Los radicales fracasan en su intento de condicionar las elecciones en Madrid

La extrema izquierda, la misma que acosó el pasado 7 de abril a Vox en Vallecas, renunció ayer a repetir las escenas de violencia que en los últimos meses ha trasladado a diversos puntos de Madrid. En la tarde de ayer, cerca de dos mil radicales se concentraron en el distrito de Puente de Vallecas de la capital con el objetivo de alcanzar a través de un recorrido urbano la Asamblea de Madrid. El objetivo era emular intervenciones radicales de la pasada década, como ‘Rodea el Congreso’ (2012), pero cualquier similitud no llegó a ser ni mera coincidencia.

El dispositivo policial, por un lado, de carácter preventivo, casi invisible a ojos de los manifestantes y coordinado desde un helicóptero, unido a la certeza que comienza a apoderarse de la izquierda más extremista de que con el empleo de la violencia no puede hacer que los partidos a los que más afines son puedan ganar votos sino perderlos, están detrás del fracaso de una movilización que, como la de ayer, no registró incidentes.

La izquierda más radical se movilizó desde la plaza de la Constitución, la conocida como ‘plaza roja’, el mismo lugar en el que con un enorme despliegue de violencia impidieron y boicotearon un acto de Vox que encabezaba su presidente, Santiago Abascal, el día 7, y que acabó con 13 detenidos. En esta ocasión sí comunicaron a la Delegación del Gobierno la movilización e, incluso, aceptaron un cambio de itinerario: en vez de alcanzar la Asamblea de Madrid a través de la avenida de Pablo Neruda lo hicieron ordenadamente por calles secundarias (Arroyo Olivar, Buenos Aires, Palomeras y Javier de Miguel).

El paso de los manifestantes por las calles del barrio de Vallecas fue supervisado por un equipo de la propia organización, algo escasamente frecuente en este tipo de protestas. El lanzamiento de las habituales y arcaicas consignas fue seguido sin interés alguno por un escaso número de ciudadanos que contemplaban sin sorpresa una marcha que si por algo sorprendía era por su carácter trasnochado. Los lemas usados se ajustaban a la perfección a la publicidad que distribuían algunas de las organizaciones participantes (Izquierda Revolucionaria, Comité Revolucionario de Trabajadores, Corriente Roja…): octavillas denominadas «panfletos» por varios de sus repartidores, como evidenciando para ellos mismos su escasa credibilidad en pleno siglo XXI. Ahí sonaron, megáfono en mano, y con escasa capacidad coral, lemas como «la lucha es el camino» o «más educación y menos represión».

Con el fracaso de la movilización que evidenció una nula capacidad de condicionar las elecciones autonómicas en Madrid previstas para el 4 de mayo, la izquierda radical pierde el protagonismo que había logrado a través del empleo de la violencia, particularmente cuando boicoteó hasta el extremo el acto previsto por Vox.

La imagen de Vallecas

La imagen de Vallecas como un barrio más de Madrid, ajeno a la violencia que tuvo su epicentro el día 7, quedó respaldada. No en vano, Puente de Vallecas, el distrito donde se desarrolló la manifestación es un área urbana donde en las últimas elecciones autonómicas casi 30.000 vecinos (de los 96.000 que votaron) optaron por partidos de centro-derecha, los mismos que, precisamente, persiguen con sus insultos los que ayer, por ejemplo, se manifestaron en medio de la indiferencia de los vallecanos.

El dispositivo que preparó la Delegación del Gobierno tuvo un carácter preventivo y disuasorio. Antes del inicio de la marcha numeros agentes de Información vigilaban las zonas más próximas a la ‘plaza roja’ y del recorrido. Mientras, patrullas de Policía Nacional peinaban las inmediaciones, tanto de este lugar como de la Asamblea de Madrid. Por ejemplo, este periódico fue testigo de controles en el entorno de la estación de Entrevías, muy cerca de la Asamblea de Madrid, con el objetivo de poder detectar la aproximación de los violentos más vigilados por las fuerzas de seguridad por la repetición de sus acciones. A lo largo de la marcha, un helicóptero siguió en todo momento el desarrollo de la movilización, pero resultó, a ojos de los radicales, casi imposible ver a un agente, ni de Policía Nacional ni de Municipal. Tan solo una UVI móvil del Samur, a manera de ‘coche escoba’, parecía vigilar el desarrollo de la protesta. Solo en una ocasión, cuando la marcha se acercaba a la avenida Buenos Aires, pudo observarse a los antidisturbios. Por no verse, no se veía ni a las patrullas de la Policía Municipal cortando el tráfico.

A su llegada a la Asamblea solo los dos habituales guardias civiles de su puerta parecían proteger el inmueble. Delante, la vida seguía en el Centro Comercial Madrid Sur, indiferente a las proclamas. Todo era tan normal que los manifestantes no permanecieron más de media hora ante la Cámara. Tiempo que aprovecharon para verter sus proclamas y recaudar dinero para la defensa de los detenidos el día 7, a la manera del mundo abertzale.