La ‘NASA’ española ya tiene sede, pero falta un plan para subirnos a la carrera espacial

No vamos a lanzar cohetes usando la Giralda como andamio ni caerá chatarra espacial en el Guadalquivir, pero Sevilla se va a convertir en la sede de la Agencia Espacial Española (AEE) tras imponerse a otras veinte candidaturas. Más allá de la polémica elección, echa a andar un nuevo organismo que a partir de ahora debe convertirse en la referencia del sector aeroespacial español, tanto en cuestiones de investigación y desarrollo tecnológico como en el ámbito empresarial. Pero ¿qué es exactamente y qué papel va a tener?

La creación de esta nueva entidad, que se incluyó en la última reforma de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, aprobada en junio, puede resultar sorprendente, teniendo en cuenta que España ya forma parte de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), pero lo cierto es que su ausencia era una anomalía porque todos los grandes países europeos, como Francia, Italia o Alemania, cuentan con su propia agencia estatal. Incluso otros más pequeños, como Portugal, Grecia o Bélgica, tienen un organismo similar. Ya no se trata únicamente de cohetes y misiones de exploración fuera de nuestro planeta. En las últimas décadas, este sector se ha convertido en una herramienta imprescindible para las comunicaciones, la seguridad y economía de los países.

“El espacio está ganando cada vez más importancia como sector estratégico y económico”, comenta en declaraciones a Teknautas Jorge Hernández Bernal, investigador del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco (UPV). Este científico ha sido miembro del equipo encargado de una cámara de la sonda Europea Mars Express, actualmente en órbita de Marte, y cree que contar con una agencia estatal puede ser decisivo, precisamente, para “conseguir que los grupos de investigación de un país tengan instrumentos a bordo de misiones espaciales o para garantizar la financiación de este tipo de proyectos”, entre otras muchas cuestiones.

La creación de este organismo “era una reivindicación tradicional del sector científico”, porque aporta muchas ventajas, tal y como ven por sus colegas de otros países. “Hay decisiones que tienen un factor económico y otro político”, afirma, y una agencia independiente debería ofrecer un factor de estabilidad, marcando pautas a largo plazo, estableciendo relaciones o garantizando una mínima continuidad financiera. Al menos esa es la teoría, pero algunos están decepcionados con la Agencia Española de Investigación (AEI), que prometía estas mismas mejoras para el conjunto del sistema científico español pero que, en la práctica, está teniendo poco margen de maniobra.

El retraso de España en la constitución de un organismo de estas características no deja de ser curioso, porque fue uno de los primeros países europeos, junto con Francia, que tuvo una entidad específica para el espacio. La Comisión Nacional de Investigación del Espacio (CONIE), con sede en Madrid, se fundó en 1963 y dependía del Ministerio del Aire (posteriormente, Ministerio de Defensa), con una misión muy clara: el desarrollo de la ciencia y la tecnología espacial. Sin embargo, fue disuelto en 1986.

placeholderSonda Mars Express. (EFE)
Sonda Mars Express. (EFE)

Desde entonces, las políticas del espacio en España han estado repartidas entre unos cuantos departamentos, muy diferentes entre sí: desde el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), dependiente del Ministerio de Defensa, hasta el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), como organismo financiador que ha pertenecido a diferentes carteras, pasando por el Ministerio de Ciencia e Innovación, del que ahora dependerá la nueva agencia. Por eso, los expertos coinciden en que su primera misión será agrupar y coordinar todos los asuntos espaciales a nivel nacional, además de ejercer la representación española ante entidades supranacionales, como la propia ESA.

Fuentes del Ministerio de Ciencia e Innovación aseguran a Teknautas que la intención es que esté operativa para el primer trimestre de 2023. Sin embargo, también reconocen que queda mucho trabajo por delante para formalizar la creación de esta nueva entidad, que se ubicará en el edificio del Centro de Recursos Empresariales Avanzados (CREA) de la capital andaluza, porque será necesario elaborar unos estatutos, elegir un consejo rector e iniciar el proceso para nombrar director.

En definitiva, queda por definir el modelo de agencia que guiará al sector espacial español. ¿Qué pasa en otros países europeos? Que existen dos tipos de agencia muy diferentes. Por una parte, Italia tiene un gran peso en la investigación espacial y en el conjunto de la industria de este sector, pero la Agencia Espacial Italiana (ASI, Agenzia Spaziale Italiana) es poco más que un instrumento administrativo que coordina los centros de investigación, las universidades, las empresas y las políticas estatales, con apenas 200 empleados. Por otra parte, un modelo muy diferente es el de Francia, donde el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES, Centre National D’Etudes Spatiales) es un potente organismo dotado con unos 2.500 millones de euros de presupuesto anual, que lo capacitan para desarrollar tecnologías propias y programas nacionales al margen de su contribución a la ESA.

placeholderLos nuevos astronautas españoles. (EFE)
Los nuevos astronautas españoles. (EFE)

El Ayuntamiento de Sevilla se ha atrevido a adelantar una cifra importante: estima que la AEE creará 1.200 puestos de trabajo cualificados entre empleos directos e indirectos. Además, también se ha calculado un impacto económico por valor de 360 millones de euros. Sin embargo, lo cierto es que estas cifras pueden ser muy distintas en función de la estructura que finalmente tenga la agencia.

