Todo ocurrió mientras buceaba con su familia en los arrecifes de Florida. Jameson Reeder perdió la pierna derecha, pero nunca perdió la fe: «Jesús me salvará», repetía mientras se desangraba
El día prometía calma, diversión y descubrimientos marinos en el arrecife de Looe Key, en los Cayos de Florida. A 14 kilómetros de la costa, Jameson, con una cámara GoPro en mano, nadaba junto a sus hermanos cuando un grito desgarrador rompió la tranquilidad: el niño de 10 años estaba siendo atacado por un tiburón.
Hoy, con 13 años, Jameson Reeder y su padre, recordaron en declaraciones a Fox News aquel agosto de 2022, cuando la familia —padre, madre y cuatro hijos— se encontraba en las cristalinas aguas del arrecife. El pequeño se había sumergido con su cámara para observar tortugas y otras especies marinas, sin imaginar lo que ocurriría segundos después.
Justo después de avistar una tortuga marina bajo el agua, Jameson tuvo un fatídico encuentro con un tiburón toro de al menos 2,5 metros de largo. «Una vez que me agarró, no podía pensar en nada más que en lo que me atacaba. Me estremecí y entonces vi que era un tiburón. Reuní todas mis fuerzas y comencé a gritar pidiendo ayuda», relató.

Una visión que le dio paz
Su padre, Jameson Reeder, recuerda con crudeza aquel instante: «Una vez que Jameson estuvo en el barco, nos dimos cuenta de la magnitud del ataque. No habíamos visto al tiburón. Se coló, estaba cazando, y apareció de la nada». Lo que vieron al subir al pequeño fue aterrador: «La pierna de Jameson, por debajo de la rodilla, prácticamente había desaparecido. Solo quedaba la tibia, el hueso principal, y estaba cubierta de marcas de dientes».
El rescate se transformó en una carrera contrarreloj. El barco más cercano acudió en su ayuda y, providencialmente, a bordo viajaba una enfermera con un botiquín. Mientras ella trataba de contener la hemorragia, Jameson repetía una frase que marcó a todos: «Jesús me salvará». Entre el dolor y la debilidad, incluso cantó durante el trayecto para mantenerse despierto: Here I am to Worship (‘Aquí estoy para adorar’).
El propio Jameson relató que, en medio de la lucha por no desvanecerse, tuvo una visión: «Vi a un hombre en llamas, y cuando el fuego se disipó, en realidad era Jesús. Y yo solo lo miré, y él me miró a mí. No dijo nada, pero me transmitió una sensación de paz».
«El Señor me dio la fuerza para volver»
Tras tres semanas en el hospital y cuatro cirugías, el niño salió adelante. Aunque ahora utiliza una prótesis, su vida no se ha detenido: «Surfeo, toco la guitarra, juego béisbol y a veces escalo un poco», dice. Incluso ha vuelto al mismo arrecife donde todo cambió, convencido de que «el Señor me dio la fuerza para volver».
Hoy, con 13 años, Jameson ha encontrado una nueva pasión: los tiburones. Lleva grabado una imagen de uno de estos depredadores en la pierna protésica y sueña con bucear junto a ellos, sin jaula. Junto a su familia, ha compartido la experiencia en el libro Rescate en el arrecife: la milagrosa historia real de un niño con una fe inmensa.
«Jesús me salvará». Una frase sencilla que, en el momento más crítico, sostuvo la esperanza de toda una familia. Hoy, los Reeder miran hacia adelante con gratitud y fortaleza, y esperan regresar al arrecife a finales de este mes, justo en el aniversario del ataque.