Los blancos se llevan un igualado partido (89-83) y este domingo puede conquistar el primer título de la temporada
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El Barça tiene casi todo para tumbar al Real Madrid. Una plantilla amplia, brillante, con carácter incluso, y un técnico con mucho más calado que su antecesor. Sin embargo, en las semifinales de la Supercopa de España, la historia de las últimas temporadas volvió a repetirse. Los blancos, gracias a su inconmensurable temple en los momentos peliagudos y a su mentalidad ganadora volvieron a recordarle a sus archienemigos quién manda en el baloncesto nacional. Construyó una sólida ventaja tras el descanso, que incluso llegó a ser de dobles dígitos, y gracias a las genialidades de Hezonja y Campazzo en las últimas posesiones, frenaron la revolución azulgrana. Este domingo (20.00 horas), tendrán opción de conquistar el primer título de la campaña.
Las semifinales de la Supercopa se esperaban con ansia, ver cómo dos gigantes como el Madrid y el Barcelona se baten en el abismo siempre es plato de buen gusto. Sin embargo, la realidad física de ambos conjuntos se hizo evidente en los primeros minutos. Las vacaciones pasaban factura y los ataques eran de lo más espesos, repletos de pérdidas, faltas e imprecisiones en el tiro. Rathan-Mayes quería presentarse a su nueva afición y asumió muchos galones en defensa y en ataque. Hay jugador bajo la piel del estadounidense, con alma de perro de presa y amplia capacidad anotadora.
Mandaba el Barcelona gracias al acierto exterior. A los triples de Parker y Punter se les unió uno más de Satoransky, que contaba con la complicidad de Campazzo. El argentino siempre pasaba los bloqueos por detrás y el checo no tenía oposición a la hora de armar el brazo. Sin embargo, el base se reivindicó con un tiro lejano y una gran asistencia a Abalde, dos acciones que permitieron al Madrid conseguir la gran ventaja de la tarde.
Poco a poco se elevaba la temperatura, la espesura inicial se convirtió en un baloncesto feliz, atractivo, terreno en el que el Madrid se encuentra mucho más cómodo que el Barça. Mateo y Peñarroya agitaban sus renovadas rotaciones en busca de un quinteto que les permitiese asestar un puñetazo antes del descanso y parecía que la combinación ganadora pertenecía al madrileño. Las genialidades de Feliz y los vuelos de Ibaka en defensa, tremenda su capacidad taponadora, minaban a los azulgranas. Golpe que se hizo más duro tras cinco puntos consecutivos de Abalde, espléndida su forma.
Los catalanes, cuando peor estaban, fueron reanimados por sus abundante calidad individual. La energía de Anderson en defensa y los aciertos de Brizuela y Parker formaron un gran parcial de 8-0. Sonríe el Barça cuando abraza la anarquía, cuando se quita el corsé de la pizarra y despliega sus alas. Peñarroya mantuvo el bloque, que respondió con contundencia, y cuando se disipó la niebla, los catalanes mandaban por uno al descanso.
Hezonja, algo desquiciado en la primera mitad, volvió del túnel de vestuarios con la túnica de enterrador puesta. Dios triples del croata rebajaron la euforia azulgrana y Tavares comenzó a desplegar su insultante superioridad física. Estaba inspirado el Madrid y Musa, con un dos más uno, aumentó la ventaja hasta los siete puntos. Volvía a atascarse el Barça cuando atacaba en estático y solo le salvaba que sus enemigos se obsesionaban en tirar desde la larga distancia. Pero Campazzo, muy inspirado, confirmó la superioridad blanca con un gran triple al contraataque.
Willy Hernangómez firmaba una otra decepcionante actuación (recibió una antideportiva por darle un codazo en la cara a Campazzo) y los catalanes parecían heridos de muerte, sin respuesta hasta que Abrines anotó dos triples geniales para sacar a los suyos a flote. Se aferraba el Barça a un clavo ardiendo, al coraje de sus inesperados líderes, como Brizuela, el mejor de los suyos junto con Parker. Esperanza dilapidada a base de guantazos por Ibaka, que negó dos canastas consecutivas. Con 35 años, su físico se mantiene espléndido.
La defensa del Madrid era espléndida, pero su ataque no tanto. Solo había anotado cuatro puntos tras los primeros seis minutos del último cuarto y el Barça coqueteaba con el abordaje en el marcador. El fin estaba a la vuelta de la esquina y nadie rompía el empate. Fue entonces cuando apareció la magia de Hezonja, que sumó un dos más uno antes dos defensores espectacular. Satoransky devolvió la igualdad con un triple desde la esquina y la prórroga era posible realidad.
Tavares adelantó al Madrid con un gran gancho, sin oposición, y Campazzo desarboló un ataque clave del Barça para luego rematar la faena con una bandeja ante su amigo Laprovittola. Los blancos solo debían estar acertados en desde la línea de tiros libres para mandar a su rival al foso y clasificarse a la final. Una misión en la que no fallaron.