Dinamizar la industria aeroespacial

“El espacio es un sector en el que la inversión estatal se convierte en un retorno completo hacia la industria nacional”, explica Antonio Fernández López, adjunto a la Dirección de la ETSI Aeronáutica y del Espacio para Empresas y Empleo de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Es lo que se denomina “georretorno”, es decir, que la inversión de la ESA en las empresas españolas del sector se corresponde con lo que el Gobierno aporta a la propia agencia europea.

Hace un mes, el ministerio que dirige Diana Morant adelantaba que esa inversión aumentará en 2023 un 20%, alcanzando los 300 millones de euros. De hecho, los 22 países miembros de la ESA han acordado recientemente incrementar el presupuesto de la agencia más del 16%, llegando a cerca de 17.000 millones de euros. La contribución española supone un 5,5% del total. “Si no ponemos dinero, evidentemente, no va a llegar esa inversión a nuestras empresas, pero si ponemos mucho dinero y no hay un sector industrial que lo pueda absorber, tampoco va a poder ejecutarse ese presupuesto”, comenta el experto. Teniendo en cuenta cómo funciona el sector, “por el hecho de multiplicar el presupuesto por dos no se consigue el doble de industria de la noche a la mañana”, apunta Fernández López. Los procesos son lentos y complicados, porque el sector es muy estable y requiere diseñar proyectos a largo plazo.

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Diana Morant. (EFE)

El Gobierno vincula la nueva agencia espacial al Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) Aeroespacial, que movilizará más de 4.500 millones de euros. Sin embargo, el término “aeroespacial” involucra ramas muy diferentes. “El PERTE es un impulso importante, pero donde menos definido está es en la parte del espacio”, lamenta el especialista de la UPM. Por ejemplo, “hay presupuesto para una constelación de satélites con cifrado cuántico y no queda muy claro qué es lo que se pretende hacer, pero teniendo en cuenta el presupuesto asignado es difícil elaborar algo interesante o útil. Hasta que se concrete, ni siquiera la gente del sector lo tiene claro”, añade. Así que, en realidad, está muy enfocado hacia la aeronáutica, con ambiciosos proyectos de futuro, como el avión de hidrógeno, pero “la parte espacial queda muy diluida, es muy pequeñita”.

Entonces, si hablamos de la industria estrictamente centrada en el espacio, ¿con qué nos encontramos? Según un informe de la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE), en 2020 este sector facturó 956 millones de euros. “Somos fuertes”, asegura Fernández López, pero sin tener ninguna rama industrial concreta que destaque por encima del resto, sino más bien “un montón de empresas competitivas en diferentes partes del sector que realizan tareas muy especializadas”. Por ejemplo, GMV es el líder en explotación de datos y ha conseguido contratos muy importantes con ese objetivo y para el seguimiento de objetos espaciales. Otras compañías españolas también destacan en antenas y telecomunicaciones. Suelen ser productos concretos muy caros y muy elaborados que van integrados en otros instrumentos.

Decisiones del futuro

Más allá del aspecto meramente científico e industrial, la futura agencia puede tener un papel en el mundo en las próximas décadas desde el punto de vista geopolítico. Aunque en teoría no se ha creado para eso, casi con toda seguridad tendrá que involucrarse en la gestión de los usos del espacio y ser la voz de España ante la comunidad internacional. “Como humanidad estamos en un momento en el que nuestra relación con el espacio está evolucionando, hay una gran crisis ecológica y un sector privado muy fuerte que está apostando por este tipo de inversión, especialmente pensando en el turismo, y no todo lo que se hace es coherente con el interés general de la humanidad”, advierte Hernández Bernal.

Desde ese punto de vista, una agencia espacial nacional está llamada a marcar una estrategia, aunque el debate “también hay que planteárselo como sociedad civil”. Hay muchos ejemplos de asuntos espinosos concretos que será necesario abordar próximamente. “Por motivos políticos, en lugar de lanzar una constelación de satélites, se lanzan varias, una por cada bloque geoestratégico, como pasa con los sistemas de geolocalización”, comenta el investigador de la UPV. Eso supone una enorme inversión de recursos naturales e incrementar problemas como la generación de basura espacial.

Para analizar este tipo de cuestiones, ha surgido la ética espacial, que en el ámbito anglosajón cuenta con su propia disciplina, pero que apenas está en pañales en España. Además, en entidades supranacionales, como la ESA, no interesa abordarlas para evitar polémicas. La militarización del espacio o la posible explotación de recursos extraterrestres son otras cuestiones en los que las distintas naciones tendrán que posicionarse más pronto que tarde.