La alegría estalla en Zaragoza con un grito al unísono: ¡Viva la Virgen del Pilar»

Se ha hablado de las Pilares y de la ilusión que sentía Palomero de llamarse así. Se ha hablado, entre lágrimas, de las madres, como la de Javier Macipe que atraviesa una delicada situación de salud. Se ha hablado de Labordeta, de María de Ávila, de Carbonell. Se ha hablado, mucho, de la guerra y se ha hablado de paz. Allí en el balcón del Ayuntamiento de Zaragoza y en una plaza del Pilar a rebosar (se hablaba de unas 36.000 personas de afluencia) se ha hablado de muchas cosas. Y, por encima de todas, de una ciudad que este sábado se rendía a un pregón de cine de la mano de tres Goya (Paula Ortiz, Pilar Palomero y Javier Macipe) y de otros tantos que les acompañaban (Pepe Lorente, Arantxa Ezquerro y Blanca Torres).

Hablaba la alcaldesa de esa Zaragoza inmortal que coreando el «S’ha feito de nuey» se abrazaba y compartía con los suyos la emoción y el orgullo de ser zaragozano y aragonés en un día como este. Entre el público, reivindicaciones, pitos y algunas banderas de Palestina. Cogía el testigo de las instituciones Pilar Palomero a quien, decía, le gustaba mucho llamarse Pilar porque es «esa parte que se mantiene firme cuando todo tiembla». «Como las madres, que son los pilares de la tierra y como los maños y mañas, que tenemos mucho de pilares». «Dicen que a los de Zaragoza, el Ebro y el Cierzo nos cría fuertes y peleones», seguía Palomero antes de exclamar un: «¡Viva la cabezonería maña!» que ha hecho saltar al público.

Y es que, ya se sabe, toda intervención que lleve un «Viva» delante haría estallar la plaza en cuestión de segundos. Y así ha sido. Y de la euforia a la emoción, la de Javier Macipe que reivindicaba un Aragón que «cuando apuesta por el rock and roll» es capaz de hacer cosas que «brillan en el mundo entero». El cineasta les hablaba a las miles de personas que le miraban desde la plaza, pero solo tenía en su mente a una: su madre. «Hay que mencionar a la madre espiritual de Zaragoza, la Virgen del Pilar. Y si me lo permitís quiero mandar un abrazo a mi queridísima madre, que me dio la vida y atraviesa momentos difíciles, y a todas las madres del mundo, que en estas épocas turbulentas se ponen siempre en el bando de la paz», expresaba visiblemente emocionado.

Se unía a Palomero en su recuerdo a Palestina y animaba el cineasta a poner una flor el 12 de octubre con «un pensamiento de amor por aquellos que sufren, especialmente los palestinos en Gaza. Quizás no podamos acabar de golpe con las guerras pero sí podemos empezar por hacer esta ciudad un ejemplo de paz y luz», culminaba Macipe.

UNA REIVINDICATIVA PAULA ORTIZ

Empezaba Paula Ortiz hablando de que todos los maños y mañas eran una. Una ciudad, un foro, una asamblea, un hogar. Pero la emotividad ha dado enseguida paso a la reivindicación: «Somos hogar a pesar de la dureza del viento, del polvo. A pesar de que falten aceras, profesores en los colegios públicos, médicos en los hospitales, casas de juventud. A pesar de las guerras que nos avergüenzan y de quienes nos reprochan denunciar esa vergüenza. A pesar de todo eso, somos una gran ciudad que recibe a quien llega sin preguntar».

Y entonces, agradecía Ortiz a las «madejas y los vermús, las migas y los capazos» a «las maestras que enseñan y los padres que educan», a la «rasmia y a nuestra alma guerrera», «a Agustina de Aragón, a Miguel Servet y Ramón y Cajal» y hasta al Ebro, el Huerva, las jotas, el teatro, el cine y el rock and roll. No se olvidaba de Labordeta, el mismo que ha vuelto a sonar con su «Canto a la libertad» para poner la piel de gallina hasta al menos emocional. Y entonces el cohete estallaba en el cielo y la euforia se desataba un año más.