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El PP admite que el debate de la sedición «agita al electorado de Vox» y le hace crecer

El desafío independentista fue el combustible perfecto que hizo a Vox crecer electoralmente hace cuatro años. Primero, consolidando su entrada en el primera cámara autonómica, la andaluza; y, después, un año más tarde, convirtiéndose en tercera fuerza nacional desde lo extraparlamentario tras la repetición de comicios el 10-N. La decisión de Pedro Sánchez de eliminar el delito de sedición y rebajar la malversación a la medida de los cabecillas de ese proceso puede insuflarle, de nuevo, la fuerza que se iba dejando en los sondeos con intención de voto. Sobre todo, a raíz de los problemas internos atravesados con su exariete parlamentario Macarena Olona en los últimos meses. Los reflejos de Santiago Abascal al anunciar su segunda moción de censura a Sánchez ponen de nuevo el foco sobre este partido, en la misma medida en que extienden un interrogante sobre la respuesta del PP, mucho más cauto en su estrategia.

Génova y sus barones territoriales han rechazado sistemáticamente el camino de la moción de censura. Primero, porque está condenada al fracaso; segundo, porque entienden que beneficia a aquel a quien presuntamente se cuestiona; tercero, porque quieren evitar verse de nuevo en una foto junto a Abascal. Todo son desventajas, aducen en el cuartel general de los populares, aún a sabiendas de que «hay temáticas que hacen crecer a Vox» y esta es, sin duda, la que más les alimenta.

El PP no secundará la moción de Vox

Fuentes de la dirección del PP responden con un rotundo «no» a la pregunta de si secundarán la anunciada moción, para la que Abascal dice estar buscando un perfil independiente y alternativo que confrontar a Sánchez. Ya lo buscó y rebuscó en octubre de 2020, en su primer intento de moción al presidente del Gobierno y cuando al frente de los populares se encontraba Pablo Casado, quien vetó cualquier vínculo sólido con el partido ultra. Por entonces, ante esa proceso para destituir a Sánchez, todo fueron «noes», entre ellos el del ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja.

Entonces la moción fue respondida por el PP con un ataque en toda regla de Casado a Abascal, al que llegó a afearle que había vivido toda la vida a la sombra del partido al que ahora poco menos que traicionaba. «Esta moción no dispara contra el Gobierno, sino contra el partido que le ha dado trabajo durante 15 años. El tiro le ha salido por la culata. Hasta aquí hemos llegado», sentenció el entonces líder popular. Desde entonces, y hasta finales de septiembre, las relaciones entre PP y Vox no se han restaurado y normalizado. Todo, tras contactos previos de equipos designados por ambos grupos y con una reunión final entre Alberto Núñez Feijóo y Abascal en el Eurostars Madrid Tower.

Porque antes y ahora la sensación principal es que la moción no es tanto contra Sánchez, al que se da ocasión de volver a demostrar en el Congreso la fuerza de sus apoyos parlamentarios, sino poner en evidencia al primer partido de la oposición. Lo decía de manera harto cruda el exportavoz del PP y del Grupo Popular, hoy senador, Rafael Hernando, que nunca ha pasado por ser un blando. «Todas la terminales voxistas (sic) están con la letanía de presentar una moción de censura que saben que será inútil y no servirá para echar a Sánchez, sino para reforzarle. Ya pasó con la anterior», escribió en su cuenta de Twitter. Y añadió: «Harán mejor en intentar reparar el agujero que les está provocando Olona».

Olona critica una moción «contra el PP», mientras Álvarez de Toledo la apoya

Precisamente, al PP le ha salido una aliada inesperada, la propia Macarena Olona, quien desde su salida de Vox no ha dejado escapar la oportunidad de marcar distancias con sus antiguos compañeros de filas, en general, y contra Abascal, en particular. Y es que no sólo ha expresado su oposición a la moción de censura, sino que cree que ésta se presenta contra Feijóo y no contra Sánchez. «Los españoles no van a comer con una moción de cesura contra el PP», escribió por la misma red social. Ni Génova ha resumido tan bien su sentir hacia el movimiento de Vox.

Hoy por hoy la única diputada popular que, al menos públicamente, se ha sumado a la vía de la moción de censura es Cayetana Álvarez de Toledo. Siempre a contracorriente, la también exportavoz parlamentaria del PP, defendió este viernes en un acto de Convivencia Cívica Catalana que «no vas a ganar en números, eso no va a suceder porque la coalición ‘frankenstein’ no se va a mover, pero sí podrás ganar el debate político». De hecho, Núñez Feijóo podría tomar la palabra en la Cámara Baja en calidad de presidenciable sin necesidad de tener acta de diputado y sin límite de tiempo.

