Entre los presentes había ancianos que viven completamente solos, familias extranjeras recién llegadas a Italia y personas que dependen de centros de acogida
El Papa León XIV compartió este domingo mesa con un centenar de personas necesitadas en el Borgo Laudato Si’, unos jardines del palacio apostólico de Castel Gandolfo donde el Vaticano desarrolla un proyecto de biodiversidad y donde el Pontífice pasa unos días de descanso desde el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen.
En un amplio cenador, dispuesto para la ocasión, se acomodaron los 110 invitados —la mayoría asistidos por la diócesis de Albano Laziale y por Cáritas—. Entre ellos había ancianos que viven completamente solos, familias extranjeras recién llegadas a Italia y personas que dependen de centros de acogida. ruana que llegó hace cinco meses a Italia junto a su marido y sus dos hijos, y por Gabriella Oliveiro, de 85 años, una de las muchas ancianas presentes.

«Somos una Iglesia de pobres»
Antes del almuerzo, León XIV dirigió unas palabras a los asistentes, poniendo el acento en el valor de la persona: «Este lugar muestra la belleza de la naturaleza de la creación, pero también nos hace pensar que la criatura más hermosa es la creada a semejanza de Dios, que somos todos nosotros».
El Papa insistió en que esa dignidad es compartida por todos y subrayó la importancia de recordar «esta presencia de Dios en cada uno». Y añadió: «Y, por lo tanto, estar aquí reunidos esta tarde, en esta comida, es vivir juntos con Dios, en esta comunión, en esta fraternidad».
Un mensaje que, en cierta forma, ya había adelantado unas horas antes durante la misa en el Santuario de Santa María della Rotonda en Albano Laziale, donde el Pontífice expresó: «Somos una Iglesia de pobres. Somos la Iglesia del Señor, una Iglesia de pobres, todos preciosos, todos partícipes, cada uno portador de una Palabra única de Dios».

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Cristian Pizarro Allard
‘Dolce Leone’ para acabar la comida
En esa misma homilía invitó a «derribar muros» y abrirse a los más necesitados: «No dejemos al Señor fuera de nuestras iglesias, de nuestras casas y de nuestra vida. Más bien, dejémoslo entrar en los pobres, y entonces haremos paz también con nuestra pobreza, a la que tememos y negamos cuando buscamos a toda costa tranquilidad y seguridad», aseveró.
El encuentro se desarrolló en un ambiente sencillo, acompañado de un menú que reflejaba la tradición culinaria de la región. Los comensales degustaron entrantes de Castelli Romani, una lasaña elaborada con productos de la huerta, la clásica parmesana, ternera asada con hierbas salteadas y una macedonia de frutas.
La comida concluyó con un postre creado expresamente para la ocasión: el Dolce Leone, una mousse de limón preparada por una pastelería local y rebautizada en homenaje al Pontífice.