Artemis I ameriza con éxito en el Océano Pacífico

La misión lunar ha pasado 24 días de viaje en los que ha cubierto más de 400.000 km

Esta tarde, la misión Artemis I ha regresado a la Tierra tras pasar unos días sobrevolando la Luna. Un viaje relativamente corto para haber sido al espacio. No hace tanto que Artemis I despegó de Cabo Cañaveral, concretamente el 16 de noviembre. Desde entonces han pasado tan solo 24 días y, sin embargo, ha viajado más lejos que ninguna otra nave diseñada para llevar humanos.

Concretamente, Artemis I ha recorrido más de 400.000 kilómetros, que era el anterior récord, imbatido desde que el Apolo 13 completó su viaje en 1970. Hay quienes se preguntan cómo es posible que no hayamos roto el récord desde entonces, a pesar de los muchos hitos espaciales que hemos cumplido en este tiempo. El motivo es sencillo: tras las misiones Apolo perdimos el “interés” de enviar humanos en las misiones espaciales. Los robots eran más eficientes para tareas básicas y el riesgo si algo fallaba era mucho menor al no jugarse vidas humanas.

Apolo y Artemisa

El Apolo 17 volvió a la Tierra el 19 de diciembre de 1972. Casi 50 años después, la NASA ha vuelto a soñar con astronautas que pisan otros mundos y Artemis recogerá el testigo de aquellas icónicas misiones. En esta primera misión la idea era poner todo a punto, comprobar posibles fallos, garantizar que la seguridad es máxima para que, en futuras misiones, el espacio destinado a la tripulación lo ocupen seres humanos reales, porque en este caso, en Artemis I no viajan personas, sino maniquíes.

Estos tres “muñecos” incluso tienen nombres: Helga, Zohar y el favorito de todos, Moonikin Campos. Tras el amerizaje, la NASA comprobará la seguridad de los componentes de la misión Artemis I y podrá seguir adelante con Artemis II, que posiblemente despegará durante 2024 para sobrevolar nuestro satélite una vez más, solo que, en este caso, al fin volverá a transportar humanos. Aunque no serán ellos quienes vuelvan a hundir sus botas en el regolito lunar, eso es algo que posiblemente esté reservado para la misión Artemis III, para la que todavía no tenemos fecha.

El amerizaje

El 10 de diciembre se hicieron las últimas pruebas antes de que Artemis I empezara el descenso.

Entre otras cosas, los expertos valoraron el efecto de las altas temperaturas en los paneles solares y orientaron la nave, preparándola para volver a entrar en la atmósfera terrestre con un quinto encendido de sus motores. Cinco horas antes de la reentrada, los motores se volvieron a encender para comenzar el descenso. Poco después (y antes de que vuelva a nuestra atmósfera) el módulo de la tripulación se separó del módulo de servicio.

El módulo de servicio entró en combustión a medida que descendía a través de la atmósfera a 40.000 kilómetros por hora, pero el de la tripulación, en cambio, estaba preparado para depositar a sus maniquíes indemnes en el Océano Pacífico. Para ello cuenta con un escudo térmico para protegerlo de la temperatura que alcanzan los módulos al descender por la atmósfera, evitando que se queme como ocurrirá con el módulo de servicio. La otra estrategia más vistosa es, posiblemente, el paracaídas que reducirá su velocidad durante el final del descenso. Justo antes de que empiece la caída, las comunicaciones de la nave habrán cambiado de la red de espacio profundo de la NASA a la de espacio cercano. Durante el descenso, la temperatura del casco será tan alta que convertirá el aire en plasma ionizado, esto es, átomos cuyos electrones se desprenden dándoles carga eléctrica y, por lo tanto, interrumpiendo las comunicaciones. No obstante, un equipo de rescate ya estará esperando a la nave en el lugar donde se espera la zambullida.

Tras tantos retrasos, Artemis I ha llegado al final de su viaje, demostrando de lo que la humanidad es capaz con todo el conocimiento que ha acumulado durante siglos. Pero, sobre todo, estamos ante un símbolo. Un momento histórico de lo que tal vez sea el retorno de los humanos al espacio, la primera intentona en firme tras un desierto de metal motorizado. 

Pronto volveremos a ser los protagonistas de nuestras aventuras espaciales, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. ¿Será esta vez la definitiva?

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Cada kilo extra que se sube a un cohete supone un gran sobrecoste, no solo porque hay que añadir la cantidad de combustible necesaria para superar ese peso a mayores, sino porque hay que sumarle el combustible que ayudará a hacer despegar el peso del combustible que acabamos de añadir. Puede parecer una tontería y, por supuesto, tiene solución, pero nos permite entender uno de los principales problemas del despegue y por qué un cohete como, por ejemplo, el Saturno V, es en un 85% de su peso, combustible. Visto así, enviar un peluche de Snoopy, y asumiendo un peso promedio, ha podido costar un par de miles de euros, lo cual, en la partida total, es casi nada.