La OCDE advierte de que el 28% de los jóvenes españoles no tiene ni el Bachillerato, el porcentaje más alto de la UE

España es el país de la UE con una mayor tasa de jóvenes que no han terminado el Bachillerato o su equivalente en Formación Profesional. El 28% de los españoles de 25 a 34 años tienen un nivel inferior a la segunda etapa de Secundaria, que es la «cualificación mínima» que la OCDE considera que se debe adquirir para alcanzar «una participación exitosa en el mercado laboral». Este organismo internacional nos saca los colores porque duplicamos la media de la treintena de estados que lo componen (14%) y también estamos muy por encima de nuestros vecinos europeos (12%).

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha presentado este lunes su informe educativo anual, Panorama de la Educación 2022, en el que advierte de que, aunque hemos mejorado mucho en la última década (estábamos en el 35% en 2011), aún hay muchos jóvenes en España que abandonaron la educación sin lograr la titulación postobligatoria.

El estudio advierte de las «grandes diferencias en el logro educativo» entre comunidades autónomas. La proporción de jóvenes poco cualificados es altísima en Extremadura (37,3%), Murcia (36%), Castilla-La Mancha (34,2%), Andalucía (34,2%) y, sobre todo, las ciudades autónomas de Ceuta (38%) y Melilla (41,2%), gestionadas por el Ministerio de Educación.

Otras regiones, por el contrario, están en sintonía con la media de la OCDE. Es el caso de Navarra (14,6%) o el País Vasco (15,4%). Al igual que ocurre en el resto de países, los chicos (33%) están mucho peor que las chicas (22%). Hay 11 puntos porcentuales de diferencia entre el recorrido escolar de ambos sexos, una brecha que también aparece en las estadísticas de repetición de curso y de abandono temprano.

La OCDE nos recuerda que «un mayor nivel educativo se asocia con mejores perspectivas de empleo«. Tanto que la tasa de empleo entre los jóvenes de esta franja de edad es nueve puntos porcentuales más alta entre aquellos que tienen Bachillerato que entre los que no lo tienen. Si siguen estudiando y van a la universidad (aquí estamos mejor que la media), la tasa de empleo es 19 puntos porcentuales aún mayor.

También los niveles salariales son mayores cuanto más tiempo se estudia. Quienes han terminado el Bachillerato o niveles equivalentes ganan un 29% más que los trabajadores que no lo tienen, mientras que aquellos con estudios superiores cobran aproximadamente dos veces más.

Entonces, ¿por qué nuestros jóvenes dejan el instituto a medio terminar?

Lucas Gortázar, director de Educación del think tank EsadeEcPol, lo achaca a la la tradicional falta de oferta de FP que ha existido en España y al «bajo interés social por la educación», además de a un «sistema de titulación restrictivo donde el que no tiene título no puede seguir estudiando», algo que no ocurre en otros países. «Estos factores están cambiando: las familias están apostando cada vez más por la educación y la FP se está expandiendo porque las administraciones se han dado cuenta por fin de que es la solución a este problema. Pero hay otros factores que se mantienen, como el sistema de titulación en la ESO, que es causa de este bajo logro educativo. Todavía queda mucho por hacer», dice el también analista del Banco Mundial.

Antonio Cabrales, catedrático de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid, considera, por su parte, que un sistema educativo en el que «los currículos son demasiado académicos» hace que «los estudiantes menos académicamente motivados se aburran». «Se suspende demasiado y se hace repetir curso mucho. Al final, nuestros estudiantes menos buenos se cansan y se van. Hay que dar más opciones a esos chicos en el borde y agarrarlos más a la escuela», indica. ¿De qué manera?

Ismael Sanz, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos, considera «importante que los jóvenes terminen, como mínimo, una FP de Grado Medio o el Bachillerato antes de salir del sistema educativo». Para estas CCAA con bajo logro educativo, recomienda que se fije «como prioridad» las tutorías en pequeños grupos en horarios extraescolares o las clases de refuerzo en el mes de julio con personal docente adicional.

MUCHOS ‘NINIS’

El informe de la OCDE también nos deja en evidencia con otro dato muy relacionado con el anterior: el 19% de los jóvenes españoles ni estudia ni trabaja. Durante la pandemia de Covid mejoramos un poco, pero en 2021 volvimos a los niveles de 2019, lejos aún de la media europea (13%) y de la OCDE (15%).

Jorge Calero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, explica que en este indicador «confluyen dos fenómenos especialmente negativos en el caso español: los elevados niveles de desempleo juvenil y de abandono educativo temprano». «La combinación de ambos fenómenos lleva a que el indicador alcance en España el segundo valor más elevado entre los países de la UE, sólo por detrás de Italia», recalca.

«Tenemos una proporción de ninis elevada desde hace mucho tiempo. Hay que lograr que estos chicos vuelvan al sistema educativo, en lugar de que se pongan a buscar empleo, que no será de mucha calidad ni estable. Para ello puede ser muy útil extender la FP Dual, que, hasta ahora, no llega a muchos alumnos en España», añade Sanz.

