La estrategia de Sánchez: 24 horas para «reprobar» el acoso

El mutismo de Pedro Sánchez en relación a los escraches por parte de radicales que han sufrido Albert Rivera en Rentería, Cayetana Álvarez de Toledo (PP) en la Universidad de Barcelona y el líder de Vox, Santiago Abascal, en Bilbao y San Sebastián llegó ayer a su fin. El presidente del Gobierno en parte se vio forzado a ello, ya que fue directamente interpelado por esta cuestión en una entrevista en Antena 3. Vicente Vallés y Sandra Golpe le obligaron a romper el silencio que se había autoimpuesto hasta ese momento. «La democracia es incompatible con la intolerancia. Mi reprobación más absoluta a los hechos del domingo», dijo el presidente, al tiempo que llamó a abrir un espacio a la «moderación» en el debate político, «donde el insulto deje paso a la palabra».

Esta actitud contrasta con la que el líder del PSOE había mantenido en las últimas 24 horas en las que ha evitado condenar de manera expresa estas situaciones. Es más, ni siquiera se había pronunciado. Un silencio que suponía un clamor en sí mismo. El vacío de un Sánchez que apenas realiza declaraciones fuera del circuito de mítines electorales en el que se encuentra inmerso, había sido compensado pobremente por el PSOE en las redes sociales y por su ministra y número uno por Barcelona, Meritxell Batet. La titular de Política Territorial está enarbolando la respuesta más contundente contra el independentismo y los radicales. A través de su cuenta de Twitter el partido también censuró estos hechos. «Nuestro rechazo hacia quienes ayer quisieron boicotear un acto de Ciudadanos en Rentería. Todos los partidos tenemos derecho a llevar nuestros mítines de campaña allí donde queramos. Sin coacciones de ningún tipo. Con total libertad», escribió el partido en su cuenta oficial. Un mensaje muy similar al que dedicaron a la cabeza de lista por Barcelona del PP. El propio Sánchez dijo hacer suyo este pronunciamiento por ser el líder socialista.

Fuentes del PSOE aseguraron a LA RAZÓN que el candidato no se iba a pronunciar, al menos de «motu proprio» y que el PSOE ya había mostrado su repulsa con el citado mensaje. En el partido consideran «democrático» y dentro de la «libertad de expresión» tanto los mítines políticos como los actos de manifestación en su contra, aunque las formas no sean las adecuadas. No temen en Ferraz que Sánchez pueda verse sometido a una situación similar, aunque lo cierto es que el candidato socialista se encuentra en una suerte de «burbuja» en esta campaña que le evita tener que enfrentarse a cualquier contingencia externa. En concreto, en el arranque de esta campaña, el presidente del Gobierno ha evitado realizar cualquier declaración a la prensa o interacción con la ciudadanía, al margen de los mensajes enlatados que profiere desde su atril en los distintos mítines.

El candidato no ha pisado todavía la calle y no se prevé que lo haga al menos hasta mañana, cuando hay previsto un paseo en Alcalá de Henares (Madrid). Se da, además, la circunstancia que la caravana de periodistas que sigue al candidato no podrá cubrir ninguno de estos paseos por cuestiones logísticas y mala planificación. Esta falta de riesgo no solo se aprecia en los actos de Sánchez, también en su discurso. El líder socialista evita cualquier alusión a asuntos controvertidos como Cataluña, con tímidos reproches a los partidos independentistas a quienes, al mismo tiempo, se les ofrece diálogo «dentro de la Constitución y el Estatuto de Autonomía».

Rescata el 155

Anticipando que «no quiere aplicarlo», el presidente del Gobierno volvió ayer durante la entrevista en Antena 3 a desempolvar el artículo 155 que ya apoyó en la oposición. Sánchez reiteró que los partidos soberanistas «saben que no va a haber referéndum» y advirtió que «si tengo que aplicar el artículo 155, lo aplicaré». Una respuesta que será «proporcional al desafío». «Si vuelven a tomar ese camino –en alusión a la ilegalidad e incumplimiento de la Constitución y el Estatuto de Autonomía–, actuaré con contundencia», resolvió.

Sánchez evitó de nuevo pronunciarse sobre su postura ante la concesión de un eventual indulto a los líderes del procés, en caso de que éstos lo soliciten si son condenados en sentencia firme. Para esquivar esta cuestión, el líder socialista volvió a pedir «confianza en la labor de la Justicia y respetar la separación de poderes», pero se aventuró a emitir un «reproche político», asegurando que desde el punto de vista de la «responsabilidad política, repruebo su actitud por irresponsable y por fracturar a la sociedad catalana». En este sentido, el presidente del Gobierno sí quiso hacer una diferenciación entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, pues «en lugar de asumir su responsabilidad ha huido del país».

El líder socialista también evitó pronunciarse sobre los futuros pactos postelectorales y reivindicó la creación de un «tercer espacio» en el que el PSOE obtenga una mayoría suficiente para gobernar apoyado externamente por Unidas Podemos y el PNV, con un Ejecutivo socialista con independientes y en el que repetirán varios de los ministros.