Deseo que el clásico no pueda jugarse

Mi deseo es que el clásico no pueda jugarse y que el independentismo tope con el límite de su incompetencia. Cataluña es una nación deportiva, según sentencia de Arcadi Espada, y si durante el franquismo el Barcelona fue la metáfora del catalanismo, desde que Messi llegó y la política catalana se convirtió en el museo del incompetente, el zafio y el gafe, sucede exactamente al revés y la única victoria que el secesionismo podrá permitirse en todo este proceso es meterle una manita al eterno rival, creyendo que derrota a España. Mi deseo es que el clásico no llegue a jugarse y que el independentismo, como los palestinos, continúe sin perder una oportunidad de perder una oportunidad y se arrebate a sí mismo, en su máxima estulticia, su única gloria. Un 0 a 3 federativo, por imposibilidad de celebrarse el encuentro, sería el mejor revulsivo para tanto soñador incauto que se equivoca de sustancia y de categoría y no entiende la tragedia que está a punto de provocarse. Si yo fuera el Madrid patrocinaría de escondidas a Tsunami, porque tal como está en Barça en los últimos partidos, la única manera que tendrá el Madrid de ganarnos en el Camp Nou es si cuatro macacos de Verges o Masquefa le hacen el favor de invadir el terreno de juego.

Nunca desprecio al enemigo y doy por hecho que será tan inteligente o más que yo. Y aunque es evidente que en el caso de los independentistas es un exceso, persevero en mi prudencia y me niego a creer que sean tan estúpidos de creer que las gamberradas, por muy televisadas que sean, acercan a la independencia y que tiren a la basura una perfecta oportunidad de dejar en bragas al Madrid. De verdad, no me creo que sean tan imbéciles, pero esta tarde por si acaso he llamado a mi querido Florentino Pérez y le di el contacto de dos viejos conocidos que mandan en Tsunami: contra Messi sólo queda la barbarie. Y a pesar de su extrema petulancia, la barbarie suele venderse barata, y estos que ahora amenazan con cortar las calles son los que cuando se aplicó el artículo 155, en lugar de mantenerse en pie y dar la cara, se aferraron a su sueldo como ratas cobardes. Soldaditos de lo gratis, vayan pasando.

La nación deportiva cierra el círculo en el Camp Nou para disparar contra Messi, su único héroe verdadero, y contra su única redención posible que es una victoria del Barça. La mayor tragedia nunca te la procura el ejército enemigo sino tu avara ignorancia.

Salvador Sostres

Escritor. La Vanguardia, Avui, Factual y El Mundo. Ahora colabora en ABC