Aragón pierde 3.400 empleos y suma 500 parados durante el verano

Las turbulencias económicas que vive la economía en forma de inflación y precios disparados de la energía han empezado a hacer algo de mella en el mercado laboral de Aragón, aunque de momento de una forma atenuada. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicados este jueves muestra un cierto deterioro en el tercer trimestre del año, con un empeoramiento de las principales variables. El número de parados sube levemente en estos tres meses un 0,94% (500 personas más) y se sitúa en 58.300 desempleados, aunque sigue siendo el segunda cifra más baja desde 2008. El empleo pierde fuelle igualmente y se aleja de recuperar las cifras de ocupación previas a la irrupción de la pandemia y también baja el volumen de personas en edad de trabajar. El dato más positivo lo arroja la temporalidad, que marca mínimos histórico gracias a la reforma laboral.

El tercer trimestre, marcado por temporada turística de verano y el inicio del curso escolar, deja la tasa de desempleo de la comunidad autónoma en el 9,08%, una décima más que en junio y dos por encima de hace un año, pero baja en seis décimas en comparación con el mismo periodo de 2019 (9,69%), antes del covid. Este leve retroceso es suficiente para que la cifra pase de ser la cuarta más baja del país a la séptima por detrás de Baleares, Rioja, País Vasco, Cantabria, Castilla y León y Navarra, aunque se mantiene 3,5 puntos por debajo de la media nacional (12,67%). En términos interanuales, el paro se incrementa en 1.500 afectados, un 2,7% más.

La ocupación se desinfla en este periodo, con 3.400 empleados menos que en trimestre anterior (-0,57%), hasta un total de 584.000. Esto supone la pérdida de 5.100 trabajadores (-0,86%) que hace un año y 11.100 por debajo de la cifra registrada en el mismo periodo de 2019 (595.100), de manera que el mercado laboral de Aragón no acaba de curarse por completo de los estragos causados por el coronavirus.

Al contario de lo que ocurrió en el contexto nacional, el comportamiento del sector privado fue mejor que en el público. Las empresas aragonesas generaron 2.600 empleos en verano y 3.900 en el último años, con subidas del 0,5% y el 0,8%, respectivamente, mientras que las administraciones perdieron 2.500 trabajadores (-2,2%) en el tercer trimestre y crearon tres veces menor puestos de trabajo en los últimos doce meses (1.200 más).

La temporalidad marca su mínimo histórico

Otro de las sombras que arrojan los datos de la EPA es la negativa evolución de la población activa (ciudadanos en edad de trabajar), un indicador clave para medir el dinamismo económico de una sociedad. Disminuye en 2.800 personas (-0,44%) entre julio y septiembre, hasta 642.300 personas. En términos interanuales se pierden 3.500 activos (-0,54%), lo que engrosa la brecha en la fuerza de trabajo respecto a la situación previa a la pandemia, con 16.700 efectivos menos que en 2019 (659.000 en el tercer trimestre).

El número de parados sí es notablemente inferior al que había hace tres antes (5.600 menos), antes de la pandemia, por lo que se puede concluir que una parte importante de este descenso es consecuencia de la caída de la población activa. Dicho de otra manera, hay menos desempleados debido a que se ha reducido el tamaño del mercado laboral.

La mayor estabilidad del empleo. Este tercer trimestre se cumplen nueve meses con las normas de contratación de la reforma laboral en vigor,. lo que ha permitido pasar de una eventualidad que afectaba al 19,3% de los asalariados del sector privado al 15,3% (17,5% en toda España), una proporción muy superior a la media europea -el problema no ha desaparecido, ni mucho menos-, pero deja su nivel más bajo de la estadística disponible. Es la primera vez además que la temporalidad baja en un contexto de creación de empleo, pues hasta ahora el número de eventuales solo se reducía durante las crisis económicas. Las empresas despedían y los primeros en salir eran los temporales.

En cuanto a los jóvenes, uno de los colectivos más perjudicados en el empleo, la tasa de paro en las personas de entre 16 y 24 años se ha situado en el cuarto trimestre en el 28,35%, muy por encima de la media de la Unión Europea (13,6%), pero por debajo de la de España (31,01%).

Un retroceso con rostro de mujer

El incremento del desempleo tiene rostro femenino, ya que hay 500 mujeres más han pasado a estar en esta situación en el tercer trimestre (33.800 en total) mientras que en los hombre la cifra de parados se ha mantenido en 24.500 personas. Esta diferente evolución por género es todavía más marcada en los datos anuales, ya que el paro se incrementa en 4.100 personas entre ellas pero baja 2.600 en el colectivo masculino.

En materia de empleo se repite la desigualdad por sexos. La ocupación descendía en 6.500 mujeres en un año, resultando un total de 266.800 mujeres ocupadas, equivalente a una caída del 2,4% en tasa anual, pero crece en 1.400 efectivos entre los hombres, hasta 317.200, un 0,4% más.

Por sectores, el empleo ha bajado en todos menos en servicios, donde aumenta en el último año en 3.900 ocupados, un 1% más. En sentido contrario, baja en 1.700 trabajadores (-1,5%) en industria, en 800 (-2,3%) en agricultura y en 6.500 (-15,1%) en construcción.