El “Depredador” español tendrá a su disposición capacidades de guerra submarina en marzo

En 1987 se estrenó una de esas películas de culto que surgen con cada nueva generación, Predator (Depredador en castellano). En el film, un pletórico Arnold Schwarzenegger de puro en boca y arma en ristre se enfrenta a un extraterrestre en busca de trofeos humanos, un extraterrestre con un sistema de camuflaje que le vuelve invisible, visión termográfica y armamento controlado con la mente. Unos años después, en 1994, EE UU encargó a General Atomics una aeronave capaz de pasar desapercibida por su gran altura de vuelo, con visión termográfica y controlada a distancia. Casi ciencia ficción. Casualidad o no, lo llamaron “MQ-1 Predator” y España tiene la más reciente versión de este vehículo aéreo remotamente tripulado (RPAS, por sus siglas en inglés), el “MQ-9 Predator B”. Una versión que en marzo aumentará sus capacidades con una más, la guerra antisubmarina.

“Predator” no es su único nombre, pues en EE UU lo llaman “Reaper”, el segador, que también es nombre de película y encima deja claro de qué es capaz esta aeronave, pero en España se ha mantenido el nombre original, su denominación militar completa es “NR.05 Predator B”.

La noticia llega en un buen momento, España tiene sus problemas en patrulla marítima por el envejecimiento del material. A los aviones “P3 Orión” que se utilizan actualmente apenas les quedan tres o cuatro años de vida y el Ejército del Aire quiere los C295 de patrulla marítima y, si puede ser, con capacidad antisubmarina como los que Airbus ha vendido a Chile. Estas nuevas capacidades del “Predator” vienen a cubrir una carencia importante hasta la llegada de esos C295 y pueden perfectamente convertirse en un sistema mixto junto a los aviones de Airbus.

Las nuevas capacidades marinas

La ampliación de capacidades del “Predator” español fue anunciada por Robert Davis (General Atomics) y Rafael Orbe (Sener) en el espacio virtual UNVEX live, el mayor evento de drones de España y Latinoamérica que este año, como consecuencia de la pandemia, ha inaugurado una edición online en octubre hasta que se pueda celebrar la edición física en marzo. Ambas empresas se han aliado para satisfacer los requerimientos de las Fuerzas Armadas Españolas y juntas desarrollarán las capacidades en el ámbito marino y de guerra submarina del “Predator”, así como un nuevo “NATO pod” (contenedor de carga con estándares OTAN), que permitirá a quién lo maneje adquirir soberanía sobre los sistemas que incorpore, principalmente de ISR, siglas en inglés de inteligencia, vigilancia y reconocimiento.

Presentación del Predator B en la base aérea de Talavera la Real
Presentación del Predator B en la base aérea de Talavera la Real/Foto: Gloria Casares/EFE

Davis explicó respecto a las nuevas capacidades, que se presentarán al público en el UNVEX presencial en marzo en Santiago de Compostela, “hablamos de lanzar sonoboyas, torpedos… Monitorizar esas sonoboyas o ser nodo de comunicaciones en un sistema de guerra antisubmarina”. Según el representante de General Atomics, este avance permitirá a España “aumentar su capacidad disuasiva y de defensa”.

Orbe por su parte fue el encargado de explicar en qué consiste ese nuevo “NATO pod”. El portavoz de Sener lo definió como “un contenedor flexible, escalable, certificable, aerodinámico y económico” que permite a los clientes añadir sensores al “Predator” que hayan sido desarrollados en sus respectivos países, lo que les daría una mayor soberanía sobre un sistema que no deja de ser estadounidense y, como tal, sujeto a sus patentes, controles y restricciones.

Las ventajas de este “contenedor” no son solo aplicables a la defensa sino también a la seguridad interior, como la vigilancia de fronteras, el control de aguas territoriales o incluso de incendios.

Más allá de esas ventajas, tanto Davis como Orbe recalcaron que el desarrollo de estos sistemas en territorio español tienen, además, “el efecto de crear empleo de calidad y de reforzar la tecnología nacional y la competitividad de la industria española”.

El doble de envergadura que un Eurofighter y cinco toneladas de peso

El “Predator” es un RPAS, por las siglas en inglés de sistema aéreo remotamente tripulado, y entra dentro de la categoría MALE, siglas también en inglés de altitud media y larga resistencia. España ha comprado cuatro aviones y tres estaciones de tierra a la espera de que Europa desarrolle su propio MALE en un programa en el que participan, además de la propia España, Francia, Alemania e Italia.

Vuelo del dron Predator del Ejército del Aire
Vuelo del dron Predator del Ejército del Aire/Foto: Ejército del Aire

Los “Predator” tienen su sede en la base aérea de Talavera la Real (Badajoz). Son aparatos grandes, con 20 metros de envergadura, el doble que un Eurofighter, y 11 desde el morro a la hélice trasera. Pesan casi cinco toneladas y son capaces de volar a más de 400 kilómetros por hora a 15.200 metros de altitud, aunque para optimizar sus capacidades ISR el avión puede volar mucho más despacio, a menos de la mitad de su velocidad máxima. Su alcance es de 3.000 kilómetros (como de Madrid a Niamey -capital de Niger-) y la autonomía es de 34 horas.

Su apariencia es similar a una ballena beluga o al propio extraterrestre con el que comparte nombre, es una aeronave cabezona, no es afilada como los cazas, pero en esa cabeza residen sus secretos, entre los que se atisba el radar de apertura sintética, y bajo ella algunas de sus mejores armas, dos cámaras eletroópticas y una de infrarrojos. Estos sistemas están montados en lo que los militares españoles ya han bautizado como “bola”.

El “Predator” está controlado por satélite y cuenta con dos tripulantes, un piloto y un operador de sensores, que operan desde la estación de control en tierra o GCS, por las siglas de “Ground Control Station”. Pero esos dos tripulantes no están solos, al mismo tiempo que ellos operan desde el GCS, desde el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas del Estado Mayor Conjunto o en su defecto desde el Grupo 47 de Fuerzas Aéreas en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) un grupo de especialistas sigue sus pasos analizando los datos.