El adiós de Nadal fue emotivo y frío por la derrota de España contra Países Bajos. También por no contar con el abrazo de Federer y Djokovic y las butacas vacías del Martín Carpena
La imagen más bonita que queda del último partido de Rafa Nadal como tenista profesional son sus lágrimas con el himno nacional. Lo demás es mejorable. Desde la elección de participantes para los partidos de individuales y dobles contra Países Bajos hasta la frialdad en las gradas del Martín Carpena y un homenaje en el que no estuvieron de manera presencial ni Roger Federer ni Novak Djokovic.
Los amigos están para los momentos más importantes y en Málaga se echó de menos al suizo y al serbio. No acudieron. No tuvieron entre sus planes que Rafa Nadal podía decir adiós contra Países Bajos. Federer lo resolvió con una carta en sus redes sociales que publicó antes del partido de Rafa contra Botic. Tampoco era el momento más oportuno hacerlo antes de jugar y acaparó el foco. Protocolo.
Rafa sí estuvo hace un par de años en la retirada del suizo en Londres. Jugó un dobles con Federer en la Laver Cup y quedó para la historia la imagen de dos compañeros, rivales en las pistas y amigos llorando por la emoción de un final. A Rafa Nadal le dejó solo Federer, a pesar de publicar una carta en la que elogiaba hasta las supersticiones del balear. «El día que entraste en Miami con tu camiseta roja sin mangas… Hiciste que disfrutara del juego aún más…». Habría estado mejor el suizo yendo a Málaga a darle un abrazo a Rafa Nadal en el día de su final que publicar una carta viral. Un error.
Lo de Novak Djokovic tampoco tiene explicación. El serbio se encuentra en Marbella y en sus planes estaba acudir a ver a Rafa Nadal el fin de semana. También contaba con que España eliminaría a Países Bajos y el cálculo salió mal. Djokovic no tiene con Nadal el feeling que sí le une al balear con Federer. Pero podía haber hecho de presencia por el Martín Carpena en un gesto de deportividad y compañerismo.
Ninguno de los dos arroparon a Rafa Nadal en su último partido. Aparecieron en un vídeo en la ceremonia de homenaje, como tantos otros, para darle las gracias. La guinda perfecta al adiós hubiera sido ver a Federer y Djokovic dando un abrazo a Rafa Nadal. Otra de las ausencias significativas en Málaga fue la de su tío y primer entrenador, Toni Nadal. Estaba en Roma.
El que siembra, recoge. Rafa Nadal ha sido un ejemplo de deportista, tanto en la victoria como en la derrota, y como compañero. Ha dado alegrías durante dos décadas a los aficionados, nos ha hecho vibrar, emocionarnos, sentirnos orgullosos de su raza, competitividad, espíritu… Merecía un adiós con más calor y en un recinto en el que no hubiera butacas vacías.
No ha sido así. Se ha despedido un lunes de madrugada, con cartas y vídeos, un homenaje improvisado y corto porque se esperaba que llegara al fin de semana. La agenda de los VIPS. Tampoco ayudó que los partidos no se vieran en abierto por la televisión. Demasiados errores en un ambiente desangelado y poco esfuerzo para arropar a una leyenda.
Da la sensación de que en Francia han preparado mejor el adiós de Rafa Nadal con homenajes en Roland Garros, dándole la antorcha olímpica, con un espectáculo en la Plaza del Trocadero para elogiar su figura, un símbolo a la altura de la Torre Eiffel y portadas en los medios de comunicación. «La gran leyenda de tierra y oro», dice Le Figaro. «Se nos va el coloso de la arcilla», publica L’Equipe. En Francia deja un enorme vacío.