Los sondeos de Génova reducen la diferencia con el PSOE a cuatro puntos

La fotografía de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) eleva a diecisiete puntos la diferencia que saca el PSOE al PP. Catapulta a los socialistas y hunde a los populares de acuerdo con el método Tezanos. El último tracking que maneja la dirección del PP reduce esa diferencia a unos tres o cuatro puntos. Son datos de esta última semana. El PSOE estaría en el 27 por ciento, mientras que el PP se movería entre el 23 y el 24 por ciento. Ciudadanos, un 16 por ciento, y Vox, el 8 por ciento. Estos trackings, que son seguimientos con muestras en construcción, ayudan a reflejar tendencias en la campaña, y a la dirección popular le han dejado como conclusión, por ejemplo, que la manifestación de Colón y aquella imagen de todos los líderes del centro-derecha juntos favorecieron al PSOE, en el sentido de que ayudaron a movilizar a la izquierda y a concentrar el voto en el partido de Pedro Sánchez con Unidos Podemos en caída continua. Al mismo tiempo, en el otro bloque, tanto Cs como Vox han bajado ligeramente desde entonces, mientras que el PP es el que mejor parado ha salido de aquella concentración aunque siga por detrás de los socialistas.

La radiografía demoscópica con la que trabajan en el principal partido de la oposición poco tiene que ver con los datos del CIS de Tezanos del mes de febrero, que consagra en el primer puesto al PSOE con un 33,3 por ciento. Los «trackings» del PP mantienen al PSOE como primera fuerza, pero a una distancia «asumible» y en la que la suma de los partidos del centroderecha casi roza el 50 por ciento de los votos.

En esta campaña, los partidos, al menos todos menos el PSOE, ya no toman como referencia los barómetros del CIS. Esa costumbre se ha perdido. En el caso del PP, su análisis no contempla en ningún caso la posibilidad de que Ciudadanos les arrebate la segunda posición, de acuerdo con los trabajos de las dos empresas demoscópicas con las que trabajan. Sí preocupa lo contrario, aunque pueda parecer paradójico, porque lo que están señalándoles sus estudios es una tendencia a la baja de Cs, que aunque en teoría les debería beneficiar, si fuese demasiado elevada perjudicaría a las opciones para que la unión de PP, Cs y Vox, en un modelo como el andaluz, pudiera imponerse sobre el acuerdo del PSOE con Podemos y con los independentistas. Hay quienes incluso se plantean si no sería más conveniente no «dar» a Ciudadanos y concentrar todo el discurso de «combate» contra el PSOE, para no «tirar piedras contra el propio tejado».

Esta va a ser una campaña absolutamente polarizada, derecha frente a la izquierda, y en el discurso de la derecha, el retrato será la izquierda unida a los independentistas. En el PSOE confían en que esta tensión favorezca la concentración de voto de izquierdas en sus siglas, y con esa confianza en el voto útil van a jugar también en el PP sus cartas con el objetivo de mantener el segundo puesto y desde el liderazgo del centro derecha intentar formar un gobierno a la andaluza.

Un resultado en generales en el que el PP no conservase el segundo lugar sería tan desestabilizador que aunque el partido intentase aguantar el tirón hasta las autonómicas y municipales de mayo, sin duda que sería imposible frenar una crisis interna que podría llevarse incluso por delante a Casado. El líder popular puede quedar segundo y no gobernar, pero no podría en ningún caso convivir bajo el sorpasso de Cs a su partido. Ni siquiera su poco tiempo como líder nacional le podría servir como seguro de vida. En cualquier caso, la posible pérdida del liderazgo del centro-derecha es una hipótesis que no entra dentro del escenario con el que el PP se enfrenta a estas elecciones generales, y eso que no dan nada por hecho ni en cuanto a resultados ni pactos. Sus estrategas les convencen cada día de que la oportunidad de gobernar, aun siendo segundos, es una realidad y que la clave está en la movilización del votante del centro derecha con el argumento movilizador de que hay que frenar un nuevo acuerdo de la izquierda con los independentistas. «Diga lo que diga el CIS hay partido», sostienen en Génova. La campaña que están diseñando busca compatibilizar el discurso más duro en algunas cuestiones como la defensa de España y recolocarse en temas sociales más en el centro. «No ganamos las elecciones con la extrema derecha», advierten desde el comité de dirección del partido. En donde también han chocado algunas de las declaraciones del «número uno» en materia de aborto o de defensa de la maternidad: no sólo chirrían a nivel periférico. Encontrar ese punto medio con Vox apretando por la derecha es uno de los principales retos a los que se enfrenta el PP en estas elecciones. Reto complicado con Vox y cuando tienen también que «buscar un equilibrio» ante lo que exige la Presidencia nacional del PP «al margen de las convicciones personales que uno tenga».