La sinceridad, el orden y la obediencia

La sinceridad, el orden y la obediencia son el trípode en el que se fundamenta la libertad interior del hombre, o lo que es lo mismo la autentica y radical libertad. Porque afirmar que es libre la persona que hace lo que quiere sin que nadie le obligue o se lo impida, es más bien apariencia que realidad. Decimos que es libre el que puede ir y venir, vivir donde le parezca; opinar, viajar, reunirse y distribuir su vida como se le antoje. A esto le llamamos libertad, pero –en todo caso- es sólo una parte de la libertad: la parte más visible y aparente pero para ser auténtica ha de estar fundamentada en la otra, la que no se ve.

La que no se ve es la libertad interior, la de nuestra conciencia. Sus obstáculos no están fuera sino dentro. Es libre interiormente el que se puede guiar por la luz de su conciencia, el que no tiene obstáculos interiores que se lo impidan. Los obstáculos interiores de la libertad son la ignorancia y la debilidad. El que no sabe lo que tiene que hacer, sólo tiene libertad de equivocarse, pero no la de acertar, y el que es débil, se deja arrebatar la libertad por el desorden de sus sentimientos incluidos los originados por el qué dirán.

La ignorancia apaga la voz de la conciencia: la deja a oscuras: no puede decidir bien porque no sabe decidir. Una conciencia deformada o con formación moral escasa es muy difícil que acierte. De una persona que haya recibido una formación moral muy deficiente, no se puede esperar grandes manifestaciones de libertad. ¡Esta muy condicionado por lo que sabe y sobre todo por lo que ignora! Por eso, sólo la verdad nos hace libres. Para que la conciencia funcione bien, es necesario, que descubra la verdad y ponga en orden los bienes y deberes. Así y sólo así, conseguirá -mediante la obediencia- actuar en libertad, al actuar por, en, con la verdad.

Pero el que ama la verdad, sabe que no la posee, que tiene que buscarla constantemente. Desde pequeños, nuestros padres nos van enseñando y formando la conciencia, nuestros educadores nos ayudan a encontrar aquello que, por ser cierto, nos hace cada día mas libres. El esfuerzo que ya -desde pequeños- hemos de realizar por vivir de acuerdo con la verdad, va forjando en nosotros una recia voluntad. Si somos fieles a lo que la conciencia ve, ello hace crecer los valores que dominan la debilidad.

Vivir de acuerdo con la conciencia es vivir en la verdad. En la verdad de lo que el hombre y las cosas son, sin engañarse. Por eso, hemos de tener y fomentar en los demás un gran amor por la verdad. Todas Las personas sienten una gran aversión hacia la mentira y la hipocresía. Mentir, sin embargo, para muchas personas, no parece que sea de mucha importancia, por la frecuencia y facilidad con que la practican. Parece paradójico pero es, por desgracia, muy frecuente. No obstante es el cáncer de la amistad y la convivencia. Es la madre de la crispación, del desaliento, de la desesperación. Se puede aceptar la discrepancia pero no la mentira. Mentir por miedo a las consecuencias de la verdad, ataca directamente al núcleo más personal del hombre, que es su conciencia.

Educar el corazón supone, que el primer valor que ha de poseer una persona, es su amor por la verdad. Los niños se enfadan y desorientan cuando descubren que se les engaña y se les miente. Ellos aman la vida como aman los juegos y no hay nada que les irrite tanto como que se les haga trampas. Ellos intuyen, que en todo existe un orden y por eso preguntan el porqué y para que de las cosas. Ellos escuchan con agrado, de las personas que quieren y merecen su confianza, que es lo que tienen que hacer. Por fiarse, son naturalmente obedientes, aunque sus debilidades, si no hemos fomentado en ellos fortalezas, prontamente les lleva a la mentira, el desorden y la desobediencia. Esa selva intricada y sin caminos que les pierde y les lleva al fracaso ¿solo escolar?… Busquemos para nosotros y las personas que queremos estas tres fortalezas o valores: la verdad (sinceridad), orden y obediencia. Me parece, que sólo me ha salido un esbozo, si queréis continuaré en futuros artículos tratando de cada una de ellas.