Von der Leyen señala que la pesca se ha convertido en el gran escollo para el Brexit

La fumata negra comienza a tornarse gris. La presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, informó este miércoles en el Parlamento Europeo de los avances tras jornadas maratonianas de trabajo de los dos equipos negociadores. “Tal y como están las cosas, no puedo decirles si habrá o no acuerdo, pero puedo decirles que ahora hay un camino hacia el acuerdo. Es un camino que puede ser muy estrecho, pero está ahí”, explicó la política alemana.

Todo indica que el momento de inflexión se produjo este pasado domingo tras la llamada telefónica entre Von der Leyen y el primer ministro británico Boris JohnsonLas dos partes decidieron explorar “una milla extra” según la expresión británica y parece que el último esfuerzo está dando resultados, no se sabe si definitivos. El hilo del que pende el acuerdo sigue siendo frágil. Si es imposible sellar un pacto, el próximo 1 de enero se desencadenará un Brexit caótico entre las dos orillas del Canal de la Mancha, lo que supondrá la vuelta de aranceles y cuotas en los intercambios comerciales según las normas de la Organización Mundial del Comercio.

Von der Leyen desveló hoy que el capítulo de la gobernanza para hacer cumplir el acuerdo ha quedado zanjado y que también se están produciendo avances en el flanco de la competencia desleal. La pesca se ha convertido así en el gran escollo en los momentos decisivos. Von der Leyen reconoció que las negociaciones están siendo difíciles y que “a veces parece que no seremos capaces de resolver esta cuestión”. Los Veintisiete quieren mantener el acceso a los caladeros británicos para sus pescadores en las mismas condiciones que hasta ahora mientras que Reino Unido defiende que las capturas se negocien una vez al año, tal y como ahora sucede en el acuerdo de pesca entre el bloque comunitario y Noruega. La política alemana, sin embargo, defendió la “predictibilidad y estabilidad” para los pescadores comunitarios, ya que están más de 100 especies en juego.

En el terreno de los logros de los últimos días, Reino Unido se compromete a mantener los estándares comunitarios en ámbitos como la la normativa medioambiental, derechos sociales, fiscalidad y subvenciones públicas. La Unión Europea siempre ha defendido que las islas no pueden convertirse en un Singapur al otro lado del Canal de la Mancha mientras siguen disfrutando del acceso pleno al mercado interior, ya que esto dañaría de muerte a las empresas comunitarias que se enfrentarían a una doble vara de medir. Tras muchos titubeos, Downing Street ha acabado aceptando este principio bautizado como de “no regresión”. Además, Londres ha cedido en al creación de un mecanismo que incluiría un sistema de arbitraje. Los Veintisiete pretenden poder imponer la reintroducción de aranceles y cuotas si Reino Unido vulnera la integridad del mercado único.

Asimismo, el bloque podrá actuar de manera unilateral en el caso de las subvenciones públicas, pero la gran dificultad reside en la legislación que el club comunitario seguirá poniendo en marcha en los años venideros y que puede volverse progresivamente más estricta en ciertos ámbitos. Una situación que generaría divergencias y fricciones que los Veintisiete quieren evitar a toda costa.

Hasta el momento, Londres siempre había defendido la necesidad de recuperar su soberanía y poder apartarse con libertad de los parámetros europeos presentes y futuros, en coherencia con el lema “recuperar el control” , esgrimido durante la campaña del referéndum en 2016. Para los brexiters, la insoportable burocracia comunitaria supone un lastre para la competitividad de sus productos en los mercados internacionales, pero todo indica que soltar amarras no resultará tan fácil.

Los sueños de Boris Johnson de firmar nuevos acuerdo comerciales con otros países para poder amortiguar el posible daño de no poder acceder al mercado europeo, su primer socio comercial, también se han mostrado algo quiméricos. El presidente electo de EEUU, Joe Biden, ha aguado las esperanzas de un pacto prioritario con Londres en este terreno.

A pesar del cierto optimismo que empieza a reinar en la capital comunitaria, se da por supuesto que los dos equipos negociadores van a seguir trabajando sin descanso durante la jornada de mañana y puede que de mañana. Una vez más, negociaciones in extremis.

Von der Leyen ha aprovechado su comparecencia para pedir colaboración y buena voluntad a los eurodiputados. Aunque se viene especulando desde hace semanas con la convocatoria de una sesión extraordinaria el próximo 28 de diciembre, todo indica que no habrá suficiente tiempo para estudiar un acuerdo tan complejo. Una de las hipótesis reside en la entrada en vigor provisional y posponer la votación hasta principios del nuevo año.

En caso de que no pueda llegar la fumata blanca a tiempo, el Ejecutivo comunitario ha presentado un plan para mantener la conectividad por tierra, mar y aire con una duración de seis meses y siempre y cuándo Reino Unido actúe de manera recíproca.