Un PP en dudas se encomienda a Ayuso para amarrar el ‘sorpasso’ a Vox: «Queremos el voto de CS… y algo más»

El ‘modelo Badalona’ de Albiol, «implacable con la delincuencia», ha marcado el mensaje del PP la última semana de campaña, centrada en la seguridad y el control migratorio

Badalona y Castelldefels son las aldeas galas del PP en Cataluña. Dos importantes reductos de poder en un territorio mayoritariamente hostil que los populares gobiernan, reconocen, con «un producto que trasciende la marca». Es decir, reduciendo la presencia de las siglas en la puesta en escena de Xavier García Albiol y, sobre todo, desplegando un mensaje «implacable con la delincuencia». Por eso, con Vox a rebufo en los últimos compases de la campaña, los populares han apostado por el modelo Badalona para materializar el sorpasso a la formación de Santiago Abascal este domingo.

Se trata de un objetivo manifestado públicamente por el propio Alberto Núñez Feijóo: quedar cuartos. La sensación en la trastienda, de hecho, es que han experimentado un cierto repunte desde que el líder del PP enarbolara la bandera más antiokupa y contundente contra de la inmigración ilegal desde que dirige el partido, y que llegara incluso a ligar uno y otro fenómeno, durante un mitin en Cornellá (Barcelona) el pasado martes. «Pido el voto a los que no admiten que la inmigración ilegal ocupe nuestros domicilios», instó directamente el líder del PP.

Tanto Génova como la sala de máquinas del PP catalán defienden que fue en Cornellá porque es uno de los municipios donde afecta «más directamente» el problema, pero lo cierto es que el movimiento fue secundado por los principales alfiles del partido y también por sus cuadros catalanes. El tracking diario que GESOP publica estos días en el The Adelaida Review, una revista australiana propiedad de Javier Moll, de referencia estos días, llegó a vaticinar un empate a 10-12 escaños en la liguilla de la derecha. Incluso una ligera ventaja para Vox. Este viernes, no obstante, el sondeo ya otorgaba a Alejandro Fernández una horquilla de 11-13 escaños mientras el candidato de Vox, también secretario general de la formación, Ignacio Garriga, congelaba sus aspiraciones.

En este contexto, echado al contragolpe el PP como una manada de búfalos, ha emergido la presencia en Cataluña de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, muy cercana ideológicamente a Alejandro Fernández  –miembros de la llamada familia liberal del partido– y un filón electoral que los populares han tratado de exprimir. Y es ahora cuando se necesita que su música suene fuerte.

Ayuso ha girado por Cataluña la última semana –TarragonaLéridaGerona– con intensidad, más que ningún otro presidente autonómico popular, combinando su agenda institucional en Madrid con actos de partido en Cataluña, encuentros gremiales y paseos y selfies electorales. Ha sido ella quien ha llamado «marioneta» y «caballo de Troya» del independentismo a Salvador Illa, candidato del PSC, y quien ha pedido directamente, como la que más, en la línea del propio Feijóo, el voto útil para el PP.

«Estamos aquí desde Madrid como un soldado más a disposición del pueblo de Cataluña, para ayudarles con el ejemplo, con los datos, con los hechos y para recordarles que se pueden hacer las cosas de otra manera», dijo la baronesa madrileña este viernes en Tarragona. Fue en un acto junto a Alejandro Fernández, de allí oriundo, y quien afirmó el lunes en Barcelona, también junto a Ayuso, que «hace décadas Cataluña hacia las cosas mejor que Madrid, pero hoy Madrid está haciendo las cosas en Cataluña«. Toda una declaración de intenciones. «Ayuso no tiene miedo, vosotros no tenéis miedo y yo no tengo miedo», la ensalzó.

Vagas referencias a la amnistía

El PP ha subrayado la simbiosis del PSC con Junts y ERC hasta la extenuación –«son lo mismo», dijo Feijóo–, se ha erigido como única frente al catalanismo –despojando a Vox de tales alforjas– y ha insistido en el ya referenciado problema de la inmigración ilegal y de seguridad, ése que según la sala de máquina de la campaña siempre fue el gran propósito. Pero apenas ha pronunciado el sintagma ley-de-amnistía. O de pasada, dentro de una antología de agravios más o menos históricos, más o menos actuales, que han llevado al independentismo a la «decadencia» de Cataluña, una idea muy del gusto del candidato popular.

«La amnistía es cargarse el Estado de derecho y todo el mundo sabe que estamos totalmente en contra de ella», atornillan fuentes de la campaña sobre el hito político que sacó a la gente en masa a la calle hace escasas semanas. «Pero lo que ofrecemos es emocionalmente más fuerte», desvelan la estrategia, «es Puigdemont volviendo a Cataluña». «Y eso es igual a vota a Illa», siguen su razonamiento. «Llegará el día en que muchos votantes del PSC se arrepientan: el día en que vuelva», confían.

Por eso apelan a esos votantes socialistas que, a ojos del PP, han sido «estafados». Fuentes de la campaña insisten en que han «captado voto joven del PSC». Pero el objetivo siempre fue fagocitar a Ciudadanos y a aquellos votantes que optaron por Inés Arrimadas en diciembre de 2017, al punto de darle la victoria con 36 diputados. «Hoy Ciudadanos es el Partido Popular de Cataluña», proclamó el líder del PP, sin paños calientes, durante el cierre de campaña L’Hospitalet de Llobregat. «Queremos todo el voto de Ciudadanos… y más», confirman la intención en Génova, donde se lamentan de ese 1% de votos naranjas que aún permanecen fieles. «Serían cuatro diputados más», estiman.