La universidad San Pablo de Madrid convocó este martes a 150 personalidades del mundo de la educación, la política, la judicatura, la Iglesia y la empresa para, «simplemente, rezar por todos los que lo necesiten»
En España partimos con desventaja en esto de los desayunos. Nuestra gastronomía es alabada en todo el planeta, pero no precisamente por nuestra manera de comenzar el día. Hasta hace unos años, el español medio se desayunaba con un café y unas tostadas, o unas galletas, o ni eso. Y de pie en la cocina. Los churros se asociaban con el fin de semana y las ocasiones especiales. Hasta los británicos, que naufragan en su gastronomía, nos daban sopas con honda con su full english breakfast. Ahora es distinto. Nos hemos vuelto más sofisticados, y nuestros desayunos incluyen bollería, huevos, cereales, chía, kiwi y hasta aguacate. Nos hemos puesto al nivel.
En Estados Unidos hace tiempo dieron un paso más, y crearon los Desayunos de Oración. El ingrediente que se añade es, como no podía ser otro, la oración. Es decir, convertir la primera colación del día en un encuentro más o menos numeroso de personas que se encomiendan a Dios al iniciar la jornada. Y con cierta premura, porque luego hay que ir a trabajar. Nada de copiosas comidas con interminable sobremesa de café, puro y copa.
Eso fue lo que ocurrió en la mañana de este martes en la universidad San Pablo CEU de Madrid, adonde acudieron más de 150 personalidades que participaban en el segundo Desayuno de Oración de España, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), como preámbulo al 27 Congreso Católicos y Vida Pública que comienza este viernes en Madrid.
«Ha sido un éxito», «una gran iniciativa», «es un acto al que pronto serán muchos los que pedirán que les inviten». En los corrillos que se crearon tras el desayuno, los comentarios iban todos en el mismo sentido. El presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza, ejerció de anfitrión, y recibió personalmente a cada uno de los asistentes. «El propósito de esta convocatoria es simplemente rezar por todos los que lo necesiten», señaló en su breve intervención durante la presentación del acto. Entre esas necesidades destacó tres: «Los cristianos perseguidos de todo el mundo, las intenciones del Papa León XIV y el eterno descanso del Santo Padre Francisco».
Evitar la corrupción y la descomposición
Y es que, si algo caracterizó todas las intervenciones, fue su concreción y brevedad. Sobre el encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica en España, el sacerdote polaco Roman Walczak, recayó la responsabilidad de leer el Evangelio de San Mateo que recoge las palabras de Jesús a sus apóstoles para que fueran sal y luz (5, 13-16). «Así ha de ser el estilo de vida de sus discípulos», señaló el sacerdote polaco en un fluido español. «Como la sal, que condimenta, que sirve para evitar la corrupción y la descomposición, y es también símbolo de la sabiduría», reflexionó. «Deben ser como la luz que alumbra el camino, que responda a las preguntas y dudas de los que caminan en la oscuridad de su pecado o su ignorancia», añadió.
El presidente de la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio Crespo, intervino a continuación, y señaló que «la política, cuando se practica con verdadero espíritu de servicio, se parece mucho a la oración. Ambas exigen entrega, perseverancia y la conciencia de que actuamos por algo que nos supera». Ciertamente, si ese fuese el espíritu que animara a nuestros hombres de la cosa pública, las cosas serían muy distintas.
Hubo, además, tres impactantes testimonios: los de los empresarios Erwan de la Villéon (de Puy du fou, que tuvo una frase memorable: «Queremos que los niños vengan con la camiseta de Doraemon y se marchen con la del Cid Campeador»), Carmen Cordón Muro (hija de Publio Cordón, asesinado por el Grapo) y Eric Halverson, un ortodoxo estadounidense que ha perdido recientemente, con apenas un mes de diferencia, a su esposa («mi gran amor») y a su padre («mi héroe»).
El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, clausuró el acto, cuando se había rebasado por unos pocos minutos la hora de duración que estaba estipulada. «La oración es profundamente provocativa y revolucionaria», aseguró el purpurado, porque rompe uno de los principales males de nuestro tiempo: el individualismo. «Un ejercicio de salir de sí mismo, de descentrarse de uno mismo, en medio de un mundo que nos lleva a centrarnos en nosotros mismos», observó.
Con su bendición final se puso fin al Desayuno de Oración, pero no a las actividades del CEU y la ACdP, que se retoman el viernes con el 27 Congreso Católicos y Vida Pública.











