Estos son los cinco grandes santos españoles que León XIV pone como ejemplo en su primera exhortación

Con su primera exhortación apostólica, Dilexi Te, León XIV ofrece algo más que su primer gran documento: propone una lectura espiritual de la historia. En sus páginas, el Papa traza un itinerario luminoso por la Iglesia que ha sabido servir a los pobres, recordando que el amor a ellos no es un «camino opcional», sino «el criterio del verdadero culto».

Desde esa clave de lectura, el Pontífice recorre las vidas de santos que, con sus obras, encarnaron la misericordia y la caridad evangélica. Entre ellos, destacan cinco grandes santos españoles, cuya vida y legado se presentan como referentes para la Iglesia del siglo XXI. Aunque algunos de ellos, como san Pedro Nolasco o san Juan de Dios, no nacieron en territorio español, sí se trasladaron a la península desde muy niños, desarrollando allí su misión y dejando una huella decisiva en la espiritualidad hispana.

«Miente quien dice amar a Dios y no tiene compasión de los necesitados», recuerda León XIV citando a su querido san Agustín, antes de iniciar su recorrido por estos testigos de la caridad que supieron ver en los pobres «la presencia sacramental del Señor», como decía san Juan Crisóstomo.

San Juan de Dios: el hospital como casa de misericordia

Del siglo XVI, san Juan de Dios aparece como modelo de una caridad activa y sin fronteras. León XIV recuerda cómo, al fundar la Orden Hospitalaria que lleva su nombre, creó «hospitales modelo que acogían a todos, independientemente de su condición social o económica». Su lema —«¡Haced el bien, hermanos!»— se convirtió, dice el Papa, en la expresión de la «caridad activa» con los enfermos.

San Raimundo de Peñafort y San Pedro Nolasco: libertad para los cautivos

Retrocediendo a los siglos XII y XIII, León XIV evoca el nacimiento de las Órdenes redentoras. Entre ellas, la de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, fundada por san Pedro Nolasco con el apoyo del dominico san Raimundo de Peñafort.

Ambos, subraya el Papa, encarnaron «el carisma específico de liberar a los cristianos esclavizados, poniendo a disposición sus bienes y a menudo ofreciendo su propia vida a cambio». Todos ellos, junto con otras órdenes, «dieron testimonio de que la caridad puede ser heroica».

Santo Domingo de Guzmán: la pobreza que predica

Contemporáneo de san Francisco, santo Domingo de Guzmán aparece en la exhortación como otro gigante de la fe vivida desde la pobreza. León XIV destaca cómo el fundador de los dominicos quiso anunciar el Evangelio «con la autoridad que brota de una vida pobre», convencido de que «la Verdad necesita testigos coherentes».

Los frailes predicadores, añade, vivían «libres del peso de los bienes terrenos» para dedicarse plenamente a la predicación, aprendiendo «la verdad del Evangelio desde abajo, como discípulos del Cristo humillado». Un modelo de una fe que se anuncia tanto con la palabra como con la vida.

San José de Calasanz: educación para los más pequeños

Entre los muchos santos que León XIV menciona de todo el mundo, dedica un pasaje especialmente entrañable a san José de Calasanz, el sacerdote aragonés que, impresionado por la falta de instrucción y formación de los jóvenes pobres, abrió en Roma, en el barrio del Trastévere, la primera escuela pública y gratuita de Europa. Fue el origen de las Escuelas Pías.

En palabras del Papa, Calasanz quiso «transmitir a los jóvenes la ciencia profana, al igual que la sabiduría del Evangelio, enseñándoles a descubrir en sus vidas «la acción amorosa de Dios creador y redentor». León XIV lo presenta como «el verdadero fundador de la escuela católica moderna», abierta a todos y centrada en la formación integral de la persona.