La luz solar, más eficaz que el confinamiento para acabar con el Covid-19

La luz del sol puede convertirse en un aliado de primer nivel contra el coronavirus. Así lo concluye un estudio sobre la inactivación estimada de coronavirus por radiación solar con referencia especial al Covid-19 que han elaborado dos investigadores del Departamento de Defensa de EE UU y del Departamento de Salud y Servicios Humanos Ringgold Standard Institución.

El informe, que ha sido aceptado para su publicación en Photochemistry and Photobiology, la revista de la Sociedad Americana de Fotoquímica y Fotobiología, utiliza un modelo desarrollado para estimar la inactivación solar de diversos virus en biodefensas, y calcula la inactivación esperada del virus SARS-CoV-2 a causa de la pandemia Covid-19 por UVC (una luz ultravioleta) artificial y por radiación ultravioleta solar en varias ciudades del mundo durante diferentes épocas del año.

Según el estudio, los resultados que el SARS-CoV-2 aerosolizado a partir de pacientes infectados y depositado en superficies podría permanecer infeccioso al aire libre durante un tiempo considerable durante el invierno en muchas ciudades de zonas templadas, con riesgo continuo de reaerosolización e infección humana. “Por el contrario, los datos presentados indican que el SARS-CoV-2 debe inactivarse relativamente rápido (más que la gripe A) durante el verano en muchas ciudades pobladas del mundo, lo que indica que la luz solar debe desempeñar un papel en la ocurrencia, la tasa de propagación y la duración de las pandemias de coronavirus”. Los autores sostienen que la radiación ultravioleta de la luz solar es el principal agente virucida en el medio ambiente, noción respaldada por la correlación encontrada en Brasil entre el aumento de la incidencia de gripe en los registros de ingresos hospitalarios y el bloqueo de rayos ultravioleta en el humo “durante la temporada de quemazón”.

Los autores subrayan que aunque la transmisión directa de persona a persona es importante entre individuos cercanos, es notable que la pandemia de Covid-19 progresó a un ritmo sostenido incluso después de que un tercio de la población mundial estuviera en cuarentena o en encierro domiciliario. “La rápida progresión de la pandemia Covid-19 a pesar de la transmisión directa muy obstaculizada apoya el esclarecimiento de la relevancia de la infección directa del virus aerosolizado, el contacto con superficies contaminadas y otros medios de propagación, y la inactivación de las mismas.

Se ha informado que los cambios en la humedad relativa y la temperatura ambiente tienen un efecto bastante limitado en la supervivencia del virus ambiental y la transmisión de enfermedades. Por el contrario, la radiación UVC tiene un efecto virucida considerable”. También apuntan que la inactivación viral por la luz solar continúa al aire libre, aunque a la mitad de la tasa o menos, incluso a la sombra o en el aire contaminado o en días parcialmente nublados.

También recuerdan que los datos de la pandemia en poder de la Organización Mundial de la Salud revelan que de los 30 países con mayores infecciones por millón de habitantes, 28 estaban al norte del Trópico de Cáncer. E incluyen un dato sorprendente: las personas sanas que reciben la luz solar al aire libre podrán haber estados expuestas a dosis virales más bajas con más posibilidades de generar una respuesta inmune eficiente.

El estudio recuerda que numerosos países, entre ellos España, implementaron medidas de cuarentena y encierro domiciliario a menudo aplicadas por la policía que disminuyeron el tiempo que las personas podían pasar al aire libre, evitando así la posible exposición a la luz solar. Otros estados no lo hicieron así. Aluden a Suecia, Bielorrusia, Nicaragua, Uruguay, corea del Sur o Namibia.

Aunque no es el objetivo del estudio, los autores afirman que las medidas de encierro que impiden que los individuos sanos permanezcan al aire libre no han dado lugar a una diferencia obvia y estadísticamente significativa en las infecciones por millón de habitantes en comparación con los países donde los individuos sanos no estaban impedidos de permanecer al aire libre, con exposición potencial a la radiación solar. Sus conclusiones son que aunque la latitud, el tamaño de la población y las medidas de salud pública y control varían enormemente entre los países, hay persistencia viral estimada para las ciudades de latitudes septentrionales en las que el Covid-19 se expandió rápidamente durante el invierno 2019-2020 mientras que se aprecia una inactivación relativamente mayor en latitudes más meridionales que recibieron alta radiación solar durante el mismo periodo. Esto sugiere un papel ambiental para la luz solar en la pandemia de Covid-19.