Cuando llegó el momento del terrible castigo, dijo Dios a Noé: “Entra en el arca con toda tu familia, ya que tú sólo has sido hallado justo ante mí, y encierra también en ella parejas de todos loas animales. Tu mismo procúrate toda suerte de víveres y hazte acopio para que os sirvan de comida a ti y a ellos” Así lo hizo Noé. Ejecutó todo lo que le había mandado Dios. Entró Noé en el arca, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. A la semana, las aguas del diluvio se precipitaron sobre la tierra. Las compuertas del cielo se abrieron; y estuvo descargando la lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. Las aguas cubrieron la tierra y crecieron tanto que hasta las montañas más elevadas quedaron sumergidas bajo aquel inmenso mar, sobre el que flotaba la gigantesca nave.
Al cabo de cinco meses comenzaron a bajar las aguas, y al séptimo mes se paró el arca en el monte Ararat, de la Armenia. Esperó Noé tres meses más y, abriendo entonces la ventana del arca, soltó el cuervo, que no volvió a ella. Siete días después dejó marchar la paloma, que volvió por la tarde, llevando en su pico una ramita de olivo. A pesar de que las aguas se habían retirado, estaba la tierra demasiado húmeda todavía para poder habitarla, y sólo doce meses después del principio del diluvio fue cuando Noé, obedeciendo a nueva orden de Dios, salió del arca con su familia y todos los animales que había encerrado en ella.
El arca de Noé era la figura, representación o símbolo de la Iglesia, fuera de cual nadie puede salvarse. Al salir del arca se apresuró Noé a levantar un ara o altar para ofrecer al Señor un sacrificio en acción de gracias. Lo aceptó Dios con agrado y bendijo al Patriarca e hijos, diciéndole: Creced, multiplicaos y llenad la tierra. También dijo Dios a Noé: y a sus hijos: “He pensado establecer mi alianza con vosotros y con vuestra futura descendencia, y también con todo ser vivo que os acompaña: las aves, los ganados y todas las alimañas que hay con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los animales de la tierra. Establezco mi alianza con vosotros; nunca más volverá a ser aniquilada la vida por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.
Dijo Dios:” Esta es la señal de la alianza que establezco para futuras generaciones entre yo y vosotros y todo ser vivo que os acompaña: Pongo mi arco en las nubes, que servirá de señal de la alianza entre yo y la tierra. Cuando yo anuble con nubes la tierra, entonces se verá el arco en las nubes y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros y todo ser vivo. Ya no habrá más aguas diluviales que exterminen la vida. Pues en cuanto aparezca el arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de la alianza perpetua entre Dios y todo ser vivo, toda la vida que existe sobre la tierra.” El arco iris que apareció fue la señal de esta alianza y como prenda de las promesas del creador. Todavía vivió Noé 350 años, y murió a los 950.
Acordóse Dios de Noé y de todos los animales y de los ganados que con él estaban en el arca. Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas decrecieron. Se cerraron las fuentes del abismo y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo. Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra.
Al cabo de 150 días, las aguas habían menguado, y en el mes séptimo, el día dieciesiete del mes, varó el arca sobre los montes de Ararat. Las aguas siguieron menguando paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes asomaron las cumbres de los montes. Al cabo de cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó al cuervo, el cual estuvo saliendo y retornando hasta que se secaron las aguas sobre la tierra.
Después soltó a la paloma, para ver si habían menguado ya las aguas de la superficie terrestre. La paloma, no hallando donde posar el pie, tornó donde él, al arca, porque aún había agua sobre la superficie de la tierra; y alargando él su mano, la asió y metióla consigo en el arca. Aún esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma fuera del arca. La paloma vino al atardecer, y he aquí que traía en el pico un ramo verde de olivo, por donde conoció Noé que habián disminuido las aguas de encima de la tierra. Aún esperó otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió donde él.
El año 601 de la vida de Noé, el día primero del primer mes, se secaron las aguas de encima de la tierra. Noé retiró la cubierta del arca, miró y he aquí que estaba seca la superficie del suelo. En el segundo mes, el día veintisiete del mes, quedó seca la tierra. Habló entonces Dios a Noé en estos términos: «Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca contigo todos los animales de toda especie que te acompañan, aves, ganados y todas las sierpes que reptan sobre la tierra. Que pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra.»
Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. Todos los animales, todos los ganados, todas las aves y todas las sierpes que reptan sobre la tierra salieron por familias del arca. 20. Noé construyó un altar a Yahveh, y tomanda de todos las animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar. Al aspirar Yahveh el calmante aroma, dijo en su corazón: «Nunca más volveré al maldecir el suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón humano son malas desde su niñez, ni volveré a herir a todo ser viviente como lo he hecho. «Mientras dure la tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no cesarán.»
Acordóse Dios de Noé y de todos los animales y de los ganados que con él estaban en el arca. Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas decrecieron. Se cerraron las fuentes del abismo y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo. Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra. Al cabo de 150 días, las aguas habían menguado, y en el mes séptimo, el día dieciesiete del mes, varó el arca sobre los montes de Ararat.
Las aguas siguieron menguando paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes asomaron las cumbres de los montes. Al cabo de cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó al cuervo, el cual estuvo saliendo y retornando hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. Después soltó a la paloma, para ver si habían menguado ya las aguas de la superficie terrestre. La paloma, no hallando donde posar el pie, tornó donde él, al arca, porque aún había agua sobre la superficie de la tierra; y alargando él su mano, la asió y metióla consigo en el arca. Aún esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma fuera del arca. La paloma vino al atardecer, y he aquí que traía en el pico un ramo verde de olivo, por donde conoció Noé que habián disminuido las aguas de encima de la tierra. Aún esperó otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió donde él.
El año 601 de la vida de Noé, el día primero del primer mes, se secaron las aguas de encima de la tierra. Noé retiró la cubierta del arca, miró y he aquí que estaba seca la superficie del suelo. En el segundo mes, el día veintisiete del mes, quedó seca la tierra. Habló entonces Dios a Noé en estos términos: «Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca contigo todos los animales de toda especie que te acompañan, aves, ganados y todas las sierpes que reptan sobre la tierra.
Que pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra.» Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. Todos los animales, todos los ganados, todas las aves y todas las sierpes que reptan sobre la tierra salieron por familias del arca. Noé construyó un altar a Yahveh, y tomanda de todos las animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar. Al aspirar Yahveh el calmante aroma, dijo en su corazón: «Nunca más volveré al maldecir el suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón humano son malas desde su niñez, ni volveré a herir a todo ser viviente como lo he hecho. «Mientras dure la tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no cesarán.»
* En cursiva el resumen y explicación. En letra normal el escrito literal de la Biblia Católica.