Nadal, más de tres lustros en plena combustión sobre la tierra parisina

Cuando entonces, había alternancia. Antes de que Rafael Nadal iniciase en 2005 un tiempo despótico cuyo fin resulta difícil atisbar, el más fecundo fue Gustavo Kuerten, que venció en 1997, 2000 y 2001. Le precedieron, sin retroceder hasta la secuencia de los seis títulos de Bjorn Borg, Jim Courier, campeón en 1991 y 1992, y Sergi Bruguera, vencedor en las dos ediciones siguientes. Nadie podía imaginar que aparecería un tenista capaz de relativizar períodos hegemónicos que en su momento merecieron la debida consideración.

«Antes estaba toda la armada argentina, especialistas en tierra que te podían poner las cosas muy difíciles, pero lo cierto es que Rafa lleva mucho tiempo y ha jugado contra todo el mundo. Es casi imposible que nadie pueda igualar lo que él ha supuesto para Roland Garros. Es el mejor de la historia en esta superficie y le saca mucho partido», comenta en conversación telefónica desde París Juan Carlos Ferrero, campeón del torneo en 2003 y hoy entrenador de Carlos Alcaraz, que a sus 18 años asoma como el más cualificado relevo para el zurdo en el tenis español.

La presentación del speaker en cada uno de los partidos de Nadal en París es una recurrente letanía que casi le deja sin respiro. Campeón en 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019 y 2020, el hoy número tres del mundo busca en la presente edición, que se inicia mañana, el decimocuarto título, que supondría también quedarse solo en el techo del mundo y romper la igualada a 20 grandes con Roger Federer.

«En nuestra época el tenis estaba más fragmentado entre las superficies. Sobre hierba el claro dominador era Pete Sampras, mientras que en arcilla mandaban tenistas como Bruguera o Courier. Ahora ha cambiado la velocidad de la bola. Sacan mejor y golpean más fuerte. Todo ello ha ido en perjuicio de la estrategia», apunta Albert Costa, director de las fases finales de la Copa Davis, desde el AVE de regreso a Barcelona, tras la presentación en Madrid de la próxima edición del torneo por equipos.

Cien victorias y sólo dos derrotas

Nadal consiguió ante Djokovic en la final de Roland Garros del pasado 11 de octubre su victoria número 100 en un evento donde sólo ha perdido dos partidos: frente a Robin Soderling en los octavos de 2009, y ante el serbio, en los cuartos de 2015, su annus horribilis. En esta ocasión parte como tercer cabeza de serie y el sorteo sugiere una hipotética semifinal contra Nole. «He visto a Nadal quizás un poco menos entrenado, debido a la pandemia, pero no veo a nadie ganándole en Roland Garros. El máximo rival sigue siendo Djokovic, pero carece de la convicción del español», barrunta Costa.

Transcurridos tres lustros desde su primer título en París, el español, que el día 3 cumple 35 años, cabalga a lomos del tiempo. «Físicamente se ha ido mejorando. Se pega muy duro a la bola. Hay menos temporada de tierra y empieza a jugarse de manera parecida en todas las superficies, un poco más a destruir que a construir. La gente ha evolucionado y el propio Nadal lo ha hecho para adaptarse a lo que demandaba el tenis cada año», dice Ferrero.

Los inicios de esta gira de tierra insinuaban un escenario más abierto en la gran cita. Nadal perdió en cuartos de Montecarlo frente a Andrey Rublev y sufrió en las dos primeras rondas del Conde de Godó antes de llevarse la copa contra Stefanos Tsitsipas salvando una bola de partido. «Rafa ha ganado en Roma, y el que se lleva el último torneo tiene mucho que decir. Además, lo ha hecho ante Djojkovic», dice Costa. El zurdo tardó poco en reaccionar después de caer contra el alemán Alexander Zverev en cuartos del Mutua Madrid Open. Tampoco le fueron sencillos los dos primeros partidos en el Foro Itálico, hasta el punto de que hubo de neutralizar dos match points contra Denis Shapovalov, pero creció conforme avanzaba el torneo y lo ganó por décima vez al imponerse a Nole en tres sets en la final.

Ha ganado Roland Garros con un balance distinto en los torneos precedentes. A estas alturas de su carrera, no precisa aparecer como un trueno en el Bois de Boulogne, sino preservar su estado físico y hacer valer la capacidad y la experiencia en un torneo al mejor de cinco sets, donde apenas se vislumbran opositores con armas para derribarle.

Uno de ellos podría ser Tsitsipas, campeón en Montecarlo y Lyon, que le levantó dos sets adversos en el Abierto de Australia y parece haber logrado el punto necesario de fortaleza y estabilidad anímica. «Ha demostrado que mentalmente está listo para darle batalla, pero creo que Nadal es el claro favorito para volver a ganar», comenta Ferrero.

A vista de pájaro, en el hipotético camino del español asoman nombres llamativos, como el del joven Jannik Sinner, finalista en Miami y posible rival en octavos, o el de Andrey Rublev, al que podría medirse en cuartos. Resulta difícil discutir su condición de principal candidato al título. Nadal, que el viernes inauguró una efigie en su honor en Roland Garros, vuelve a encontrarse donde pretendía. «Si físicamente está bien aún puede ganar dos o tres años más», augura Costa.