Tal y como marca la tradición, el hospital ha celebrado su particular pregón de las Fiestas del Pilar
Pocos minutos después de que el reloj marcara las diez de la mañana, los pasillos del Hospital Materno-Infantil de Zaragoza se han convertido en un ajetreo constante de personas que han llenado de risas, sonrisas y gritos de emoción las habitaciones de los niños ingresados como si se tratara de una fiesta. Y es que así ha sido, tal y como marca la tradición, el hospital ha celebrado su particular pregón de las Fiestas del Pilar para aquellos pequeños que este año no podrán acudir al del sábado.
Cabezudos, payasos, jugadores del Casademont Zaragoza, Zarpa, la mascota del Real Zaragoza de la federación de peñas del equipo y otras entidades como Bomberos de Zaragoza, Policía Nacional o Policía Local. Todos ellos han permitido salir de la rutina hospitalaria a los niños ingresados a los que han alegrado el día con su visita y con los regalos que les han entregado.
ANÉCDOTAS Y SONRISAS EN UNA JORNADA DIFERENTE
Con una gran sonrisa y una mirada un poco “pillina”, Manuel, de 13 años, ha recibido unos lacasitos que, para sorpresa de todos, ha confesado ser “diabético”. Un comentario sin maldad que ha provocado las risas que todos los que allí se encontraban. A pesar de este pequeño “error”, el joven ha asegurado que jornadas como esta alegran el día y que “tiene muchas ganas de disfrutar de las fiestas”. Aunque, este año, no disfrutar de lo que más le entusiasma, las ferias.
Para Susana, su madre, es una alegría que se celebren este tipo de jornadas: “Es un día distinto y se pasa mucho más rápido. Saca de la rutina y mi chico está muy contento”. “Ojalá hubiera más días así”, ha añadido.
Unas habitaciones más allá, se encontraba la dulce Valeria que a sus tres añitos ya conoce lo que son las Fiestas del Pilar y tiene claras preferencias: “Los cabezudos y los caramelos”. Eso sí, las “charangas” tampoco no se las pierde. A su cuarto han entrado unas payasas “muy cómicas” a las que Valeria no dejaba de mirar encandilada y que la han obsequiado con unas “pompas de jabón”.
Después ha sido el turno de Miguel, de nueve años, que estaba emocionado por poder abrazar a Blanquillo, la mascota del Real Zaragoza, y al exjugador maño Cedrún porque es aficionado del equipo “a pesar de estar sufriendo con la temporada de este año”. Al margen de esto, ha disfrutado de los cabezudos porque son sus “favoritos” de las fiestas.
No solo disfrutan los niños y sus familias, sino que también los profesionales sanitarios comparten la felicidad de los niños al poder verlos “sonreír y disfrutar”. Son palabras de la supervisora de Enfermería de la planta de Pediatría B, Esther Monge, quien ha indicado que es una iniciativa que supone “un momento de distracción para los pequeños donde pueden llegar a olvidar por qué están allí y disfrutar en familia”.