La misa inaugural del Jubileo de los Jóvenes dejó una muestra clara de la esperanza y la alegría que se vivirán en los próximos días: la fuerza de ser jóvenes testigos de Cristo
Un inicio impactante por parte de monseñor Rino Fisichella durante la santa misa de este martes 29 de julio. Nada menos que en seis idiomas hablados con fluidez, ha dado la bienvenida al Jubileo a los peregrinos llegados desde los cinco continentes para vivir este encuentro «dedicado a vosotros y a la esperanza que lleváis dentro».
Tampoco ha pasado desapercibido su primer mensaje: «Están presentes amigos que vienen de muchos países en guerra: Ucrania, Palestina… y de tantos otros. Que llegue a todos el abrazo de la fraternidad que nos mantiene unidos», ha afirmado.
Por eso mismo ha querido reconocer el esfuerzo de tantos, que han hecho «grandes sacrificios por estar aquí»: «El Señor no os decepcionará; Él viene a vuestro encuentro», ha asegurado esperanzado.

Respetar la libertad de Dios
En la festividad de Santa Marta que se celebra hoy, monseñor Rino Fisichella tomó la palabra en la homilía de para ofrecer una reflexión sobre la fe, usando la figura de Marta de Betania como punto de partida. La definió como «signo de la fe», recordando la escena del Evangelio en la que ella reprocha a Jesús por no haber llegado a tiempo para salvar a Lázaro.
Desde ese pasaje, el prelado recordó que «la fe es un encuentro, pero el primero que nos encuentra es Jesús; Él nos encuentra cuando quiere, como quiere, en el tiempo establecido por Él». Una llamada a la fe y a la confianza en los tiempos de Dios, lejos de los esquemas humanos que limitan la acción del Señor.
Invitó a los presentes a entender que «nosotros estamos llamados solo a responder», señalando que la fe implica una elección libre, que permite seguir a Jesús «donde Él nos quiere conducir». En ese contexto, monseñor Fisichella puso sobre la mesa un punto clave: «Tenemos que respetar la libertad de Dios. Somos tan celosos de nuestra libertad, pero debemos entender que, cuando Dios nos encuentra, tenemos que respetar su libertad: la libertad de un Dios que no nos abandona, que no abandona a los que ama».
Además, recordó que la fe no es solo un sentir pasivo, sino que, como Marta, «es acción»: «una vida que se mueve según las enseñanzas de Jesús». Por eso concluyó que «estamos llamados a dar coraje y consuelo, a ofrecer una sonrisa a todos los que lloran». Y en ese sentido, Marta es un ejemplo vivo, pues «escuchó lo que Jesús decía». Fiel a su mensaje de esperanza, el prelado cerró con una invitación a la valentía: «No tengan miedo de ser testigos de Cristo; eso es lo que nos define como cristianos. Nosotros creemos en Él», subrayó.
Pero el momento más emocionante llegó con la ‘sorpresa final’ que el Papa preparó para todos los peregrinos: apareció inesperadamente en el papamóvil para saludar y bendecir a los fieles. La ovación que retumbó en toda la plaza y por toda la Via della Conciliazione es difícil de describir; parecía que la emoción de la multitud conmovía también a León XIV. Parece ser una muestra clara de la esperanza y la alegría que se vivirá estos días: la emoción de ser jóvenes testigos de Cristo.
«Vosotros sois sal de la tierra, luz del mundo», dijo el Santo Padre una voz potente y entusiasta a todos los presentes. «Sed siempre signos de esperanza», afirmó. Los aplausos estallaron una vez más, emocionando a todos los presentes. «Caminemos juntos con nuestra fe en Cristo», enfatizó, «y que nuestro grito sea por la paz del mundo: recemos por la paz, para ser testigos vivos de la paz de Cristo».