España, principal destructor de presas en medio de una sequía meteorológica

Nuestro país fue en 2021 el que más barreras fluviales eliminó en Europa, 108, casi la mitad de los 239 desmantelados en el continente

La sequía ya afecta a buena parte de España. En varios puntos de la Península no ven llover de forma relevante desde hace más de 100 días, lo que ya afecta al 60 por ciento de los agricultores. Millones de hectáreas de cereales de secano ya se dan por perdidas y, de no llover en las próximas semanas, otros cultivos se echarán igualmente a perder.
Una situación que, casi sin lugar a dudas, se verá empeorada en los meses de verano. Estos son tradicionalmente secos, salvo la posibilidad de alguna tormenta, lo que sumado a la tendencia de ausencia de precipitaciones, podría generar problemas de abastecimiento en algunas zonas del país.
Mientras esta sequía de larga duración afecta a España, el Gobierno central lleva varios años situando a nuestro país en la cabecera de aquellos que derriban presas. Desde el Ministerio de Transición Ecológica se apuesta por que los ríos vuelvan a sus cauces, eliminando cualquier tipo de barreras, como es el caso de las presas o los azudes.

El comisario de aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, Ignacio Rodríguez, fue claro en la exposición de los motivos el año pasado: «Aquí hay una serie de personas que nos gustan los ríos y no los cacharros, y lo tenemos todo lleno de cacharros. Así de sencillo».

Siguiendo este pensamiento, España fue en 2021 el país de Europa que más obstáculos eliminó: 108, casi la mitad de los 239 desmantelados en el continente, según datos del proyecto Dam Removal, coordinado por la organización World Fish Migration.
Una decisión que genera rechazo entre los agricultores, que temen que a la falta de agua provocada por esta sequía de larga duración se vaya agudizando con los años y no se disponga del agua embalsada que pueden proporcionar estas barreras hídricas.
Con el cambio climático, los veranos son cada vez más amplios, más secos y con valores cada vez más extremos. Por ello, la lógica apunta a que España deberá hacer acopio de agua cuando esta sea abundante, por lo que muchos no entienden por qué nos desprendemos de esa agua embalsada en momentos en los que va a hacer más falta que nunca.

Los pueblos no quieren derribos

Por otro lado, los habitantes de los pueblos que albergan presas y azudes se posicionan generalmente en contra de su derribo. El caso más reciente lo protagonizan los vecinos de Valdecaballeros y Castilblanco, en la provincia de Badajoz.
Allí el Miteco pretende eliminar una presa que fue construida para refrigerar los reactores de una central nuclear que finalmente no se llegó a levantar. Ahora, los habitantes defienden que se sirven de su agua y que, además, sirve como atractivo turístico y lugar de esparcimiento para la zona.
La propia Junta de Extremadura –gobernada por el PSOE al igual que el Gobierno central– se opone a este derribo y se centra en que dichos municipios se abastecen del pantano. Además, sus técnicos no entienden cómo el Ministerio ha ordenado la eliminación de la presa sin haberles consultado, ya que la Junta es la actual propietaria de los terrenos de la central nuclear que nunca se materializó.

Reserva hídrica

La reserva hídrica española está en estos momentos al 50,7 por ciento de su capacidad, con un total almacenado en los embalses actualmente de 28.400 hectómetros cúbicos de agua, tras reducirse en la última semana en 282 hectómetros cúbicos, el 0,5 por ciento de la capacidad total.
Las precipitaciones en la última semana han afectado a la vertiente Atlántica y han sido muy escasas en la Mediterránea. La cantidad máxima de lluvia se ha registrado en la ciudad gallega de Vigo, con 58 litros por metro cuadrado, según una nota del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco).
Las cuencas más deficitarias siguen siendo las andaluzas y el Levante, con niveles por debajo del 30 %. El estrés hídrico es especialmente relevante en el Guadalquivir, con el 25,2 % de su capacidad total, así como en las cuencas internas de Cataluña, en el 26,1 %, y las de Guadalete-Barbate, al 28,4 %.
Les siguen en cuanto a bajos niveles, las cuencas del Guadiana, en al 34 %; la del Segura, al 35,1 % de su capacidad, y la cuenca mediterránea andaluza, al 36,7 %.