III Discurso de conclusión FIN DEL SEGUNDO DISCURSO

Israel, pueblo de Yahvé.

En este día Yahvé tu Dios te manda hoy practicar estos preceptos y estas normas; las guardarás y las practicarás con todo tu corazón y con toda tu alma. Has hecho decir a Yahvé que él será tu Dios – tú seguirás sus caminos, observarás sus preceptos, sus mandamientos y sus normas, y escucharás su voz -. Y Yahvé te ha hecho decir hoy que serás su pueblo propio, como él te ha dicho – tú deberás guardar todos sus mandamientos -; él te elevará en honor, renombre y gloria, por encima de todas las naciones que hizo, y serás un pueblo consagrado a Yahvé tu Dios como él te ha dicho.

Inscripción de la ley y ceremonias cultuales.

Moisés y los ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden: «Guardad todos los mandamientos que yo os prescribo hoy. Cuando paséis el Jordán para ir a la tierra que Yahvé tu Dios te da, erigirás grandes piedras, las blanquearás con cal, y escribirás en ellas todas las palabras de esta Ley, en el momento en que pases para entrar en la tierra que Yahveh tu Dios te da, tierra que mana leche y miel, como te ha dicho Yahvé el Dios de tus padres. Y cuando hayáis pasado el Jordán, erigiréis estas piedras en el monte Ebal, como os lo mando hoy, y las blanquearéis con cal. Levantarás allí en honor de Yahvé tu Dios un altar de piedras: sin labrarlas con el hierro. Con piedras sin labrar harás el altar de Yahvé tu Dios, y sobre este altar ofrecerás holocaustos a Yahvé tu Dios. Allí también inmolarás sacrificios de comunión, los comerás y te regocijarás en presencia de Yahvé tu Dios.  Escribirás en esas piedras todas las palabras de esta Ley. Grábalas bien.»
Después Moisés y los sacerdotes levitas hablaron así a todo Israel: «Calla y escucha, Israel. Hoy te has convertido en el pueblo de Yahvé tu Dios. Escucharás la voz de Yahvé tu Dios y pondrás en práctica los mandamientos y preceptos que yo te prescribo hoy.» Y Moisés ordenó aquel día al pueblo:  Estos son los que se situarán en el monte Garizim para dar la bendición al pueblo, cuando hayáis pasado el Jordán: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín; y estos otros los que se situarán, para la maldición, en el monte Ebal: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí. Los levitas tomarán la palabra y dirán en voz alta a todos los israelitas: Maldito el hombre que haga un ídolo esculpido o fundido, abominación de Yahvé, obra de manos de artífice, y lo coloque en un lugar secreto. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien desprecie a su padre o a su madre. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien desplace el mojón de su prójimo. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien desvíe a un ciego en el camino. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien tuerza el derecho del forastero, el huérfano o la viuda. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien se acueste con la mujer de su padre, porque descubre el borde del manto de su padre. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien se acueste con cualquier bestia. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien se acueste con su hermana, hija de su padre o hija de su madre. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien se acueste con su suegra. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien mate a traición a su prójimo. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente. – Y todo el pueblo dirá: Amén.
Maldito quien no mantenga las palabras de esta Ley, poniéndolas en práctica. – Y todo el pueblo dirá: Amén.

Las bendiciones prometidas.

Y si tú escuchas de verdad la voz de Yahvé tu Dios, cuidando de practicar todos los mandamientos que yo te prescribo hoy, Yahvé tu Dios le levantará por encima de todas las naciones de la tierra, y vendrán sobre ti y te alcanzarán todas las bendiciones siguientes, por haber escuchado la voz de Yahvé tu Dios.
Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo.
Bendito será el fruto de tus entrañas, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el parto de tus vacas y las crías de tus ovejas.
Benditas serán tu cesta y tu artesa.
Bendito serás cuando entres y bendito cuando salgas.
A los enemigos que se levanten contra ti, Yahvé los pondrá en derrota: salidos por un camino a tu encuentro, por siete caminos huirán de ti. Yahvé mandará a la bendición que esté contigo, en tus graneros y en tus empresas, y te bendecirá en la tierra que Yahvé tu Dios te da. Yahvé hará de ti el pueblo consagrado a él, como te ha jurado, si tú guardas los mandamientos de Yahvé tu Dios y sigues sus caminos. Todos los pueblos de la tierra verán que sobre ti es invocado el nombre de Yahveh y te temerán. Yahvé te hará rebosar de bienes: frutos de tus entrañas, frutos de tu ganado, y frutos de tu suelo, en esta tierra que él juró a tus padres que te daría. Yahvé abrirá para ti los cielos, su rico tesoro, para dar a su tiempo la lluvia necesaria a tu tierra y para bendicir todas tus obras. Prestarás a naciones numerosas, y tú no tendrás que tomar prestado. Yahvé te pondrá a la cabeza y no a la cola; siempre estarás encima y nunca debajo, si esuchas los mandamientos de Yahvé tu Dios, que yo te prescribo hoy, guardándolos y poniéndolos en práctica, si no te apartas ni a derecha ni a izquierda de ninguna de estas palabras que yo os prescribo hoy, para ir en pos de otros dioses a servirles.