mes en Bruselas. Pero en Fráncfort tienen ya los ojos puestos en cada palabra del todavía ministro. Sobre todo el presidente Draghi, que ayer estaba en Bruselas también.

Draghi es sistémicamente aburrido y predecible. Todas y cada una de sus palabras están pensadas, medidas, preparadas. No improvisa, no comete errores ni nunca da más de lo que quiere. Por eso el mercado practica una exégesis exhaustiva de cada una de sus intervenciones y deja a la hermenéutica las interpretaciones.

Este lunes el presidente intervino en la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, como hace regularmente. Nada nuevo en su discurso o sus respuestas, pero el calendario aportaba el morbo que le falta a la situación económica. Draghi empezó a las 16.00, con una hora de retraso por el mal tiempo en el centro de Europa, justo antes de que Luis de Guindos, el que previsiblemente sea su vicepresidente a partir del 1 de junio, se sentara en la misma silla.

Draghi venía a rendir cuentas y a responder de la manera más abstracta y menos específica posible a las preguntas de los diputados, como siempre. E inevitablemente se encontró algunas sobre De Guindos, la elección del Ecofin, el hecho de que los Gobiernos hayan ignorado los desequilibrios de género y las quejas de la Eurocámara.

La primera llegó de la mano de la socialista francesa Berès, una de las más críticas con el ministro español en su audiencia de hace 10 días en Bruselas. El italiano evitó la mayor simplemente leyendo los artículos de los Tratados que hacen referencia al método de selección de los miembros del comité ejecutivo de su institución. Y justo después deslizó lo máximo que se puede esperar de un banquero central de su calibre. «No me corresponde discutir el candidato respaldado por el Ecofin, pero la independencia del BCE está en los Tratados y desde ese punto de vista estará protegido por algo que va más allá de cualquier perfil personal».

El «cualquier perfil personal», en este caso, es el de un ministro en activo que ha llegado hoy a Bruselas sin siquiera dimitir, como todos esperaban en el Eurogrupo, en la Eurocámara y en el gabinete del propio Guindos. Y un perfil que será «evaluado por sus competencia» el próximo 8 de marzo por su «experiencia profesional en asuntos monetarios y bancarios» por el propio BCE.

Draghi se enrocó en un discurso prudente. «El BCE es una institución independiente y el marco institucional es nuestro escudo más potente frente a la interferencia política. La independencia se refleja en los Tratados y en cinco pilares, incluyendo la independencia de sus miembros». Y de ahí ya no salió.

De Guindos, poco después, evitó también toda polémica. «Pragmático» en sus visiones económicas, dio la razón al italiano en casi todos los aspectos, elogió el trabajo de la institución y sus medidas excepcionales en tiempos de crisis y se comprometió a mantener la independencia del Banco, como «siempre he hecho».