Los barones del PSOE intensificarán su regionalismo como antídoto a la España Vaciada

GRAF3979. MOLINA DE ARAGÓN (GUADALAJARA), 17/09/2019.- El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page (i), y su homólogo de Aragón, Javier Lambán, ofrecen un discurso durante el encuentro bilateral junto a otros altos cargos de ambas administraciones autonómicas, para abordar asuntos que preocupan a las dos comunidades autónomas, como la despoblación y la financiación autonómica. EFE/ Pepe Zamora

La irrupción de España Vaciada (constituida ya formalmente como partido político) y su irrupción en el debate público amenaza con sacudir el tablero político. El fenómeno que comenzó con el diputado obtenido por Teruel Existe en las últimas elecciones generales de noviembre de 2019, aparece ahora con serias opciones de aumentar exponencialmente su representación en muchas otras provincias, hasta el punto incluso de optar a un grupo propio en el Congreso.

Pero si en el PP muchos se malician, y así lo dicen en privado, que se trata de una candidatura impulsada subrepticiamente por la izquierda – «es una marca blanca del PSOE» llegan a decir algunos dirigentes populares- lo cierto es que en las filas socialistas no hay

precisamente motivos para la tranquilidad. Más aún en esas comunidades que gobiernan y donde su fuerte despoblación las hace un terreno propicio para la nueva candidatura, caso de Extremadura, Aragón o Castilla-La Mancha. Allí donde se asientan los tres barones territoriales más destacados: Guillermo Fernández Vara, Javier Lambán y Emiliano García-Page. Sin olvidar a La Rioja o Asturias, cuyos gobiernos presiden, respectivamente, Concha Andreu y Adrián Barbón. Tampoco a Andalucía, donde si bien el PSOE no gobierna desde 2018, lo hizo durante los primeros treinta y siete años de la democracia.

El temor al movimiento que intenta capitalizar el descontento de los españoles que viven en los lugares más despoblados de la península y que sufren los problemas derivados de esa situación, tales como la falta de infraestructuras, servicios públicos o conexiones, comienza a dejar huella en las actuaciones de partidos y administraciones. El pasado noviembre los presidentes autonómicos de las comunidades más despobladas se reunieron en Santiago de Compostela, bajo el auspicio del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, para exigir al Gobierno central que el nuevo sistema de financiación autonómica que ultima se negocie con todas las regiones y no solo, o no de manera preferente, con algunas.

En la capital gallega coincidieron presidentes tanto populares como socialistas, y también regionalistas, como el cántabro Miguel Ángel Revilla, cuyos territorios representan el 62% de la geografía nacional, pero tan solo el 24% de su población. Todos enarbolan la queja de que la dispersión y el envejecimiento de su población encarecen la factura del Estado del bienestar (singularmente en Sanidad y Educación, con las competencias transferidas desde hace años) y que la nueva financiación autonómica debe atender a ello. Vara considera que estas regiones deben luchar por atraer inmigración. Algunos, como el presidente socialista de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, han impulsado normas autóctonas al respecto.

El antídoto regionalista

Este mismo 2021 la Junta castellanomanchega sacaba adelante una Ley contra la despoblación que contempla medidas como la de mantener un centro escolar público en aquellos lugares donde residan al menos cuatro alumnos de educación infantil y primaria o la desgravación de hasta el 25% en la cuota autonómica del IRPF y del 10% para la adquisición o rehabilitación de vivienda. El Gobierno de Page trata así de aprovechar las deslocalizaciones fruto del teletrabajo, para lo que se intenta garantizar también la fibra óptica y el 5G en toda la región.

Pero por encima de las medidas y reclamaciones concretas, el PSOE tiene claro que el mejor antídoto político para combatir la pujanza de España Vaciada está en la propia esencia de lo que ha sido, desde hace décadas, la manera de gobernar que pudieran representar en su día dirigentes históricos como el expresidente castellanomanchego, José Bono, o el antiguo jefe de gobierno extremeño, el igualmente socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra. También el que siempre ha distinguido al PSOE andaluz, que como confiesan algunos de sus dirigentes, siempre ha sido una suerte de ‘partido andalucista’ que, de hecho, terminó por sacar de la circulación a la formación así llamada y que llegó a ser muy pujante al inicio de la autonomía.

Un estilo, explican fuentes socialistas de esas comunidades autónomas, basado en un «regionalismo» que trascendería la tradicional divisoria ideológica y que ahora habría que acentuar ante la competencia de España Vaciada. «Nosotros en estas comunidades, como también hace el PP de Feijóo en Galicia, por ejemplo, no solo representamos las siglas del centroizquierda, sino un proyecto político muy arraigado a la tierra, mientras que en España Vaciada hay gente que ni siquiera vive realmente en las provincias que dicen representar» aseguran estrategas del PSOE en las comunidades de la España vacía. Se muestran convencidos, además, de que el auge del nuevo partido está ligado al «descubrimiento», subrayan con ironía, de que hay provincias pequeñas que reparten escaños que, aunque escasos, pueden llegar a ser decisivos en un panorama político fragmentado como nunca antes en la historia democrática. Baste recordar que el Grupo Socialista tuvo que pelear hasta lo indecible el apoyo del escaño de Tomás Guitarte, de Teruel Existe, a la investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020.

Pese a todo, el fenómeno de la despoblación no es idéntico en las comunidades gobernadas por el PSOE, lo que hace también dispar la amenaza electoral que pueda representar España Vaciada. En Aragón, por ejemplo, el páramo que supone la mayoría del territorio con respecto a Zaragoza capital, una de las ciudades con mayor población de España, difiere bastante del territorio de La Mancha, que si bien es despoblado en términos generales, ocurre que tiene una distribución de sus habitantes bastante homogénea. Además, la población total de la región ha aumentado en casi medio millón de personas desde que se aprobó el Estatuto de autonomía, en 1982, mientras que las proyecciones demográficas de la provincia de Toledo, limítrofe con la muy poblada Comunidad de Madrid, estiman que en quince años pasará de sus actuales 700.000 habitantes al millón de ellos.

En Andalucía, donde el líder de los socialistas, Juan Espadas, ya ha anunciado su intención de reunirse con representantes de España Vaciada para asumir sus reivindicaciones e impedir que se presenten a las elecciones, el problema se centra en Jaén. En esa provincia, marcada por el olivar, el nuevo partido se hace fuerte. Los socialistas tienen claro que «hay que ser muy estrategas para que no nos roben votos» en las autonómicas de 2022.