Cultura y educación II: Educarse y cultivarse van de la mano

Educarse y cultivarse van de la mano, aprender y estudiar también. Por eso, sorprende la falta de claridad de ideas que se observa en algunos círculos importantes de la sociedad actual, que no son capaces de facilitar el acceso a la cultura y por ende, a la educación a muchos niños y jóvenes. Parece que lo más importante es aprobar, pasar de curso, obtener un título, tener…, tener…, que no ser. En esta sociedad del bien-estar, no se valora el bien-ser y así, se nos presentan como líderes a personajes que no leen, que no saben, y parece, por las barbaridades que dicen (barbaridad proviene de bárbaro) que no piensan… Esto lo hacen, con el aplauso de muchos, puesto que les prometen una vida fácil y cómoda a la que ya están acostumbrados y a la que, sin esforzarse, creen tener derecho.

La vida del ser humano es, ha sido y será la lucha por crecer y mejorar, por ser dueños de sí mismos, por alcanzar la excelencia personal. Eso es lo que hace progresar a los pueblos: la cultura de sus gentes que les hace por recios, amables; por trabajadores, sobrios; por esforzados, humildes; por cultos, dialogantes… Pero hoy parece que hablar de servicio, de compartir, de dar y darse no sólo no está de moda sino que son manifestaciones de debilidad, falta de ambición o de estupidez. ¿Por qué vienen cantando los segadores cuando vienen del campo?…. “Porque vienen de ver el fruto de sus sudores”, dice la jota de mi tierra. Sin esfuerzo no hay paz ni amor y, sin ellos es imposible la felicidad. “Paz y amor” es la expresión de algunos que por desgracia no saben que la paz es consecuencia de la victoria en lucha contra nuestras debilidades y el amor es trabajo, servicio y entrega de uno mismo. Ser más y mejor persona, que es tarea que ocupa toda la vida, es el objetivo del hombre auténticamente libre que vive en el seno de una sociedad realmente libre. Sin embargo, hemos de reconocer que vivimos en una sociedad prisionera de sus propias debilidades. El miedo a la verdad, por temor a descubrir el egoísmo de sus gentes; la codicia que nubla las mentes de tantos que traicionan y engañan a quienes se fiaron de ellos; la envidia que impulsa la difamación y el odio entre los ciudadanos; la mentira que atrae por lo que promete y desespera por lo que otorga… ¿Qué hacer para recuperar la libertad? Buscar la verdad sin miedo; desistir de buscar en las cosas y el dinero la seguridad y compañía que nunca proporcionaran el amor que precisamos; trocar la envidia por el agradecimiento, que es la puerta de la verdadera amistad y desdeñar toda promesa fácil y gratuita por engañosa. Insistir en que es necesario valorar el trabajo bien hecho como fuente de satisfacción personal, que es el mejor medio de servir con justicia a los demás y que manifiesta, por el esfuerzo que conlleva, el monto de nuestro amor, siempre será cosa útil porque, llevados por la pereza, es muy fácil olvidarlo.