La FP Dual es un sistema que combina formación con prácticas en empresas remuneradas al que ha dado impulso la nueva ley de Pilar Alegría. Pero sólo el 3,8% de los alumnos de FP de Grado Medio, el 5,7% de los de FP de Grado Superior y el 1,1% de la FP de Grado Básico participa en la modalidad dual.

Sanz deja ver que los alumnos pueden no estar viendo del todo sus ventajas. El informe desliza que los titulados en FP de Grado Superior en España sólo tienen un 5% más de ingresos con respecto a los que tienen el título de Bachillerato, una diferencia muy pequeña comparada con lo que ocurre en la OCDE (un 20% más) o en la media de la UE (un 22%).

«Otra cuestión importante es que los titulados en grado en España tienen un 30% más de salario que los titulados en Bachillerato o FP de Grado Medio, cuando en la UE el premio salarial por estudiar un grado universitario, con respecto a Bachillerato o a FP de Grado Medio, es del 36% y en la OCDE, del 44%«, añade Sanz. En otras palabras, a los estudiantes españoles no les sale tan a cuenta -en términos salariales- estar muy cualificados.

SÓLO UN 6% DE MATRICULADOS EN TIC

El informe de la OCDE también nos avisa de que «la probabilidad de tener un empleo aumenta con el nivel educativo alcanzado, pero varía según el campo de estudio». En España los estudiantes de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) sólo representan el 6% de los nuevos matriculados en la educación superior. Y eso que los que tienen un título en estas carreras disfrutan de una tasa de empleo del 88%, mientras que para los de Artes y Humanidades, Ciencias Sociales, Periodismo o Educación esta tasa baja al 78%.

Con un 28%, las carreras relacionadas con las Ciencias Empresariales, Administración y Derecho fueron las más populares, como ocurre en la mayoría de países. A pesar de la creciente necesidad de habilidades digitales, todavía los jóvenes se resisten a ellas.

«La situación de debilidad relativa de España en relación al resto de países de la OCDE es evidente tanto en en años de escolarización como en calidad y habilidades de los adultos. España es, junto con Malta, el país de la UE con mayor tasa de fracaso escolar y abandono temprano del sistema educativo, lo que explica buena parte de nuestra elevada desigualdad en la distribución de la renta, junto a un mercado de trabajo ineficiente y poco equitativo», dice Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Resarch.

«Aumentar las habilidades y cualificación de la población adulta en España mediante la mejora de la calidad del sistema educativo es urgente y totalmente necesario como estrategia a largo plazo. Pero sus efectos pueden tardar décadas en producirse, por lo que a medio plazo el reciclaje profesional y la mejora de las competencias digitales, de la formación continua y de la cualificación de la población adulta es crucial», añade. Para ello considera que «una condición necesaria» es, como nos exige la UE, «reducir la tasa de desempleo y la temporalidad, y aumentar la productividad del empleo y la eficacia de las políticas activas de empleo, y acercarnos a los niveles de flexiseguridad de los países del centro y norte de Europa, que también destacan por sus niveles de capital humano».

PLANTILLAS ESTANCADAS

Otro asunto en el que la OCDE nos tira de las orejas es en el envejecimiento de las plantillas universitarias. «El personal tiende a comenzar su carrera relativamente tarde debido a la duración de la educación que necesita para cualificarse», advierte. En España, el 47% del personal académico tiene 50 años o más, por encima de la media de la OCDE, que es el 40%. Sólo el 3% de los profesores es menor de 30 años, frente al 8% de media en el resto de países. ¿Por qué?

«Durante la recesión de 2008 se congelaron las plazas y la tasa de reposición, así que no se cubrían las jubilaciones ni de lejos. En el último par de años se está contratando a más, pero ha costado años de parón», responde Jenifer Ruiz-Valenzuela, profesora de Economía de la Universidad de Barcelona.

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«Esta situación va a empeorar en los próximos años, con la llegada a las edades de jubilación del profesorado que empezó su actividad en la década de 1980, cuando se incrementó notablemente el número de profesores», avisa Calero, que pide «una política enérgica para rejuvenecer las plantillas, con una sustitución del profesorado jubilado por profesores jóvenes dedicados a tiempo completo a la docencia y la investigación».

José Emilio Boscá, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Valencia, describe así la situación: «Aunque esto ya se sabía desde hace años, los rectorados no hacen planes a medio y largo plazo para regenerar las plantillas. Ahora, conforme se jubilan los profesores, se va contratando a jóvenes profesores sin ningún criterio, más allá de que cumplan los baremos y exigencias legales. De hecho, hay plazas que se quedan desiertas, porque no se encuentran doctores que quieran acceder a ellas. Esto nos lleva a un alejamiento de los sistemas universitarios más punteros».