El Reino Unido también quiere un acuerdo a medida sobre seguridad tras el Brexit

La premier Theresa May lleva meses hablando de economía, demandando a Bruselas que, una vez el Reino Unido abandone el bloque, debe crearse una relación comercial “profunda y especial” con la UE. Este sábado, sin embargo, se ha centrado en materia de seguridad, pero ha vuelto a apostar por la misma fórmula: Londres también quiere un acuerdo único, otro traje a medida.

La líder tory propone preservar las capacidades desarrolladas en los últimos años, pero quiere mantener las respectivas soberanías en el ámbito legal. Londres reconocería al Tribunal de Justicia Europeo (TJUE) –institución que crea grandes divisiones dentro del ala más euroescéptica del partido- aunque éste no tendría jurisdicción en el Reino Unido. Asimismo, también quiere un mecanismo de resolución de disputa y el reconocimiento de distintos estándares en protección de datos.

La primera ministra británica ha participado en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), un foro clave sobre política internacional, en donde ha argumentado que un acuerdo en defensa entre la UE y Reino Unido precisa “voluntad política”, para que “los ciudadanos en toda Europa estén más seguros”. “Una ruptura de la actual cooperación tendría dañinas consecuencias reales”, advierte.

Esta es una cuestión especialmente delicada en las negociaciones del Brexit. En marzo del año pasado, cuando May activó formalmente el artículo 50 del Tratado de Lisboa para solicitar de manera oficial el divorcio, la palabra “seguridad” aparecía hasta once veces en los seis folios de la carta que se entregó a Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo. “En términos de seguridad, un fallo a la hora de llegar a un acuerdo supondría que nuestra cooperación en la lucha contra el crimen y el terrorismo se vería debilitada”, advertía la misiva.

De manera velada, en su notificación solemne de salida, Londres vinculaba sus contribuciones en materia de seguridad, defensa y lucha contra el terrorismo con la posibilidad de lograr un buen acuerdo económico y comercial. El texto provocó un aluvión de críticas a ambos lados del Canal de la Mancha. Pero May insiste ahora en que no utilizará la seguridad como moneda de cambio y asegura que su oferta es “incondicional”.

Actualmente, las principales iniciativas europeas que existen en esta materia incluyen la orden de detención europea -según la cual los sospechosos pueden ser rápidamente extraditados entre los estados miembros-, la Europol – agencia de inteligencia de la UE- y el Sistema de Información de Schengen de alertas en tiempo real sobre sospechosos.

Sin garantías de Bruselas

El Reino Unido defiende que, si bien el marco legal para su adhesión a estos acuerdos terminará cuando abandone la UE en marzo de 2019, quiere establecer nuevos pactos de colaboración “lo más cercanos posibles al status quo”. Esto no garantiza que, tras el divorcio, Bruselas simplemente acepte la propuesta del Ejecutivo británico. Aunque tampoco puede obviarse que el Reino Unido es actualmente el mayor proveedor europeo de la OTAN y el que mayores inversiones en defensa realiza solo superado por Estados Unidos.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, también presente en Múnich, ha asegurado que el puente entre el Reino Unido y el bloque “se mantendrá”, pero al mismo tiempo advierte que “no se puede mezclar la seguridad con otros asuntos”.

El esperado discurso este sábado de May sigue la estela del pronunciado en Lancaster House, en enero de 2017, y en Florencia, en septiembre. En el primero anunció que el Reino Unido saldría del mercado único y en el segundo que, tras el Brexit, habría un periodo de transición. Según Downing Street, estas intervenciones han sido “claves” a la hora de definir la hoja de ruta del histórico divorcio.

El problema es que, al otro lado del canal, siguen esperando detalles, porque hasta la fecha, Londres tan sólo va mandando mensajes generales sin especificar cómo quiere que sea la futura relación que quiere establecer con el club comunitario. Quiere salir del mercado único, pero a la vez quiere que la City siga teniendo de alguna manera un acceso privilegiado. Quiere tomar el control de sus fronteras, pero al mismo tiempo quiere evitar “frontera dura” en Irlanda…. El problema es que el Gabinete no logra acordar una postura y May no puede imponer su propio criterio, ya que, tras perder la mayoría absoluta en junio, no cuenta con ningún tipo de autoridad.

Pero el reloj juega en su contra. Para la cumbre europea de marzo, se tendría que llegar al acuerdo sobre el periodo de transición (bautizado como fase de implementación por los tories euroescépticos). Aunque hasta la fecha no hay atisbo de avance.

En la rueda de prensa conjunta que ofrecieron el viernes May y Angela Merkel, la canciller alemana aseguró que tenía “curiosidad”, “no frustración”, con el lento progreso del Gobierno británico a la hora de delinear su plan. Sin embargo, en la pasada cumbre de Davos, en un encuentro informal ante un reducido grupo de periodistas, la alemana sí llegó a confesar su desesperación, ya que cada vez que se reunía con May, ésta siempre le pide que le haga una oferta: “Sois vosotros los que habéis decidido salir. ¿Así que dime tú qué es lo que quieres? Y May me repite “hazme una oferta”, relató.