Rebelión de israel. Cólera de Yahvé e intercesión de Moisés. Perdón y castigo. Vana tentativa de los israelitas.

Rebelión de israel.

Entonces toda la comunidad alzó la voz y se puso a gritar; y la gente se pasó llorando toda aquella noche. Luego murmuraron todos los israelitas contra Moisés y Aarón, y les dijo toda la comunidad: «¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto! Y si no, ¡ojalá hubiéramos muerto en el desierto! ¿Por qué Yahvé nos trae a este país para hacernos caer a filo de espada y que nuestras mujeres y niños caigan en cautiverio? ¿No es mejor que volvamos a Egipto?»
Y se decían unos a otros: «Nombremos a uno jefe y volvamos a Egipto.»

Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra delante de toda la asamblea de la comunidad de los israelitas. Pero Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, que eran de los que habían explorado el país, rasgaron sus vestiduras y dijeron a toda la comunidad de los israelitas: «La tierra que hemos recorrido y explorado es muy buena tierra. Si Yahvé nos es favorable, nos llevará a esa tierra y nos la entregará. Es una tierra que mana leche y miel. No os rebeléis contra Yahvé, ni temáis a la gente del país, porque son pan comido. Se ha retirado de ellos su sombra protectora, y en cambio Yahvé está con nosotros. Noles tengáis miedo.»

Cólera de Yahvé e intercesión de Moisés.

Toda la comunidad hablaba de apedrearlos, cuando la gloria de Yahvé se apareció a todos los israelitas en la Tienda del Encuentro. Y dijo Yahvé a Moisés: «¿Hasta cuándo me va a despreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo van a desconfiar de mí, con todas las señales que he obrado entre ellos? Los heriré de peste y los desheredaré. Pero a ti te convertiré en un pueblo más grande y poderoso que ellos.»    Moisés respondió a Yahvé: «Los egipcios se han enterado de que tu, con tu poder, sacaste a este pueblo de en medio de ellos. Se lo han contado a los habitantes de este país. Estos se han enterado de que tú, Yahvé, estás en medio de este pueblo, y te das a ver cara a cara; de que tú, Yahvé, permaneces en tu Nube sobre ellos, y caminas delante de ellos de día en la columna de Nube, y por la noche en la columna de fuego. Si haces perecer a este pueblo como a un solo hombre, dirán los pueblos que han oído hablar de ti: Yahvé, como no ha podido introducir a ese pueblo en la tierra que les había prometido con juramento, los ha matado en el desierto.» Muestra, pues, ahora tu poder, mi Señor, como prometiste diciendo: Yahvé es tardo a la cólera y rico en bondad, tolera iniquidad y rebeldía; aunque nada deja sin castigo, castigando la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación. «Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza de tu bondad, como has soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.»

Perdón y castigo.

Dijo Yahvé: «Le perdono, según tus palabras. Pero por vida mía y la gloria de Yahvé que llena toda la tierra, que ninguno de los que han visto mi gloria y las señales que he realizado en Egipto y en el desierto, que me han puesto a prueba ya diez veces y no han escuchado mi voz, verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. No la verá ninguno de los que me han despreciado. Pero a mi siervo Caleb, ya que fue animado de otro espíritu y me obedeció puntualmente, le haré entrar en la tierra donde estuvo, y su descendencia la poseerá. (El amalecita y el cananeo habitan en el llano). Mañana, volveos y partid para el desierto, camino del mar de Suf.»

Yahveh habló así a Moisés y Aarón: «¿Hasta cuándo esta comunidad perversa murmurará contra mí? He oído las quejas de los israelitas, que están murmurando contra mí. Diles: Por mi vida, – oráculo de Yahvé – que he de hacer con vosotros lo que habéis hablado a mis oídos. Por haber murmurado contra mí, todos los que fuisteis censados y contados, de veinte años para arriba, en este desierto caerán vuestros cadáveres.  Juro que no entraréis en la tierra en la que, mano en alto, juré estableceros. Sólo a Caleb, hijo de Yefunné y a Josué, hijo de Nun, y a vuestros pequeñuelos, de los que dijisteis que caerían en cautiverio, los introduciré, y conocerán la tierra que vosotros habéis despreciado. Vuestros cadáveres caerán en este desierto, y vuestros hijos serán nómadas cuarenta años por el desierto, cargando con vuestra infidelidad, hasta que no estén por completo todos vuestros cadáveres en el desierto. Según el número de los días que empleasteis en explorar el país, cuarenta días, cargaréis cuarenta años con vuestros pecados, un año por cada día. Así sabréis lo que es rebelarse contra mí. Yo, Yahvé, he hablado. Eso es lo que haré con toda esta comunidad perversa, amotinada contra mí. En este desierto no quedará uno: en él han de morir.»

Los hombres que había enviado Moisés a explorar la tierra, que al volver habían incitado a toda la comunidad a murmurar contra él, poniéndose a hablar mal del país, aquellos hombres que habían hablado mal del país, cayeron repentinamente muertos delante de Yahvé. En cambio, Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, sobrevivieron de entre los hombres que habían ido a explorar la tierra.

Vana tentativa de los israelitas.

Refirió Moisés estas palabras a todos los israelitas y se afligió mucho el pueblo. Madrugaron y subieron a la cumbre del monte, diciendo: «Aquí estamos. Vamos a subir a ese lugar respecto del cual ha dicho Yahvé que hemos pecado.» Moisés les respondió: «¿Por qué hacéis eso, pasando por encima de la orden de Yahvé? Eso no tendrá buen éxito. No subáis, porque Yahvé no está en medio de vosotros, no vayáis a ser derrotados frente a vuestros enemigos. Porque el amalecita y el cananeo están allí contra vosotros, y caeréis a filo de espada, pues después de haber abandonado vosotros a Yahvé, Yahvé no está con vosotros.» Pero ellos se obstinaron en subir a la cumbre del monte. Ni el arca de la alianza de Yahvé, ni Moisés se movieron del campamento. Bajaron los amalecitas y los cananeos que habitaban en aquella montaña, los batieron y los destrozaron hasta llegar a Jormá.