Desde el 1 de abril, la Policía Área del Báltico ha interceptado una veintena de alertas reales, la mayoría rusas
Don Felipe se ha puesto en la piel de los militares españoles que forman parte de la Policía Área del Báltico (BAP). Se ha desplazado hasta la ciudad de Siauliai (Lituania), donde el Ejército del Aire es el encargado de proteger el espacio aéreo aliado. Allí en la base aérea se ha reunido con parte del contingente español y ha escuchado cómo se organizan los cerca de 190 efectivos para proporcionar protección entre los países aliados en medio de la escalada de tensión en el flanco este como consecuencia de la segunda invasión rusa de Ucrania. En Lituania se encuentra la primera de las dos misiones que la Alianza tiene desplegadas para la defensa colectiva. La segunda de ellas está en la vecina Estonia y se estableció tras la anexión rusa de Crimea en 2014.
En su visita, el Jefe del Estado, vestido esta ocasión con el uniforme del Ejército de Aire, ha visitado el destacamento «Vilkas», compuesto de manera permanente por 150 militares, que pasan a ser 189 en los periodos de un mes que se despliega el Ala 31. Su trabajo consiste en llevar a cabo las labores de fuerza, comunicaciones y sistemas de la información y contrainformación. Cuenta además con ocho cazas F-18 y un avión de rebastecimiento. Desde el 1 de abril, España lidera esta misión de Policía Aérea del Báltico la OTAN, en la que nuestro país participa en diferentes periodos al año desde 2006 y de forma ininterrumpida desde 2015. En todo este tiempo han sido numerosas las aeronaves rusas que han interceptado cuando volaban cerca del espacio aéreo aliado, en concreto por el corredor que cubre el trayecto Kaliningrado-San Petersburgo. Al hacerlo sin identificar, en los radares de la Alianza se muestran como una posible amenaza, por lo que los aviones de combate aliados han de despegar en menos de 15 minutos para interceptarles, identificarles y hacerles ver que están ahí como fuerza de protección.
Según ha explicado a LA RAZÓN, el teniente Rafael de Carlos Alonso desde el inicio de la misión se han detectado alrededor de veinte alertas reales. “La última el pasado viernes”, aseguró. Explica que suelen salir cuando se detecta un cambio de rumbo o altura anormales además de aeronaves que no comunica su ruta. El objetivo es “disuadir”. Es decir, según explica, las aeronaves rusa suelen modificar su trayectoria y se marchan. Este ejercicio les ayuda, según revela, a practicar “el procedimiento en cadena”. Sobre la visita del Rey, señala que es un “honor” porque permite que el Rey conozca in situ “la profesionalidad” del destacamento.
Hasta la base se desplazó a media tarde de ayer tras los actos institucionales en la capital, Vilnus, en compañía del presidente de la República de Lituania, Gitanas Nauseda, el Rey Felipe VI insistió en que la “cooperación es indispensable para fomentar la estabilidad y la prosperidad”. Las calles de la capital estaban prácticamente vacías, adornadas con banderas ucranianas e incluso en uno de los edificios de la ciudad puede leerse «Putin la Haya te está esperando», prueba del compromiso del país con la Alianza.