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Don Felipe reivindica en La Toja «el espíritu de concordia» de la Transición, «admirada tanto en Europa como en muchos lugares del mundo»
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«Ni la radicalidad ni la división aportan soluciones»
«Es evidente que el orden mundial (algunos lo llaman desorden…), tal y como lo conocíamos, está cambiando. Hace un siglo, en otro tiempo convulso, ya se advertía que cuando el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en aparecer, en ese claroscuro, surgen los monstruos. Ese claroscuro podría definir nuestra época hoy».
El Rey ha hecho este jueves esta advertencia durante la inauguración del Foro de La Toja-Vínculo Atlántico, que en esta edición ha galardonado a los padres de la Constitución, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca i Junyent.
Don Felipe ha afirmado que «la arquitectura internacional construida tras la II Guerra Mundial se debilita» y «el multilateralismo se ve desplazado por la multipolaridad, por la nueva distribución de los centros de poder que se configuran sobre rivalidades geopolíticas».
Tal y como ha explicado el Rey, «proliferan actores y discursos que relativizan los valores universales, cuestionan los Derechos Humanos e instrumentalizan la interdependencia económica como mecanismo de presión». «El lenguaje de la concertación es reemplazado por el de la coerción y la violencia», ha dicho, como ha ocurrido en Ucrania, Gaza, Sudán o el Sahel.
Repensar el multilateralismo
Según el Rey, «la exigencia de nuestro tiempo no es renunciar al multilateralismo, sino repensarlo, reforzarlo y adaptarlo a un mundo en transformación». Porque el multilateralismo, ha dicho, «sigue siendo una herramienta indispensable».
«Es el marco que permite a la comunidad internacional regirse por reglas compartidas —principios, normas y procedimientos— que ordenan la convivencia entre los Estados, reducen la arbitrariedad y ofrecen mecanismos pacíficos para resolver diferencias, manteniendo viva la aspiración de un sistema internacional sustentado en la cooperación y no en la fuerza», ha agregado.
No obstante, el Jefe del Estado ha reconocido que la ONU, a pesar del «logro institucional de enorme trascendencia» que representó, se halla sometida hoy «a una intensa campaña de descrédito» y, además, «presenta signos de fatiga institucional y estructural que, en ciertos contextos, limitan su capacidad de respuesta».
Principios éticos
Ante este panorama, el Rey ha defendido «los valores que inspiraron el multilateralismo» y ha alertado de que «ni la radicalidad ni la división aportan soluciones, como tampoco lo hace un liderazgo que se queda en la retórica». Para Don Felipe, «la verdadera fuerza, la duradera y profunda, la que necesitamos para afrontar los enormes retos de nuestro tiempo, se fundamenta en principios éticos» y «en respuestas políticas eficaces a lo que los ciudadanos reclaman».
«No podemos permitir que la desafección, la pérdida de cohesión o los ataques externos nos hagan retroceder en el camino recorrido durante estas décadas o rendirnos al caos, los conflictos, los intereses, los sometimientos, el odio; al contrario, debemos reafirmar esos valores éticos como la base sobre la que construir un mejor futuro».
El ejemplo de la Transición
En otro momento de su discurso, el Rey se ha referido a la Transición española y a la democracia todavía joven que era España cuando se integró a Europa: «Fue otro gran paso buscado precisamente por esa democracia, con gran consenso entre sus muy dispares protagonistas políticos e institucionales, como parte de su propio proyecto, como un contrafuerte casi fundacional que asegurase el éxito colectivo de nuestra transición política; admirada, por cierto, tanto en Europa, como en muchos lugares del mundo».

El Rey entrega el Premio «Foro La Toja-Josep Piqué» a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca i Junyent Casa del Rey
De los padres de la Constitución -dos de ellos presentes en el acto, Herrero de Miñón y Miquel Roca-, ha afirmado que «supieron alumbrar un texto que acogiera a todos y no excluyera a nadie». Y ha citado unas palabras de Miquel Roca: «Solo desde el respeto a la libertad de todos podemos reclamar la nuestra; la democracia es pacto, es voluntad de acordar, es construir con y desde la diversidad». A lo que ha añadido el Rey: «Una convicción que sigue siendo el cimiento más sólido de nuestra vida democrática».
Don Felipe ha manifestado que «ese logro, que aún hoy despierta admiración, no dependió tanto de la redacción pulcra y precisa del texto, como del espíritu de concordia que sus redactores supieron trasladar y sin el cual nunca hubiera visto la luz ni habría alcanzado su prolongada vigencia».
Según el Rey, «esa experiencia nos sirvió en España entonces, y sigue siendo una guía muy valiosa para reflexionar, en medio de estos claroscuros, sobre cómo afrontar el desafío de construir un nuevo orden mundial».