Historiadores contra el relato escolar sobre ETA

Alumnos vascos de entre 15 y 18 años —de 4º de la ESO y 2º de Bachillerato— estudiarán en el último trimestre de este curso la historia reciente de Euskadi (1960-2018) y los efectos del terrorismo de ETA. El Gobierno vasco ha elaborado la unidad didáctica Herenegun (Anteayer) con la finalidad de que el alumnado llegue a la conclusión de que “matar fue una barbaridad y que violar los derechos humanos nunca está justificado”, afirma Jonan Fernández, secretario de Derechos Humanos del Gobierno vasco. Nadie había discutido la iniciativa pedagógica de este proyecto piloto hasta que se ha conocido su contenido.

Una veintena de asociaciones de víctimas del terrorismo han exigido su retirada inmediata, y el PP y los socialistas, socios del PNV en el Ejecutivo autonómico, echan en falta una deslegitimación de la banda armada. El lehendakari Urkullu ha tratado de frenar la tormenta al recordar que el material educativo “se puede mejorar”, ya que se ha dado de plazo hasta el 16 de noviembre para que partidos, víctimas y colectivos sociales y educativos presenten aportaciones. Expertos historiadores e investigadores consultados por este diario coinciden en que el resultado final no es acertado. “Hay una ausencia crucial: ¿Por qué mataron los terroristas de ETA? ¿Por qué tardamos tanto en llamarles asesinos?”, opina el filósofo y doctor en Ciencias Políticas Martín Alonso Zarza.

“El relato del pasado no consiste solo en lo que se cuenta, sino también en lo que se omite. Llama especialmente la atención la ausencia de referencias a los amenazados y extorsionados, los desterrados o los escoltas. Toman la palabra las víctimas más cercanas a la postura del Gobierno vasco y se obvia a las más combativas”, afirma María Jiménez, investigadora y profesora de Periodismo de la Universidad de Navarra. Herenegun consta de cinco vídeos que fueron estudiados y corregidos por un equipo de “asesores editoriales” formado por el reputado historiador Juan Pablo Fusi; la filóloga Mari Carmen Garmendia, exconsejera de Cultura con Ardanza e Ibarretxe; y el periodista Mariano Ferrer. Fueron emitidos en la televisión pública vasca, recuerda Fernández, sin recibir “ninguna crítica, pega u objeción”. Profesores y alumnos manejarán, además, unos cuadernos en las seis sesiones de que constará el programa educativo, que hace una síntesis histórica del periodo que va desde el nacimiento de ETA hasta su disolución.

“La lectura de las unidades genera dos impresiones inmediatas”, comenta el doctor en Historia y profesor en la UPV Antonio Rivera. “Por un lado, una difuminación de lo principal, una sensación de que no se explica lo ocurrido; y por otro, produce frialdad y falta de empatía”. El secretario vasco de Derechos Humanos se muestra apenado por las críticas: “No entiendo este lío pero si es mejorable, modificaremos lo que haga falta”. La Fundación Víctimas del Terrorismo (19 asociaciones) ha manifestado su enfado porque, a su juicio, se trata de “alimentar la falsa teoría del conflicto e intenta justificar las acciones asesinas de ETA”. En cambio, otro grupo de víctimas (una veintena de afectados por ETA, GAL y abusos policiales) que participan en proyectos educativos de una naturaleza similar han calificado de forma positiva la unidad didáctica.

“En Herenegun, ETA es la protagonista, seguida a distancia por el resto del nacionalismo vasco, mientras que el mundo no nacionalista apenas existe, ni tampoco las víctimas de ETA”, sostiene José Luis de la Granja, catedrático de Historia de la UPV. “No se pone el énfasis en una cuestión fundamental”, según el historiador José Antonio Pérez, autor de un macroestudio sobre el terrorismo en Euskadi: “ETA otorgó a sus víctimas un contenido político. No solo vulneró sus derechos, sino que lo hizo porque impedían que la banda impusiera su proyecto político de corte totalitario”.

Los historiadores son críticos con la teoría sobre el origen de ETA que se defiende en el material educativo. De la Granja constata que “se mantiene la tesis de que ETA nació contra Franco, cuando gran parte de la historiografía actual sostiene que en realidad nació contra España. Así se explica que el 95% de sus 853 asesinatos los cometiese después de la muerte de Franco, la mayoría de ellos contra la democracia española y la autonomía vasca”. A esto añade Pérez que «las últimas investigaciones sobre ETA han corroborado que su voluntad de matar fue una decisión libre de sus militantes, no la consecuencia inevitable de la represión que sufrió el pueblo vasco”.

El Gobierno vasco ha impulsado esta iniciativa en las aulas, en paralelo a otras experiencias ya en marcha —encuentros entre víctimas y alumnos de enseñanzas medias y con universitarios, por ejemplo—, tras constatar el desconocimiento entre la juventud vasca del pasado reciente de terror causado por ETA. Según un estudio de la Universidad de Deusto en 2017, el 47% reconoció no saber nada del atentado de Hipercor, un 40% ignoraba el terrible fin que tuvo Miguel Ángel Blanco, y un 38% no sabía qué fueron los GAL.