Tras aferrarse al mantra de que la auténtica moción es la del 28 de mayo de 2023, día de las elecciones locales y autonómicas, Génova se va a poner «de inmediato», dicen, con su doble estrategia de acudir al Tribunal Constitucional y a la Unión Europea, aunque no podrán presentar ningún recurso de inconstitucionalidad hasta que la reforma culmine en el Congreso de los Diputados, previsiblemente en el pleno del próximo 15 de diciembre.

Pero las medidas anunciadas por el gallego necesitan de tiempo para materializarse. Tiempo para que se aprueben en el Congreso; tiempo para que el Constitucional, siempre de digestiones lentas, tome una decisión que le puede llevar años; tiempo para llegar a la presidencia del Gobierno. Lo único que puede acelerar es la denuncia ante a Unión Europea, sobre todo tras el último informe Greco que no deja a España bien parada en temas de justicia y de lucha contra la corrupción por la imbricación entre el poder político y el judicial.

Génova admite que Vox se beneficia del debate de la sedición

Los populares ya pidieron la comparecencia de la habitualmente «desaparecida» ministra de Justicia, Pilar Llop, ante la comisión de libertades civiles del Parlamento Europeo para explicar la reforma del Código Penal en lo que afecta a la derogación del delito de sedición y a la rebaja de la malversación. Pero el margen de maniobra de la Comisión Europea es limitado, más preocupado ahora por las cuestiones energéticas.

En Génova, admiten que estos temas «agitan al electorado de Vox», traducido en una cierta recuperación demoscópica, «pero eso no significa que nosotros quedemos fuera», aducen. En todo caso se aferran al dato de que «no hay un cambio de bloques» que beneficie más al de la izquierda que al de la derecha.

«Feijóo tiene que hacerlo»

Si hay un consenso entre Vox y Ciudadanos (Cs), es el de la necesidad de emprender una moción de censura frente a Sánchez. Pero ella, consideran, debe pasar por el liderazgo del PP al ser el principal partido de la oposición. Ante esa negativa, ambos grupos concluyen que Núñez Feijóo teme exponerse y que eso afecte a las encuestas electorales y su ventaja frente a Sánchez. Es «un cobarde», afirmaron en el seno naranja ante la primera negativa. «No puede ser que siempre seamos nosotros quienes tomemos la iniciativa», comentaron desde la cúpula del partido ultraconservador, sobre todo después de la «tibia» respuesta de Núñez Feijóo al registro de la propuesta para derogar la sedición el viernes 11 de noviembre; limitada a revertir los cambios y a endurecer las penas y tipificar la celebración de referéndums ilegales. También por los actos alternativos a los convocados por Vox, que el partido ridiculiza por la «baja asistencia».

Mientras el partido de Abascal busca candidato para este proceso parlamentario, Cs vuelve a poner el foco en Génova. «Sabemos que no va a salir, pero hay que hacerlo. Feijóo tiene que hacerlo y demostrar que hay alternativa [de todo el centroderecha]», señalan fuentes de Ventas. Y hacen matizaciones: por la deriva tomada por Sánchez y por interés del propio Feijóo. «Puede volcar ese déficit que tiene, coger fuerzas», añaden los naranjas en referencia a las críticas de falta de contundencia hecha por sectores populares y votantes a Núñez Feijóo. Si el PP no lo hace, «Sánchez tiene el campo abierto». «Le da igual todo, hace lo que sea, en medio de un puente», insisten las mismas fuentes advirtiendo el momento elegido para anunciar las enmiendas de ERC.

Desde Cs argumentan que pese a que la moción nace fallida y «se va a perder», lo importante no es eso, sino «ponérselo difícil a Sánchez, porque no se está encontrando con ningún impedimento». También «crear repercusión» y que genere interés dentro del entorno internacional: «puede servir para frenar desmanes en el futuro». Destacan que quieren hablar con todos los grupos con los que sería viable acumular apoyos para conducir la moción, pero sin el PP carece de lógica hacerlo. «Llevamos desde el mes pasado con ello, pero [Feijóo] no quiere. La mejor opción sigue siendo esa vía, porque es la más seria y la que tiene mayor sentido», explican desde Cs considerando, además, la propuesta de Vox.