Los guardiamarinas suben a la Toldilla o el Alcázar y empleando un sextante tradicional obtienen la altura del sol y calculan la posición del buque en ese momento
«Diana, diana. Arranchado de sollados y aseo personal. Dotación y alumnos: buenos días». Son las 7:00 de la mañana y con ese «toque de diana» comienza un nuevo día en la mar a bordo del Juan Sebastián de Elcano. La mayoría de la dotación que está durmiendo en sus sollados se levanta, después de un rápido desayuno con pan recién hecho, café y algún bollo, los guardiamarinas, entre ellos la Princesa Leonor, empiezan con sus clases y la dotación comienza con sus diferentes trabajos diarios.
Pero para algunos su día ha comenzado varias horas antes, porque durante la noche se realizan las guardias en puente, máquinas y cubierta, entre otras tareas necesarias para la vida a bordo. Sin embargo, a primera hora de la mañana empieza realmente la vida en cubierta. La dotación forma por brigadas, el oficial pasa revista y después, junto a los suboficiales, asignan las tareas del día a cada uno. Por su lado, el oficial responsable de los alumnos, conocido como el Comandante Brigada, pasa revista a los guardiamarinas. Minutos después, mientras los alumnos asisten a sus clases, la cubierta se convierte en un hervidero, con «los maniobras» reparando la jarcia o ajustando el aparejo y el velamen, la brigada de máquinas realiza el mantenimiento de equipos, y la de operaciones y comunicaciones trabaja en el puente, la derrota o la radio. Además de la navegación y la enseñanza de los alumnos, cada día hay muchas otras tareas propias de esta «ciudad flotante» como proporcionar cinco comidas al día, gestionar el servicio de lavandería, producir agua potable, baldear (limpiar) la cubierta y un largo etcétera. Los guardiamarinas también participan diariamente en maniobras y otros trabajos junto al resto de la dotación.
Una rutina marinera en Elcano
A las diez y cuarto se hace un parón para un zumo, un café o el típico bocadillo de la mañana, que dura media hora. Después continúan «trabajos, mantenimientos y limpiezas», como indican por megafonía, y los alumnos retoman las clases. Este horario que es el de un día laborable habitual cambia ligeramente los sábados, y no es el mismo los domingos y días festivos. Los domingos hay misa voluntaria por la mañana, también un breve concierto y después se suele comer en cubierta todos juntos, solo si hace bueno. Aunque ese día no hay trabajos como tal, las guardias continúan y también otras actividades necesarias para que el buque navegue. Cuando toca, todos se reúnen para ver el Telecano, un vídeo con toques de humor que realizan los guardiamarinas. Es un momento muy divertido porque se crea camaradería entre toda la tripulación.

Elcano tiene casi cien años y mantener los bronces y maderas en buen estado forma parte de los trabajos de mantenimiento Gonzalo Jiménez Tapia
Volviendo a la rutina habitual, durante el mediodía, los guardiamarinas interrumpen su horario para realizar la medición de la meridiana, cuando el sol adquiere su máxima altura, como parte práctica de la asignatura de astronomía y navegación. Suben a la Toldilla o se quedan en el Alcázar y empleando un sextante tradicional obtienen la altura del sol y calculan la posición del buque en ese momento (la latitud y la longitud). Un ejercicio que, por supuesto, también realizará la dama guardiamarina Borbón este año. Poco después, a la una, comienza el primer turno de comida, y una hora después hay un segundo turno. Se hace así para que los que están de guardia tengan tiempo para comer. En ese tiempo de descanso muchos aprovechan para practicar deporte, hablar con los compañeros en cubierta o disfrutar de ese poco tiempo libre que tienen. A las cuatro, las clases y los trabajos continúan, y en paralelo se suceden las rotaciones de las guardias de mar cada cuatro horas, que se hacen durante 24 horas al día y siete días a la semana.
A partir de la seis de la tarde la población de esta «ciudad flotante» disfruta de algo de tiempo libre para hacer deporte, leer, contactar con sus familiares, ver el ocaso en la cubierta, descansan en sus cámaras, o el que quiera también puede asistir a misa de las seis y cuarto en la capilla. Los guardiamarinas también aprovechan esos tiempos libres para estudiar las asignaturas que tienen a bordo, preparar trabajos o briefings de meteorología que presentarán durante la sesión informativa de la mañana al comandante. A las siete se ofrece el primer turno de cena, para que la guardia entrante pueda cenar antes de comenzar su vigilancia, y una hora después comienza el segundo turno. Durante la tarde también se lee la orden del día siguiente, que es un documento en el que, entre otros datos, se indica el menú, ciertos trabajos y actividades que se harán al día siguiente, turno de lavandería, entre otros temas.
Música al ocaso en mitad del Atlántico
Aunque parezca repetitivo, cada día se hace algo diferente y este horario tan riguroso puede sufrir interrupciones por varias razones, como que se ordene «maniobra general», un momento en el que toda la dotación y guardiamarinas dejan lo que estén haciendo y trabajan unidos para ajustar el aparejo, desplegar velas o virar el buque para adaptar la navegación a los vientos y la derrota (ruta) a seguir. Cuando el sol desaparece en el horizonte sumergiéndose en el océano, por megafonía, se anuncia que «Ha sido el ocaso. Dotación. Firmes. Oración». Los que permanecen en cubierta se detienen donde están, se colocan en posición de firmes mirando a popa y cantan la oración:
«Tú que dispones
de viento y mar,
haces la calma,
la tempestad.
Ten de nosotros Señor,
piedad,
piedad, Señor,
Señor, piedad.. Dotación y alumnos, buenas noches».

El buque escuela Juan Sebastián ElcanoMinisterio de Defensa / X
A última hora del día se produce uno de los momentos más especiales para cualquiera que haya navegado a bordo. A las nueve menos cuarto – si la mar o el clima lo permiten –la banda de música de Elcano, formada por infantes de marina, empieza a tocar en el Alcázar diferentes canciones de todas las épocas. Tras el concierto, el personal se recoge en sus cámaras y camaretas para hablar, ver alguna película o dormir. En pocos minutos la actividad en cubierta disminuye, quedando únicamente el personal de guardia, que supervisará la navegación del bergantín-goleta, asegurando su derrota (rumbo) hasta que comience un nuevo día en la mar.