La frontera más antigua de Europa: separa a dos países, tiene más de 1.200 kilómetros y fue trazada en el siglo XIII

Una línea invisible de más de 1.200 kilómetros recorre montañas, ríos y aldeas desde hace más de siete siglos. Es la frontera más antigua de Europa y su origen se remonta a 1267

Pocos lugares del continente pueden presumir de una frontera que, más que dividir, ha tejido siglos de historia común. Una línea milenaria recorre paisajes fluviales, aldeas compartidas y parajes naturales de incalculable belleza a través de más de 1.200 kilómetros. Su origen se remonta al siglo XIII, cuando los reinos medievales buscaron estabilizar sus dominios con tratados escritos en latín y sellados por monarcas que se embarcaban en ambiciones cruzadas.

Esa frontera, que todavía hoy sigue en pie con mínimas variaciones, no ha sido solo un límite geográfico. Ha sido escenario de guerras, alianzas, contrabando, fugas imposibles y una convivencia que ha generado incluso vocablos propios. En sus orillas, pueblos y aldeas se entrelazan en un vaivén de identidades rayanas, que comparten mercados, iglesias, fiestas populares y hasta casas cuya cocina pertenece a un país y el dormitorio a otro.

Esa frontera es conocida como ‘La Raya’ y, durante más de siete siglos, ha separado a España de Portugal. Comenzó a trazarse oficialmente en el año 1267. Desde el río Miño en Galicia hasta la desembocadura del Guadiana en Huelva, esta línea divisoria ha sobrevivido a invasiones, tratados y revoluciones, y hoy simboliza más una unión cultural que una separación política.

El nacimiento de ‘La Raya’

Para comprender cómo nació ‘La Raya’, hay que viajar al siglo XII, cuando Alfonso Henriques, conde portucalense, derrotó a las tropas de su propia madre en la batalla de San Mamede (1128) e inició la andadura hacia la independencia del Reino de León. En 1139, tras vencer en Ourique, se proclamó rey de Portugal, y en 1143 obtuvo el reconocimiento de Alfonso VII mediante el Tratado de Zamora. Aquel fue el primer paso hacia la creación de un nuevo Estado peninsular.

placeholderFrontera entre España y Portugal (Archivo)
Frontera entre España y Portugal (Archivo)

Durante décadas, Portugal extendió sus dominios hacia el sur y el este, estableciendo villas fortificadas y consolidando territorios. En 1267, con el Tratado de Badajoz, Alfonso X de Castilla y Alfonso III de Portugal firmaron el primer acuerdo que delimitaba con intención de permanencia la frontera entre ambos reinos. Aquel tratado, aunque impreciso por las limitaciones cartográficas de la época, sirvió como base de la actual.

Treinta años después, en 1297, el Tratado de Alcañices supuso un hito fundamental. Firmado por Dionisio I de Portugal y María de Molina en nombre de Castilla, este pacto fijó definitivamente las líneas generales de la frontera. Portugal recibió, entre otras, las localidades de Olivenza, Almeida o Castelo Rodrigo, que sellaron un trazado que ha perdurado durante siglos.

Ya en época moderna, la delimitación se fue perfeccionando con tratados como el de Lisboa (1864) y el Acuerdo de Límites (1926), que oficializaron el actual recorrido de ‘La Raya’. A lo largo de su extensión, la frontera sigue cursos naturales como los ríos Miño, Duero, Tajo o Guadiana, que actúan como fronteras naturales y simbólicas entre ambos países.

Del contrabando a la cooperación: frontera de doble filo

Durante siglos, ‘La Raya’ no fue solo una línea divisoria, sino también un corredor para el contrabando. La orografía, los caminos rurales y la cercanía entre aldeas permitieron crear rutas clandestinas para mover productos como café, tabaco o textiles. El estraperlo se convirtió en modo de vida para muchas familias que sobrevivían entre dos sistemas económicos con diferentes restricciones fiscales.

placeholderRuta del contrabando trasnfronterizo Chaves - Verín. (Foto: @visitchavesverin)
Ruta del contrabando trasnfronterizo Chaves – Verín. (Foto: @visitchavesverin)

Su apogeo se vivió en tiempos de la dictadura de Salazar y el franquismo. Se realizaba a pie, en burro o en carros, aprovechando la nocturnidad y la complicidad de vecinos de ambos lados. El trueque y la economía informal florecieron, mientras los guardias vigilaban sin demasiado entusiasmo una frontera que ni ellos mismos siempre podían ubicar con precisión. Con la entrada de España y Portugal en la Unión Europea en los años 80 y el Espacio Schengen en los 90, ‘La Raya’ dejó de ser un muro y se convirtió en un puente.

Hoy, gracias a los fondos europeos y acuerdos bilaterales, ambos países impulsan proyectos conjuntos de desarrollo rural, infraestructuras compartidas y promoción turística en las zonas limítrofes. Este nuevo marco de cooperación ha permitido reforzar la identidad rayana, ese sentimiento de pertenencia a dos países al mismo tiempo. Las ferias binacionales, los colegios bilingües y las iniciativas culturales transfronterizas demuestran que la historia compartida ha encontrado nuevas formas de expresión.

Anécdotas fronterizas: casas divididas y pueblos “sin país”

‘La Raya’ ha dado lugar a historias sorprendentes, como la de las Casas de la Duda en Valencia de Alcántara (Cáceres). Allí, una vivienda podía tener el salón en España y el baño en Portugal. Esta peculiaridad legal permitió que algunos prófugos burlaran a la justicia: bastaba con entrar por una puerta y salir por otra para eludir a las autoridades del país vecino.

Otro caso emblemático fue el del Couto Mixto, un pequeño territorio en la frontera de Galicia y Portugal que durante siglos no perteneció oficialmente a ningún Estado. Sin impuestos ni servicio militar, sus habitantes vivieron al margen de los reinos peninsulares hasta su integración en el siglo XIX. Hoy, sus pueblos (Meaus, Santiago y Rubiás) conservan una memoria viva de aquel singular estatus.

En la parte norte de ‘La Raya’, en zonas como Soutelinho da Raia o Lama d’Arcos, la frontera llegó a modificarse unos metros para respetar las necesidades cotidianas de los vecinos. A veces era más sencillo mover la línea que reubicar una fuente o una capilla. Este tipo de adaptaciones muestran cómo la frontera, por rígida que parezca en los mapas, ha sido históricamente flexible al sentido común.

´La Raya´es una frontera que une más de lo que separa. En la actualidad, más que una barrera, es un encuentro de culturas

Historias como estas confirman que ‘La Raya’ es mucho más que una línea trazada en papel. Es una frontera que une más de lo que separa, y cuya longevidad solo se entiende si se considera no como una barrera, sino como un espacio de encuentro entre culturas, lenguas y formas de vida. Una frontera viva, con más de 750 años de historia compartida.