Ocho centros de la red pública y concertada incluirán desde abril en la asignatura de Historia la controvertida unidad didáctica. Está por determinar cuáles, aunque se optará por una selección de los colegios que han acogido sesiones relacionadas con la memoria histórica y han escuchado a “víctimas de distintas violencias”. Es una experiencia piloto que después podría extenderse al conjunto de la red educativa si resulta positiva. En las cinco primeras sesiones (de 55 minutos de duración) los alumnos realizarán trabajos en grupos tras visionar los documentales, que abarcan una década cada uno. La sexta se destinará a sacar conclusiones. En los vídeos son entrevistadas seis víctimas de ETA (ninguna de Covite o la AVT) y otros tantos exmiembros de ETA, cuatro damnificados por abusos policiales y una víctima de los GAL. Tienen voz ocho políticos nacionalistas (cinco del PNV y tres de la izquierda abertzale), tres socialistas y dos del PP.

Polémica “injustificada”

Todos los grupos políticos, el consejo de víctimas y otros colectivos han recibido la unidad didáctica para presentar sus aportaciones. El Gobierno central, disconforme con el enfoque, ya ha anunciado que lo enmendará por escrito, al igual que asociaciones de víctimas por separado. La redacción definitiva se espera para enero de 2019. Jonan Fernández insiste en que el Gobierno vasco tiene la voluntad de “aceptar todo tipo de aportaciones”. El PNV, que no se había pronunciado sobre la polémica, considera que «está injustificada y es desproporcionada por su virulencia», afirma el parlamentario Iñigo Iturrate.

¿Tiene que escribir el Estado, sus gobernantes, la historia?, se pregunta Rivera de la UPV. Y contesta: “No. Si de lo que se trataba era de hacer una cronología, un relato historiográfico al uso, podíamos haber esperado un tiempo a que los historiadores, en un proceso habitual, hiciesen su trabajo por natural actuación”. Martín Alonso sitúa como «autor», «protagonista» y «responsable» de la unidad didáctica a Jonan Fernández, a quien atribuye el empleo de “un repertorio de sintagmas» que la sociedad vasca terminó asumiendo, como la idea del “empate infinito», la “defensa incondicional» del diálogo, la crítica a las medidas judiciales y policiales, y la fórmula del «final ordenado sin vencedores ni vencidos».

El responsable de la política de paz y convivencia del Ejecutivo vasco asegura a este diario que “no es aceptable el reproche de que haya una pretensión de legitimar la teoría del conflicto o blanqueamiento”. La profesora Jiménez discrepa: “Construir una amalgama de violencias, eliminar las razones políticas que impulsaron a los perpetradores y encuadrar lo ocurrido como un conflicto no parece la forma más tajante de deslegitimar a ETA”. “En los documentos hay piezas solventes, pero otras que no”, concluye Martín Alonso. “Hay apreciaciones objetivas y otras que no lo son. No se puede hacer una media de aciertos y desaciertos si la clave moral está averiada, esta es mi crítica principal. ¿Se deslegitima el terrorismo presentándolo como una consecuencia de la dictadura franquista? No creo”.

¿Qué aparece en los vídeos?

La unidad didáctica Herenegun (Anteayer) se basa fundamentalmente en cinco vídeos de poco más de 20 minutos cada uno, que son a su vez una versión reducida del documental Las huellas perdidas, estrenado en 2016 por ETB, que repasa la trayectoria de ETA a lo largo de 50 años, con la historia de Euskadi como telón de fondo.

Cada uno de los capítulos está dedicado a una década, arrancando con el nacimiento de la banda terrorista en los años sesenta con el creciente movimiento antifranquista. En los setenta se produce la Transición, el asesinato de Carrero Blanco y la aceleración criminal de ETA entre otras muchas cosas, ya que se trata seguramente de la década más importante en la historia reciente de España. En los ochenta se retratan los años de plomo de la organización, el atentado de Hipercor, los GAL y la agitación social por la reconversión industrial.

En los noventa se aborda el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, el secuestro de Ortega Lara o el asesinato de Gregorio Ordóñez dentro de la estrategia del terror llamada “socialización del sufrimiento”, que consistía en eliminar a cualquiera que se opusiese a la banda. Y en los años 2000 se finaliza con la lenta extinción de la organización, las frustradas conversaciones de paz y la ilegalización de Batasuna.

La factura de los vídeos es cinematográficamente impecable, cuidada en todos los aspectos, desde la música hasta los escenarios o los encuadres. Se basan sobre todo en testimonios que tratan de recoger todos los puntos de vista, desde las víctimas hasta antiguos etarras o políticos vascos de todo el espectro. Esa es a la vez su virtud y su problema, porque muchas de las cosas más terribles que ocurrieron en Euskadi durante los años de amenazas y crímenes de ETA no se pueden contar con palabras. Transcurrieron en el silencio del miedo y el terror, en la opresión que se vivía en los pueblos pequeños —que tan bien describe Fernando Aramburu en Patria—. Muchos de los reproches de colectivos de víctimas o intelectuales están relacionados con lo que no aparece —apenas reciben espacio los que protagonizaron la resistencia cívica contra ETA, jugándose la vida a diario—, pero también con ligar los orígenes de ETA a la resistencia antifranquista y la lucha contra la dictadura, o con el espacio que reciben las torturas y los crímenes de Estado como si pudiese haber algún tipo de equivalencia.

Tras ver las casi dos horas del documental didáctico puede dar la impresión de que el contexto acaba por camuflar lo que ocurrió fundamentalmente durante décadas: una historia de víctimas y verdugos con más de 800 víctimas mortales a manos de una banda terrorista  / G. A.