«Cristo Rey y su Sagrado Corazón»: El documental que interpela a una generación que ha olvidado a Dios

Se estrenó el 16 de noviembre y se puede ver gratuitamente en el canal de YouTube de HM Televisión, que tiene más de 175.000 suscriptores

Este domingo, en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo —culminación del tiempo ordinario y cierre del año litúrgico— la mirada de muchos vuelve a dirigirse a un estreno reciente que no ha pasado desapercibido: Cristo Rey y su Sagrado Corazón, el nuevo docudrama de HM Televisión.

La producción marca un giro en la trayectoria del canal, que tras años dedicados a figuras emblemáticas del medievo, como santa Juana de Arco o el rey san Fernando, decide ahora situar el foco en el corazón mismo del cristianismo: Cristo, aquel que pronunció unas palabras que siguen atravesando los siglos: «Yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad» (Jn 18, 37).

La mirada al Corazón que sostiene a un mundo herido

La directora del proyecto, la Hermana Teresa María Pérez, reconoce que el centenario de Quas Primas —la encíclica con la que Pío XI instituyó la fiesta de Cristo Rey en 1925— fue un motor importante en la decisión de hacer el documental. Pero no el único. El detonante surgió del desconcierto espiritual de muchos ante un mundo que parece haber dado la espalda a Dios.

Una generación que —dice— no solo vive como si Él no existiera, sino que «le expulsa violentamente de la esfera social». Por eso el documental busca recordar una certeza olvidada: que «toda la Creación pertenece al único Rey y Señor, Jesucristo». «Veremos cómo se ha extendido el Reino de Dios a través de los siglos y qué ideologías pretenden suplantar su reinado», explican desde HM Televisión.

De ahí que la producción llegue precisamente ahora, respaldada por las voces de más de quince expertos —entre ellos, monseñor Juan Antonio Reig Pla, el obispo Ginés Ramón García Beltrán, el profesor emérito Alberto Bárcena o la superiora federal de las Salesas en España, Madre María Begoña— para subrayar esas palabras de «Cristo vive, Cristo reina y Cristo impera». Una certeza que sostuvo a quienes entregaron la vida al grito de «Viva Cristo Rey» tras la institución de la fiesta en 1925.

Monseñor Ginés Ramón García Beltrán, obispo de Getafe, apunta a un aspecto esencial: «Desde España, sentimos una llamada especial a vivir en el Corazón de Cristo». El docudrama subraya esta relación entre el reinado de Jesús y su Sagrado Corazón no solo como una devoción privada, sino como una clave para comprender la historia, la vida personal y la misión de la Iglesia.

Un reinado que se juega en el terreno de la esperanza

El documental recorre, mediante escenas dramatizadas, la vida de la beata sor María del Divino Corazón, la humilde religiosa a la que el Señor se reveló para pedir la consagración del mundo a su Sagrado Corazón. En esa misma línea se sitúan las palabras de Madre María Begoña, superiora federal de las Salesas, quien en el documental recuerda que «Jesús nos pide la consagración a su Corazón, ese ofrecerle todo: todo lo que somos, lo que tenemos, nuestros sufrimientos, nuestras cruces, nuestras alegrías, lo que hacemos bien, lo que no, todo. Él lo quiere todo».

El profesor Valentín Aparicio Lara, biblista, subraya la dimensión teológica de la propuesta: «Los cristianos tienen que levantar los ojos y contemplar a Cristo Rey para tener esperanza». El documental recoge esta llamada como una invitación a leer el presente sin ingenuidad pero sin miedo: una mirada realista que parte de la confianza en un señorío que no se impone por la fuerza, sino que reclama el corazón humano.

Consciente de que «la lucha nos abruma y sobrepasa», el fiel acude —como señala la directora— a quien tiene el poder «para recapitular todas las cosas en Él» (Ef 1, 10). A lo largo de los siglos, Dios se ha servido de instrumentos pobres, de personas que, conociendo sus límites, se han dejado conducir por Él. El documental avanza precisamente en esa dirección: el Reino avanza cuando alguien se atreve a decir que sí. Y, a veces, un solo sí es suficiente para cambiar el curso de la historia.