Todos queremos alcanzar las metas que nos proponemos. Nadie en su sano juicio inicia un camino que no lleva a ninguna parte. Hacemos las cosas por algo y para algo.
Sin embargo, lograr las metas no es fácil, sobre todo si son valiosas. Ya dijimos que el orden es la clave del éxito pero además es necesario perseverar.
Generalmente las cosas no salen a la primera hay que insistir (ser constantes) perseverar a través del tiempo hasta que logramos el resultado que vamos buscando. De otra parte hemos de ser pacientes y dar tiempo a que las cosas, que esperamos, sucedan. Sobretodo, en lo que se refiere a las personas, su cambio en los comportamientos, crecimiento y madurez personal. La paciencia nos ayuda a no atosigar a los demás y ello facilita el que ellos cambien y crezcan cuando es su tiempo.
No se adquieren las virtudes de un día para otro, ni se quita uno los vicios y defectos sin insistir a lo largo del tiempo.
No se alcanza el éxito en ningún negocio, ni en ningún trabajo de investigación sin perseverar en el esfuerzo a lo largo del tiempo.
El triunfo está en el lado opuesto del fracaso. Los que triunfan son aquellos que continúan donde otros abandonan.
A veces, por lejana y difícil la meta se nos antoja como imposible de alcanzar, pero el hombre es una fuente de recursos inagotables y, con constancia y perseverancia, el hombre, hoy y siempre, es protagonista de misiones imposibles.
Nuestra imaginación puede ser de inestimable ayuda a la hora de prever el momento de alcanzar el éxito en nuestro proyecto personal, ello nos ayudará sin duda a no desmayar en el camino y a reiterar los esfuerzos que sean necesarios para alcanzar nuestro objetivo.
Lo normal es que aparezca el cansancio, e incluso la sensación de estar hartos de intentar una y otra vez lo mismo, o lo que sentimos que es lo mismo, y que no avanzamos; pero ningún montañero alcanza la cima descansado. Seguro que ha sentido la tentación de abandonar en algunas ocasiones después de observar, que detrás de un montículo que ya “creía” el último, ha aparecido reiteradamente otro monte y otro hasta llegar a la cumbre.
Con nuestra insistencia derribaremos muros inexpugnables y obtendremos la ayuda y colaboración de muchos que no podrán resistir nuestro coraje.
En todo caso, con nuestra perseverancia la ayuda de Dios es segura porque el Señor nos prometió que nos daría todo lo que le pidiéramos con insistencia.
Hemos de ser inaccesibles al desaliento que es el enemigo que nos puede derrotar. Con la ayuda de Dios lo podemos todo.