Sainz gana en Melbourne dos semanas después de ser operado de apendicitis

El piloto madrileño logra así su tercera victoria en la Fórmula 1, tras el abandono de Verstappen

 

Se reía. Carlos Sainz y Vázquez De Castro, el smooth operator de la Fórmula 1, se desternillaba por la radio a carcajadas tras pasar por la meta de Melbourne. No por ser el único vencedor no Red Bull —por segunda vez— en las últimas veintiséis carreras, sino porque casi no se creía lo que acababa de hacer.

No solo eso. Al caer la bandera estuvo cantando la tonada que interpretó Sade, y al llegar el personal de FIA tuvo que conminarle a proceder al protocolo habitual. Se vio obligado a abandonar a sus compañeros de equipo hacia los que se fue nada más bajarse de su coche para celebrar su victoria.

El piloto madrileño ha ganado el Gran Premio de Fórmula 1 de Australia, tercera prueba del mundial, y primera que gana un monoplaza que no es un Red Bull este año. A priori, las circunstancias no pudieron ser peores para el corredor, lo que incrementa el valor de su victoria. Dos semanas antes, el viernes de pruebas oficiales en la carrera previa, fue operado de apendicitis de urgencia en un hospital de Arabia Saudí.

No solo eso, sino que en una declaración de intenciones, al día siguiente de su cirugía, se plantó en el circuito en un ejemplo de pundonor y profesionalidad. Cualquier otro, y en su sano juicio, se hubiera quedado acostado en la cama de hospital. Carlos prefirió estar al lado de su equipo durante la prueba, y decir a todos aquí estoy, y esto lo hago sin problema.

Sainz ya dio avisos de su comprensión de la pista de Melbourne el sábado. Clasificó segundo su Ferrari SF-24, y partía en primera línea de parrilla junto al poleman Max Verstappen. La salida de la carrera fue limpia, sin incidentes, pero tras apenas dos giros pasó algo casi impensable: Verstappen fue adelantado por Carlos Sainz. El neerlandés se quejaba de un comportamiento extraño en su monoplaza, perdía su control en las curvas.

El Red Bull del campeón empezaba a echar una leve humareda desde su rueda trasera derecha, que fue a más y le obligó a entrar en boxes con el tren trasero en llamas. Sus frenos padecieron una de las primeras averías de un coche que hasta este día parecía hecho en cromo-molibdeno, era irrompible. Abandonó la carrera en la vuelta cinco, y dejó el camino expedito. Ahí fue cuando Sainz vio el cielo abierto y que la victoria era posible. Verstappen no sufría una retirada desde Imola 2022.

A pesar del golpe de suerte y de la fortaleza de Max, es bastante posible que Sainz hubiera plantado cara al imparable Red Bull durante la carrera. Los tiempos de clasificación, la contundencia de sus registros en entrenos, y la eficiencia de Carlos, invitan a pensar que esta victoria no va a ser la única para ajenos al equipo de la bebida energética. Lo del año pasado, ganarlas todas menos una, es muy posible que no ocurra este año a pesar de la indudable superioridad del conjunto.

Sin apenas incidentes notables hasta casi el final, la guerra por los puestos de pódium estaba servida, con Leclerc, Norris, Piastri que crearon un paquete bastante apretado, aunque sin batallas hasta al menos la vuelta 8. A partir de ahí comenzaron las paradas en boxes y con ello las estrategias.

Uno de los más madrugadores fue Lewis Hamilton, al que sus neumáticos blandos le permitieron dejar atrás a Alonso en la salida, pero le duraron poco. El británico sufrió una avería en la vuelta 16 y abandonó. El otro Mercedes, el de George Russell, sufrió un accidente espectacular a vuelta y media del final, lo que disparó el Virtual Safety Car, que hizo liquidar la prueba de manera neutralizada. Russell salió ileso, no así su coche, que sufrió grandes daños, en un antidoblete, con los dos Mercedes W15 fuera de combate.

Los que sí lograron el doblete fueron los excelentes Ferrari, con Charles Leclerc segundo. El de Montecarlo no pudo con el español en toda la carrera, y deja a los gestores de la Scuderia en una postura extraña. Se les puso a tiro a Lewis Hamilton y le han fichado para 2025, con el obligado desalojo de Sainz ante la caducidad de su contrato, y con Leclerc recién renovado. Ahora es Carlos, el que dejará de vestir de rojo, la fuente de las mayores alegrías.

Alonso, siempre eficiente

El piloto asturiano hizo la carrera que pudo. Clasificó décimo con un coche muy dañado en la zona inferior tras varias incidentes durante los entrenos. Su guerra no era con los Red Bull ni los Ferrari. Ni siquiera con los McLaren. El cara a cara volvió a tenerlo con el Mercedes de Russell y en ocasiones con el de Hamilton. Su ritmo fue bueno y pasó por meta en sexta posición; ganó cuatro puestos muy trabajados. (Actualización: horas después de acabar la prueba, Fernando Alonso recibió una sanción de 20 segundos, lo que le acabó dejando en octava plaza de la tabla clasificatoria)

Sainz no tiene equipo para el año venidero, y si en Sauber —futuro equipo Audi— suspiran por él, en Mercedes, donde necesitan rellenar el hueco que deja Lewis, deberían tomar nota. También en Red Bull, si es que Max Verstappen acaba saliendo por la puerta hacia Brackley, como apuntan algunos rumores.

Carlos Sainz bromeaba en la entrevista de cara al público antes del pódium, y recomendaba al resto de la parrilla extirpase el apéndice. A él, le ha sentado como pocas cosas. El hijo de El Matador demuestra una vez más que no necesita ser hijo de nadie para demostrar su valía. Esto es algo que debería ser olvidado de una vez por todas. Dos carreras, dos pódiums y una victoria. Carlos las gana a la chita callando, pero brilla como pocos.