El conmovedor abrazo de un cura de Castellón al Papa que marcó el Jubileo de los Sacerdotes

Tras el abrazo, Carlos Dolz Boix besó a León XIV en ambas mejillas, quien respondió sin titubeos, con cercanía y serenidad

El Auditorio de la Conciliazione, situado en el centro de la capital italiana, fue escenario la semana pasada del Jubileo de los Sacerdotes, uno de los eventos más destacados de los seis meses que ya han pasado en este Año Santo. Durante varios días, miles de presbíteros y seminaristas llegados de todo el mundo compartieron oraciones y encuentros con el Papa León XIV, en un clima distendido, fraterno y de sincero afecto.

El momento que rompió el guion lo protagonizó el sacerdote castellonense Carlos Dolz Boix, quien subió al escenario en un tono entre solemne y desenfadado para dirigirse directamente al Pontífice. «Hace 23 años, Juan Pablo II me nombró monseñor», recordó. Y, sin más preámbulo, presentó dos solideos blancos con una petición directa: «Bendiga el que usted quiera, o se lo pone y ya está, y me lo cambia, santidad».

Amar, escuchar, rezar y servir

León XIV accedió al gesto con una sonrisa. Se colocó uno de los solideos y se lo devolvió al sacerdote, ya bendecido. Pero la escena no terminó ahí. Dolz Boix lanzó una petición inesperada: «¿Me da un abrazo, su santidad, por favor?». El Papa no dudó. Bajó del estrado y ofreció un abrazo prolongado al sacerdote, bajo la mirada atenta del auditorio que estalló en emocionado aplausos y gritos potentes de: «¡Viva el Papa!».

El gesto espontáneo, registrado por decenas de móviles y viralizado después en redes sociales, sorprendió por su naturalidad. Tras el abrazo, Dolz Boix besó a León XIV en ambas mejillas, quien respondió sin titubeos, con cercanía y serenidad.

En el encuentro, el Santo Padre aprovechó para exhortar a los presbíteros con un mensaje claro sobre la vida sacerdotal: «Formar sacerdotes amigos de Cristo significa formar hombres capaces de amar, escuchar, rezar y servir juntos», señaló, subrayando la urgencia de combatir el individualismo dentro del clero. También hizo un llamamiento a crear «espacios adecuados» para las vocaciones, especialmente entre los jóvenes que, en sus palabras, están «sedientos de infinito y de salvación».