León XIV exhorta al ayuno y la oración el 22 de agosto para pedir por la paz

Durante la audiencia general, el Pontífice saludó en particular a las monjas del Monasterio de Santa María de la Expectación, en Cuenca

Con un Aula Pablo VI abarrotada y numerosos gritos entusiastas de «¡Viva el Papa! ¡Papa León!», León XIV presidió esta mañana la audiencia general tras regresar anoche de unos días de descanso en Castelgandolfo, donde, a su salida, calificó a los medios vaticanos sus primeros cien días de pontificado como «una bendición de Dios».

Durante la audiencia, dirigió un mensaje de esperanza centrado en el amor y el perdón, animando a los fieles a pedir al Señor un corazón capaz de amar y perdonar «a la medida del Corazón de Jesús».

Asimismo, animó a todos a unirse el próximo 22 de agosto, festividad de Santa María Reina, en una jornada de ayuno y oración, pidiendo al Señor «que conceda paz y justicia y seque las lágrimas de quienes sufren a causa de los conflictos armados en curso».

Adelantarse al perdón

El Papa recordó en la audiencia general que el corazón de Jesús se revela en un amor que no se rinde ni siquiera ante la traición: que se entrega hasta el fin. En la última cena, cuando ofrece el pan a Judas, no se trata solo de un gesto de amistad, sino de un último intento del amor por alcanzar al que se aleja. Como dijo León XIV, «amar hasta el final es la clave para comprender a Cristo», porque su amor no se detiene ante el rechazo ni la ingratitud.

El Santo Padre subrayó que el perdón verdadero no espera al arrepentimiento, sino que se ofrece primero como un don gratuito. «Perdonar no significa negar el mal, sino impedir que genere más mal. No es decir que no haya pasado nada, sino hacer todo lo posible para que no sea el rencor el que decida el futuro», subrayó. Jesús muestra que el perdón es una fuerza capaz de liberarde cortar la cadena del resentimiento y devolver la paz.

Es así como el Pontífice animó a los peregrinos a llevar esta enseñanza a la vida cotidiana, especialmente en las heridas y decepciones que cada uno puede atravesar. «Se puede ofrecer un bocado incluso a quien nos da la espalda», señaló, recordando que el amor no se resigna al rencor y que tiene la capacidad de responder con el silencio de la confianza. Perdonar, añadió, no siempre cambia al otro, pero «impide que las tinieblas se extiendan», transformando a quien lo ofrece.